miércoles, 17 de octubre de 2012

Crisis de octubre o de los misiles. Antes y después




Datos de momentos cruciales de  aquellos días de 1962, cuando el mundo estuvo al borde de una conflagración nuclear,  y  los cubanos se movilizaron en defensa de su Revolución, les ofrecemos  a los internautas, por ser ilustrativos del desarrollo de los acontecimientos de entonces y de la posición de la Isla ante la nueva agresión de los Estados Unidos.

Argentina Jiménez

Desde los inicios del triunfo de la Revolución cubana, el primero de enero de 1959,  los gobernantes estadounidenses y sus servidores de otros países, y la contrarrevolución interna y externa,  comenzaron a perpetrar agresiones de todo tipo con el objetivo de destruirla o acabar con la vida de  su líder Fidel Castro.
 Dos de las  más significativas hasta 1962 fueron la invasión  por Playa Girón, en abril de 1961, donde los imperialistas yanquis sufrieron la primera derrota militar en América, y la Crisis de octubre o de los misiles, cuyo climax  comenzó el 22 de octubre de 1962 .
El 18 de septiembre de  ese año, en Ministerio de las Fuerzas Armadas de la Isla denunció las violaciones del espacio aéreo cubano por aviones militares de EE.UU, en diferentes lugares del país.
 El 27, el Congreso de la nación norteña  aprobó la Resolución Conjunta No. 230, la cual otorgaba al Presidente John F. Kennedy la facultad   de emplear las armas contra Cuba, alegando falsas acciones agresivas  de la Mayor de las Antillas en el hemisferio occidental y con la finalidad de impedir  la instauración o el uso por la Isla de una capacidad militar  que pusiera en peligro la seguridad de los Estados Unidos. También reafirmaba el apoyo a los enemigos de la Revolución en el territorio nacional en sus  acciones contra los poderes del Estado.
 El Consejo de Ministros de Cuba, en una  reunión el 29 para considerar dicha Resolución, que amenazaba a la Isla con una agresión armada, en una
declaración al respecto denunciaba tales propósitos del gobierno estadounidense y advertía al mundo acerca de la gravedad de la situación que se estaba  creando por esa causa. Al mismo tiempo ratificaba la política de principios de la Revolución Cubana y sus anhelos de vivir en paz con todos.
 La declaración finalizaba indicando: “El Congreso de Estados Unidos puede dictar normas dentro de las fronteras de su país; pero en cuanto a nosotros concierne, su Resolución tiene tanto valor como un papel en el cesto, con destino al basurero de la historia”.


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