martes, 12 de abril de 2016

Señor Barack Obama: ¿Podrían olvidar el pasado las mujeres cubanas?




Por: Argentina Jiménez
Usted ha reiterado en varias ocasiones olvidar el pasado. En el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, excelsa mujer quien tuvo la gentileza de ir a ese lugar a escuchar su discurso, usted dijo, y cito:
 “Es hora ya de olvidarnos del pasado, dejemos el pasado, miremos el futuro, mirémoslo juntos, un futuro de esperanzas. Y no va a ser fácil, va a haber retos, y a esos vamos a darles tiempo; pero mi estadía aquí me da más esperanzas de lo que podemos hacer juntos como amigos, como familia, como vecinos juntos”.
Señor Obama, nuestro Héroe Nacional, José Martí, quien vivió en su país y le conoció sus entrañas,  escribió: “(…) ¡quién copió figuras de mujer sin ponerles en los ojos alma, y en los labios gracias y sonrisas!  Los buenos artistas la han pintado en toda su dimensión humana”. Sin embargo, ¡tanta gente mala con sus daños y agresiones le han eliminado las sonrisas a partir del luminoso primero de enero de 1959!
Interminable la lista de las cubanas que, además de heridas en el alma, les han dejado cicatrices en sus cuerpos, o perecieron víctimas del terrorismo contra nuestra Patria, dirigido, originado, sustentado en el Estado del cual usted es presidente.
Sí señor, aludo a algunos hechos ocurridos en el año en que usted nació, o cuando aún era un niño, los cuales  conoce, pero se los recuerdo, porque forman parte de la memoria que este pueblo no olvida. Mas, me refiero a otros muchos sucedidos cuando ya usted usaba pantalones largos y hacía gala de las esencias que históricamente han caracterizado a los dirigentes estadounidenses.
Todavía me indigna-  y de entonces a acá ha llovido mucho, como reza el refrán-,   aquel memorando, o carta,  del subsecretario de la Secretaría de Guerra de EE.UU., mister J.G. Breckenridge,  al teniente  general del ejército de USA, J.S.Miles, con las últimas instrucciones de cómo conducir la guerra en Cuba y Puerto Rico. Explicaba en una de sus partes: “La anexión de territorios a nuestra República, ha sido hasta ahora la de vastas regiones con muy escasa población y fue siempre precedida por la invasión pacífica de nuestros emigrantes, de modo tal que la absorción y amalgama de la población existente ha sido fácil y rápida”. Sigue con una observación acerca de que sus aspiraciones y la política que deben seguir  en cuanto a esas dos islas difieren. Y continúa: “Cuba con su territorio mayor, tiene una población mayor que Puerto Rico. Esta consiste en blancos, negros y asiáticos y sus mezclas. Los habitantes son generalmente indolentes y apáticos. Es evidente que la inminente anexión de estos elementos a nuestra propia Federación sería una locura y, antes de hacerlo, debemos limpiar al país, aun cuando eso sea por la aplicación de los mismos métodos que fueron aplicados por la Divina Providencia en las ciudades de Sodoma y Gomorra”.
Más adelante precisa: “Debemos concentrar nuestro bloqueo, de modo que el hambre y su eterna compañera, la peste, minen a la población civil y diezmen el ejército cubano (…) y entonces prestaremos nuestra ayuda a la oposición”.  Finalmente puntualizaba, entre muchas aseveraciones ofensivas e inescrupulosas respecto  al pueblo: “Resumiendo: nuestra política debe ser siempre  (el subrayado es mío) apoyar al más débil contra el más fuerte, hasta que hayamos obtenido el exterminio de ambos a fin de anexar a la Perla de las Antillas”.
Esto no pudieron lograrlo; sin embargo, por más de medio siglo hicieron de Cuba lo que convino a sus intereses de todo tipo, hasta que esa masa de “indolentes y apáticos”, les dio una patada por el trasero a los yanquis. Pero como esa espina en sus objetivos desde tiempos inmemoriales los hinca constantemente desde el primero de enero de 1959, su política para de cualquier modo lograr sus aspiraciones – diferentes, por supuesto, a las de 1898-, no ha cambiado, han ideado cuantas artimañas (léase agresiones ) y recurrido  a los más innobles, perversos y criminales métodos, incluido el bloqueo, tan añejo como perjudicial, con el que tampoco la población civil  ha  muerto de  hambre ni se ha diezmado el ejército cubano . Hoy está más fuerte que nunca.
No obstante, señor presidente, el propósito de estas líneas es  hablarle de cómo la política de su gobierno –como el de los anteriores- ha causado, y causa,  daños a las mujeres cubanas, quienes, como eternas Marianas*, jamás un dolor o pérdida las han logrado amilanar y junto a los hombres  que sí son como amigos, como familia, como vecinos, han llevado y siguen empeñadas en continuar empujando hacia adelante, hacia el futuro, contra dificultades e inconvenientes, y hasta errores, a la Revolución que las redimió.
.Señor Obama, poco antes de usted haber nacido, en gesto heroico murió Fe del Valle en el intencional incendio de la tienda El Encanto por elementos contrarrevolucionarios, el 13 de abril de 1961, vísperas de la invasión por Girón, a causa de cuyos bombardeos fue herida Nemesia, la niña que quiso tener unos zapaticos blancos (anhelo solo realizado gracias al triunfo de la Revolución) , quien perdió a la madre, como mismo murieron  muchos hombres,  mujeres y  niños de la Ciénaga de Zapata, calcinados por la metralla de aviones procedentes de allende los mares del norte, que lanzaban su mortífera carga contra camiones  donde eran evacuados civiles; otros quedaron  mutilados.
 Lo mismo sucedió a la familia Romero en la finca San José de Altamira en el Escambray. A Paula, de 14 años, a su hermana Teodora y a su madre las golpearon los bandidos, a quienes les suministraban pertrechos en paracaídas desde naves aéreas procedentes de los Estados Unidos de América. Después ultimaron al padre, a una hermana suya y a un sobrino. Esto, solo como una muestra de las atrocidades de estos criminales en disímiles hogares campesinos, expuestos a actos similares en varias regiones de la Isla.
 Más o menos quince años, como la edad de la menor de sus hijas, señor Obama, tenía Nancy Pavón Pavón  cuando una lancha pirata ametralló el caserío de Boca de Samá, en Banes, Holguín, el 12 de octubre de 1971, y dejó dos personas muertas y numerosos heridos. Ella diría en una ocasión: “Destrozaron mi juventud, nunca he podido ser feliz en mi vida por mi píe”. Se lo destruyeron los desalmados al servicio de la CIA.
Durante años organizaciones contrarrevolucionarias financiadas por las administraciones  estadounidenses han realizado todo tipo de acciones a fin de entorpecer o derrocar a la Revolución, incluso en el exterior. Un  ejemplo entre tantos, en varios países, incluso el suyo: el acaecido en la embajada cubana en Portugal, el 22 de abril de1976, donde cayeron víctima de uno de una bomba de alto poder explosivo Adriana Corcho y Efraín Monteagudo, ambos funcionarios de la legación.
Pocos meses después, el 6 de octubre, a varias mujeres en pleno disfrute de sus años  juveniles, con la cabeza llena de sueños, como Nancy Uranga, embarazada, les quitaron la existencia en el sabotaje a una nave de Cubana de Aviación en Barbados.  Regresaban felices junto a sus compañeros del equipo de esgrima, con las medallas de los primeros lugares ganadas en un torneo en Venezuela. Venían otras, en total 57 cubanos, 11 guyaneses y dos norcoreanos. 73 personas, desaparecidas en el mar por el vandálico ataque. Cuarenta y nueve años después, aún el eterno enemigo  de esta Isla abriga en sus calles al asesino mayor: Posada Carriles.
Todavía duele la muerte de 101 niños de 0 a 14 años, a causa del dengue hemorrágico, germen introducido en el país en 1981, que mató a 159 personas y afectó a 344 203. Madres, abuelas, tías…, no olvidan esas vidas de seres queridos tronchadas por la maldad de los ilusos yanquis, que no acaban de entender que jamás seremos una estrella en su bandera.
Libros podían escribirse de los sufrimientos padecidos por las mujeres de esta pequeña nación, contra la cual no cesan las agresiones del vecino del Norte desde el año de la liberación, aun cuando hoy viste nuevas formas (Usted, señor presidente, las conoce bien, habló de algunas de  ellas en el Gran Teatro), pero  con los intereses de todos los tiempos, sin mencionar los perjuicios derivados del bloqueo, que además de frenar el desarrollo económico,  asimismo lacera e impide, por solo mencionar un ejemplo, la cura de hijos aquejados de enfermedades requeridas de medicamentos existentes en Estados Unidos  y que no nos permiten su adquisición..
Y, aunque con un final feliz, ¡cuánto quebranto moral no  padecieron los familiares de los Cinco Héroes, presos injustamente durante 16 años, con condenas exorbitantes por la “justicia” de Estados Unidos! ¡Cuántas angustias, además, las de Antonio y  Ramón antes de conmutárseles las cadenas perpetuas, y el dolor y la incertidumbre sobre la situación de Gerardo! ¿Puede entenderse la pena de Olga y Adriana, impedidas de visitar a sus esposos porque el gobierno de EE.UU. les negó las visas?, mientras las madres de Ramón y Gerardo no tuvieron la dicha de disfrutar el abrazo a su regreso, ni pudieron conocer a Gema, la niña de todos aquellos que en Cuba y allende sus fronteras hicieron posible la sentencia de Fidel: ¡Volverán!
Señor presidente Barack Obama, este pueblo, a pesar de lo anterior y mucho más, lo recibió con respeto y cortesía, como merece un jefe de Estado. Lo escuchó disciplinadamente, lo saludó al pasar por las calles de La Habana, porque es un pueblo educado. Pero lo cortés no quita lo valiente. Sabe que usted puede hacer mucho más de cuanto ha hecho, aun en el corto tiempo que le queda en la silla presidencial. La Dirección de mi país lo ha explicado claro. Y nuestro pueblo no se deja engañar con las ofertas de ayuda dirigidas, fundamentalmente, a un segmento de la población.
 Su viaje a Cuba  trazó una línea de un antes y un después en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos,  y ese gesto suyo es loable, contribuye a mejorarlas. Existen diferencias entre ambos, sobre estas se ha hablado bastante, mas debe tenerse en cuenta que los dedos de las manos no son todos iguales, pero ahí permanecen, no se molestan entre sí. Eso es lo necesario: convivir en paz, respetando las diversidades de opiniones, y en busca del bien común, sin interferencias en los asuntos internos de cada nación. 
Finalmente, presidente Obama, por favor, no pida que olvidemos el pasado. Nunca dejaremos secar nuestras raíces, que datan de siglos atrás, están profundamente adheridas a lo largo y ancho del archipiélago. Esas nos suministran  la savia que nos da la fuerza para seguir siendo cubanos, resistiendo y luchando por un futuro mejor.