VI
Por
Argentina Jiménez
Al
día siguiente de decretar el bloqueo naval alrededor de Cuba, el Presidente
Kennedy aprobó seis vuelos de reconocimiento a baja
altura a fin de conseguir más fotografías de las posiciones
de los cohetes instalados por la Unión Soviética en Cuba, lo
cual se hizo efectivo poco antes del mediodía del propio 23 de octubre.
Una desenfrenada campaña publicitaria
desataran los medios de comunicación de Norteamérica a propósito de la
situación creada a partir de la referida
declaración del mandatario estadounidense, y algunos
daban nombres de las posibles ciudades de esa nación que podrían ser
impactadas por los cohetes soviéticos y cifras de las posibles pérdidas humanas,
al extremo que a medida que se difundían tales informaciones, aumentaba el
pavor en la población.
Mientras
eso sucedía en el país norteño, en la pequeña nación del Caribe la gente
circulaba tranquilamente por las calles, continuaba sus labores habituales y en
los puestos de trabajo de quienes se movilizaron, otros u otras, ocupaban su
lugar y seguían llevando a cabo los planes de producción, tanto en la industria
como en la agricultura, y demás tareas, así
como funcionaban los teatros, cines, la radio y la televisión… sin olvidar la
permanente vigilancia, sobre todo en lugares clave, para impedir algún sabotaje
o acción contrarrevolucionaria.
Por su parte, los movilizados al llamado del
Comandante en Jefe Fidel Castro, se preparaban
para la guerra, que parecía inminente.
Todos
sentían cercano el peligro de una agresión
militar directa de los Estados Unidos, pero nunca estuvo más alta la
disposición de combatir al enemigo de siempre, resistir el bloqueo naval
declarado o cualquier acción que se le ocurriera, incluso la invasión. En la
mente de los cubanos, la convicción de
vencer o morir. Cuba entera estaba en pie de guerra, donde quiera había
gente armada con el tipo de armamento que tuviera a la mano, sin contar a las
Fuerzas Armadas Revolucionarias, que disponía del mejor, adquirido en aquellos
momentos.. El fervor patriótico inundaba cada rincón de la Isla,
y no había ni uno que no estuviera en pie de combate… En síntesis, en la Isla no cundió el pánico. Todos
los recursos del país estaban puestos en función de defender la Patria.
Cuba
movilizó a “54 divisiones de infantería
(cinco de ellas permanentes, nueve reducidas y 40 de tiempo de guerra); cuatro
brigadas (una de tanques y tres de artillería);
17 batallones independientes (diez
para la lucha contradesembarco, seis de creación de obstáculos y uno de
tanques; seis grupos de artillería reactiva (lanzacohetes múltiples) y tres
grupos independientes de morteros de 120 mm; 20 unidades navales de la Marina de Guerra Revolucionaria;
118 baterías de Artillería antiaérea (100 de ellas de cañones y 18 de
ametralladoras) y 47 aviones de combate”, según cita Rubén G Jiménez Gómez en
un artículo publicado el 11 de agosto de 2012, en el periódico Granma.
En
esos momentos ya se encontraban en suelo
cubano, además de disímiles armas y medios estratégicos, 43 mil efectivos de la Agrupación de Tropas
Soviéticas.
Varias
reuniones se realizaron ese día: del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad
Nacional de los Estados Unidos, del
Consejo de Seguridad de la ONU,
el Órgano de Consulta de la OEA,
…; hubo intercambios de misivas entre Kennedy y Jruschov, y mensaje de este a
Fidel Castro, todos en función de apoyar la “cuarentena”, o de discutir sobre
su ilegalidad de acuerdo con leyes internacionales, pero… a las 7:00 p.m. del 23 de octubre el presidente
Kennedy declaraba que el bloqueo naval a Cuba se realizaría a partir de las dos
de la tarde del 24.
Este
día, el secretario general interino de la ONU , U Thant, en carta a las tres partes
directamente involucradas en el conflicto, los exhortaba a discutir una
solución pacífica a la crisis.
Palabras
clave: Vuelos espías/ campaña mediática/ pánico en EE.UU./ Tranquilidad en
Cuba/los cubanos/en pie de guerra/armamento en disposición combativa/ bloqueo
naval /Kennedy aprueba inicio.
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