Datos
de momentos cruciales de aquellos días
de 1962, cuando el mundo estuvo al borde de una conflagración nuclear, y los
cubanos se movilizaron en defensa de su Revolución, les ofrecemos a los internautas, por ser ilustrativos del
desarrollo de los acontecimientos de entonces y de la posición de la Isla ante la nueva agresión
de los Estados Unidos.
Argentina
Jiménez
Desde
los inicios del triunfo de la
Revolución cubana, el primero de enero de 1959, los gobernantes estadounidenses y sus
servidores de otros países, y la contrarrevolución interna y externa, comenzaron a perpetrar agresiones de todo
tipo con el objetivo de destruirla o acabar con la vida de su líder Fidel Castro.
Dos de las más significativas hasta 1962 fueron la
invasión por Playa Girón, en abril de
1961, donde los imperialistas yanquis sufrieron la primera derrota militar en
América, y la Crisis
de octubre o de los misiles, cuyo climax
comenzó el 22 de octubre de 1962 .
El
18 de septiembre de ese año, en
Ministerio de las Fuerzas Armadas de la
Isla denunció las violaciones del espacio aéreo cubano por
aviones militares de EE.UU, en diferentes lugares del país.
El 27, el Congreso de la nación norteña aprobó la Resolución Conjunta
No. 230, la cual otorgaba al Presidente John F. Kennedy la facultad de emplear las armas contra Cuba, alegando
falsas acciones agresivas de la Mayor de las Antillas en el
hemisferio occidental y con la finalidad de impedir la instauración o el uso por la Isla de una capacidad
militar que pusiera en peligro la
seguridad de los Estados Unidos. También reafirmaba el apoyo a los enemigos de la Revolución en el
territorio nacional en sus acciones
contra los poderes del Estado.
El Consejo de Ministros de Cuba, en una reunión el 29 para considerar dicha
Resolución, que amenazaba a la
Isla con una agresión armada, en una
declaración
al respecto denunciaba tales propósitos del gobierno estadounidense y advertía
al mundo acerca de la gravedad de la situación que se estaba creando por esa causa. Al mismo tiempo
ratificaba la política de principios de la Revolución Cubana
y sus anhelos de vivir en paz con todos.
La declaración finalizaba indicando: “El
Congreso de Estados Unidos puede dictar normas dentro de las fronteras de su
país; pero en cuanto a nosotros concierne, su Resolución tiene tanto valor como
un papel en el cesto, con destino al basurero de la historia”.
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