martes, 22 de mayo de 2012

      
Manuel Navarro Luna: El poeta que logró vivir en el tiempo y en la eternidad
                                                      
                                                                                                           "…es un poeta de cuya obra fluye la vida
                                                                                                            que se halló en los caminos de la Patria
                                                                                                            y que su poesía nos devuelve como la                 
                                                                                                            tibia leche de una ubre".
                                                                                                                                                     Nicolás Guillén

Por ARGENTINA JIMENEZ

“En Navarro Luna se juntan, en armónico vuelo, el reclamo perenne de servicio cívico, público, con la entrega de belleza a su prójimo, a la necesidad humana de poesía. Navarro era un puño indivisible de calle y hogar. De letra y palabra. De flor y machete".  Con estas hermosas palabras  nos lo describe el  periodista y poeta Félix Contreras, cuarenta y cinco  años después de su muerte.
   El 15 de junio de 1966  se detuvo  el reloj biológico,  para marcar el final de los días, pero no de la perdurabilidad del   ejemplo de Manuel Navarro Luna  (Jovellanos, Matanzas, 29-8-1894- La Habana, 15-6-1966), hombre de valores morales y virtudes revolucionarias, íntegro, y por eso, sencillo,  humilde, modesto, paradigma  de comunista, quien comenzó su carrera literaria siendo muy joven, en Manzanillo,   región oriental de Cuba, en la actual provincia de Granma, adonde lo llevaron a vivir sus padres y pasó su niñez y casi toda su existencia.
Al respecto  escribió  el prominente intelectual cubano Juan Marinello : ”… desde su región incontaminada de cosmopolitismo, logra vivir –realista y místico a la vez- en el tiempo y en la eternidad”.
En revistas de esa ciudad portuaria publicó, en 1915, sus primeros versos en los que  se vislumbraba su gran talento poético e   intensidad humana.  En 1927 ya  había provocado el juicio crítico de un grande en la historia de Cuba, Enrique José Varona: “a un poeta de verdad como usted, no le celebro los versos; los leo y los siento”, y   Raúl Roa, Canciller de la dignidad,  en 1928,  lo sitúa “en el sitio que incuestionablemente le corresponde: en la cumbre.”
Su libro Surco (1928) le mereció, a los veinticuatro años,  el elogió de figuras tan brillantes  en la Isla como don Fernando Ortiz, quien señaló que “el poeta está en posesión de los motivos sustanciales, los recursos formales y los conceptos estéticos que marcan los derroteros del arte nuevo”, y el actual presidente de la Casa de las Américas, Roberto Fernández Retamar,  lo cataloga de   “el ejemplo más patente de nuestro vanguardismo, con su pujanza y su ingenuidad”.
Pulso y Onda,  su libro de canciones (1932),   le merecieron  numerosos elogios de prestigiosos intelectuales de Cuba y otros países:   “en sus páginas se encuentra un  bello movimiento y riqueza de expresión” (Henry Barbusse);  en él  Navarro Luna “afirma una vigorosa responsabilidad de hombre de su tiempo y se gana la simpatía de todos los intelectuales honestos de América”  (José Portogalo).
 En este libro aparece “una nueva y alta poesía no conocida hasta entonces en nuestro camino literario (…) Nos sorprende aquí un verso de poderosa anchura, en que un mundo de imágenes magnas envuelve al poeta…”  (Juan Marinello);  Pulso y Onda nos habla de las grandes eficacias de este poeta, que es uno de los mas auténticos valores de esta tierra de los grandes hombres, que es Cuba  (Rafael Alberti);  “…tiene el gran mérito de una técnica nueva y una calidad más grande todavía: las fuerzas de las ideas revolucionarias” (Jorge Icaza).
 Sobre La tierra herida (1936),  el mejicano Carlos Pellicer  subrayó en octubre de 1938:   “…es un poema saturador de aliento francamente revolucionario y de magnífica calidad poética. Como solo un poeta convencido de su misión actual  puede escribirlo para entregarlo, entregándose a su patria” ;  Juan Marinello diría también: “…es una eminencia en mi recodo”  y Rómulo Gallegos acertaría al manifestar que “Navarro Luna no es el ritmo lírico de una actitud sentimental a secas, ni el grito desbocado de honor que se refiere ante el drama sangrante de los demás, es sencillamente, el himno que se alza para denunciar la tragedia de las injusticias sociales en una belleza desesperada…”, mientras Jorge Amado lo valoró de “ el poema de los movimientos del hombre enclavado en las heridas  de  la tierra esclava”.
 La  Revolución es  tema  constante en la poesía de Navarro Luna, en tal sentido el poeta nacional de Cuba, Nicolás Guillén,  precisa  que  por eso  “aunque los años pasen y amontonen los siglos, su voz resonará impetuosa. Marcará uno de los momentos más altos y más profundos de la lírica cubana”.
   Después de su deceso el inolvidable Jesús Orta Ruiz,  Indio Naborí –ya fallecido-  escribió  en términos  magistrales:  “Su oratoria era de ímpetu épico y vuelo poemático. Jamás la improvisación logró una sintaxis tan puntual ni la palabra  se llenó de tanto calor de sangre y tanta flor de énfasis. Su voz era hermosa, metálica, levantadora. Y pocas veces el lenguaje, sin un trabajo previo, logró cabalgar tan felizmente sobre un tema”.
 Y Luis Pavón, con su certero verbo:   “…Supo entender  a nuevas generaciones de creadores y alentarlos con una comprensión cabal y generosa, no muy común en nuestro medio (…) Con ser más viejo, Navarro está más cerca de los jóvenes. Y eso se verá cuando los críticos estudien su obra primera y la de nuestros mejores creadores de hoy”.
 Poeta leal a su época combatiente, Manuel Navarro Luna fue,  en palabras de  Félix Pita Rodríguez,  otro destacado de las letras cubanas, “uno de los primeros entre los poetas de nuestra Revolución, en ver con entera claridad cuál había de ser el camino que se debía seguir, cuál era el único camino de la poesía que conducía sin rodeos hacia el futuro. Y por ese camino, que ahora es el nuestro, llegó hasta nosotros.

                                                                                        

martes, 15 de mayo de 2012

LAS AMISTADES PELIGROSAS

Argentina Jiménez
Fotos tomadas de la internet
El leitmotiv de la famosa obra de Chordelos de Laclos, que da título a este comentario, publicada en 1782, traducida a diferentes idiomas, con decenas de ediciones y varias adaptaciones para el cine, continúa teniendo plena vigencia: obtener los fines perseguidos mediante la intriga
 La recordé enseguida que Sandro, uno de los personajes jóvenes de la telenovela brasileña Esplendor, se deslumbró con la moto de Bruno, su forma de vestir, desenfado… Quienes la vieron conocen el desenlace del muchacho. Se transformó hacia lo negativo, por las motivaciones que dejó traslucir la puesta televisiva.
Aprovecho la oportunidad del ejemplo para reflexionar que ese no es un caso aislado ni traído por los pelos. Sucede y con bastante frecuencia. ¿Cuántas veces algunos padres no advierten desviaciones en sus hijos, o se dan cuenta demasiado tarde? Existen los que, preocupados, aguzan los sentidos, actúan; otros no,  el problema escapa de sus  manos y en un santiamén lo tienen ante sí ya desarrollado.
Como en tiempo de ciclones, con nuestros muchachos debemos estar alerta e informados. Prevenir es mejor que lamentar. Tenemos que trabajar sin descanso para formar adecuadamente a las nuevas generaciones.
Por tratarse de niños, adolescentes y jóvenes, las capas más susceptibles de ser permeadas por influencias positivas o negativas, debido a condiciones  representativas de esas edades (cambios fisiológicos con incidencia en el comportamiento social, inexperiencia y muchas otras causas), valen la pena los máximos esfuerzos. 
 Tales situaciones, sin embargo, no son privativas, solo, de los de menos años. Los adultos también, en ocasiones,  tienen ascendencia de amistades, con sanas  o malas intenciones, y existen casos como el del vizconde Valmont y la marquesa de Merteuil, personajes de Las amistades peligrosas,  que utilizan a personas para conseguir propósitos particulares. Sacar provecho de una situación creada a otro es una bajeza.
 Se impone alejarse de semejantes individuos. Cada quien debe pensar con cabeza propia, asumir la actitud más acorde con sus intereses, que no son los de un tercero. De escuchar consejos, analizarlos a tono con el asunto planteado y después valorar si merecen ser seguidos. Los buenos son siempre bienvenidos.
 Ofuscarse es lo peor. Ante el dilema, el afectado debe proceder con cautela,  buscar soluciones y no pretender  “ganar la pelea”, haciendo mal a su contrario.  Lo mejor, opino, es dejar que la mente se aclare, profundizar  en  la cuestión objeto de preocupación o malestar, antes de adoptar actitudes equivocadas o tomar decisiones que a la postre puedan perjudicarlo si no se percata de que  está siendo utilizado.
  Es responsabilidad de los mayores  proteger a los pequeños de las amistades peligrosas, para evitarles caer en situaciones socialmente críticas o les pase como a Sandro, y de los grandes, tener como divisa esencial el buen comportamiento humano ante cualquier circunstancia y rechazar influencias perniciosas. 


viernes, 11 de mayo de 2012

Caballero de París: el vagabundo más famoso de La Habana


Por Argentina Jiménez

Foto tomada de la Internet

Aún conservo entre mis papeles viejos un periódico autografiado por el Caballero de París. Nunca he olvidado la dedicatoria que me puso: "Dios, Patria y Fidel", con letra muy grande, escrita en los bordes blancos de la primera página.
Este personaje, que bien pudiera representar un símbolo de la ciudad de La Habana, cuyas calles conocen de sus pisadas lentas e incansables y de sus fantasías; que convirtió en morada propia muchos de sus lugares, como Prado, 23 y 12, Infanta y San Lázaro... -"permutaba" con frecuencia-, nació el 30 de diciembre de 1899.
Quiso la sabiduría humana que tras un entierro humilde en el cementerio de Santiago de las Vegas, donde el musicólogo Helio Orovio le levantó un panteón por iniciativa propia, hoy, los restos del ilustre enajenado descansen en la Basílica del Convento de San Francisco de Asís, como su "alcurnia" lo merecía.
Quienes le conocimos sabemos de sus extravagancias, de cómo paseaba su abolengo con una dignidad propia de lo que su alucinada mente le hacía creer que era, con su capa, barbas y melena largas, sus bultos sucios y llenos de papeles y de quién sabe qué cosas, y de que era una persona educada.
Sabía conversar –me apena no haber retenido en la memoria nuestra conversación aquella tarde cuando me senté a su lado en un banco de un parque ubicado donde se encuentra ahora la heladería Coppelia-; jamás pidió nada, pues no era un limosnero, ni fue objeto de burlas como sí lo fueron y son algunos dementes de antes y actuales. Era respetado a pesar de su apariencia.
Juan Manuel López LLedín, su nombre de pila, es oriundo de la aldea de Fonsagrada, provincia de Lugo, España, y siendo muy joven emigró a La Habana y trabajó en los hoteles Telégrafo, Sevilla y Manhattan. Dicen que lo hizo con profesionalidad.
Acusado, injustamente, de haber cometido un robo en una casa donde laboraba de criado, cumplió prisión, y al salir de la cárcel empezó a divagar. Al triunfar la Revolución, su status no cambió, pero fue diferente. Por orientación de una mujer sensible, Celia Sánchez Manduley, él podía comer gratis en los centros gastronómicos de la ciudad.
Pasó el tiempo y llegó el momento en que ya viejo y con un marcado deterioro, fue necesario internarlo en el Hospital Psiquiátrico, donde recibió esmeradas atenciones, hasta el día de su muerte el 12 de julio de 1985.
El Caballero de París no está   olvidado. Mientras una persona lo recuerde, seguir  siendo no solo el vagabundo más famoso de la capital cubana, motivo de inspiración de un danzón de Antonio María Romeu, que lleva su nombre, y de un libro del doctor Luis Calzadilla Fierro, quien lo atendió en el Psiquiátrico.
Cuentan que ya moribundo le dijo, en ese revivir previo al último suspiro que muchos seres tienen: "Ya no soy el Caballero de París. Estos no son tiempos de aristócratas". Pienso también que aquel día de nuestra conversación, una lucidez, tal vez intermitentemente transitoria, le permitió aquilatar el cambio experimentado en nuestra sociedad. ¿Cómo si no pudo haber escrito Patria y Fidel?
Somos unos cuantos los que lo recordamos y nos sentimos felices de ver en uno de los sitios que más frecuentaba la legendaria figura, en la Plaza de San Francisco de Asís, una escultura suya como si estuviera caminando, dedicada a la memoria del ilustre personaje de la ciudad, a la que él pertenecía, y que realza  la belleza que poco a poco va recobrando el pedazo de Cuba que este hispano hizo suya con su andar e hidalguía incorruptible.


jueves, 10 de mayo de 2012

Jirones del corazón



Por: Argentina Jiménez

Fotos tomadas de la Internet

El 9 de mayo se conmemoró el aniversario 67 de la derrota del fascismo. Oportuna ocasión para destacar fragmentos de algunas de las cartas enviadas por Olga Benario Prestes, judía alemana y comunista, a su esposo, el dirigente comunista brasileño Luis Carlos Prestes -preso entonces en su país-, desde el presidio femenino de Barminstrasse, en Berlín, donde nació su hija Anita Leocadia. Además de testimonio de la barbarie hitleriana, sus palabras constituyen jirones del corazón.
 Amor, ternura, añoranza, reflexiones, desesperación, sueños y esperanza resume cada vocablo de esta valiente mujer a la que el nazifascismo privó de la vida  con poco más de treinta años, en una cámara de gas de la ciudad alemana de Bernburg, a principios de 1942, tras meses de encarcelamiento, primero en Brasil y después en el presidio femenino de Barminstrasse, en Berlín, antes de ser trasladada para el campo de concentración de Ravensbruk, antesala de sus momentos finales.
  La vida de Olga Benario Prestes cautivó a Fernando Morais, autor del libro Olga, desde que era un adolescente “cuando oía a mi padre referirse a Filinto Muller como el hombre que le había dado “de regalo” a Hitler  a la mujer de Luis Carlos Prestes, una judía alemana con siete meses de embarazo”.
  Precisa Morais que el texto no es su versión sobre la vida de la emblemática mujer o del levantamiento comunista de 1935, sino la que juzga como versión real de esos episodios, y en sus veinte capítulos nos hace partícipes de los hechos que narra, en lenguaje sencillo, directo, claro, a veces desgarradoramente.
  En sus misivas al esposo, Olga deja traslucir torrentes de emociones, aleja de su mente la tristeza que al querer desenfrenarse choca con la férrea voluntad de no permitirse vacilaciones. Su fuerza interior se impone. No la vencerán celdas de castigo ni amenazas; enhiesto el espíritu sigue aunando voluntades y levantando a quienes creen no poder alzarse; crece la admiración y vence; ni la muerte pudo matarla. Sus alas de palomas levantaron vuelo hacia la eternidad, desde donde su luz ilumina la senda de la redención humana.
En abril de 1937, cuando la niña tenía cuatro meses de edad, Olga se la describe a su esposo: Tiene el pelo oscuro  como el tuyo, tu boca, tus manos. Sus ojos son grandes y azules, pero no claros como los míos. Los ojos de ellas tienen un azul de violetas. Todo está rodeado de una tez muy suave, blanca, y por cachetes rosados, muy bonitos. Pero lo más bonito es su sonrisa. Sonríe tan lindo que nos hace olvidar todo lo que hay de malo en este mundo.
  Poco después, el 12 de mayo, le confiesa: ¿Sabes? Mi propia vida está de cierto modo en este pequeño ser. Diariamente hay en ella nuevas maravillas y cada día penetra más en el corazón. Es tan bello que la niña se alimente de mí, que yo pueda darle lo mejor de mi fuerza, de la fuerza que poseo.
Cuando le doy el pecho, en cuanto la tomo en mis brazos, abre la boquita como un pajarito hambriento, y cuando ya no puede más, suelta el pecho, me sonríe y vuelve la cabecita para tomar el resto. Si la cosa no marcha rápida, se impacienta y empieza a darme con la manita.
En el patio hay un árbol y allí anidó una familia de pajaritos. Acaban de nacer los pichones. Ellos van y vienen, regresan con insectos y otros alimentos. Paso las horas mirándolos y pienso en nosotros. ¡Ah!, solo los seres humanos somos capaces de destruir una familia de la forma que han hecho con la nuestra.
El 21 de enero de 1938 Olga jugaba con Anita cuando la carcelera abrió la puerta, acompañada de tres guardias armados, para llevarse a la criatura. Y para hacer más cruel el desenlace, le negaron que iban a entregársela a su abuela.
Buscó en vano un lugar en la celda donde protegerse, y ambas comenzaron a dar gritos. ¡Jamás! ¡Lo que quieren hacer es un crimen innombrable! ¡Salgan de aquí! ¡Solo si me matan se llevarán a mi hija!
Se la arrebataron por la fuerza, mientras ella trataba de impedirlo. !Hitler va a matar a mi hijita de un año! ¡Asesinos! ¡Asesinos! Olga se desmoronó en el piso y allí quedó inmóvil con los ojos muy abiertos, como en trance, y solo al amanecer recobró la conciencia de la tragedia que había acabado de vivir.
Quiero confesarte, le diría en abril del mismo año, que me cuesta mucho, un gran esfuerzo, pensar menos en nuestra pequeña hija; sin embargo, este es el único medio de soportar mi dolor... En agosto siguiente le decía que tenía su foto y la de la niña pegada a la pared: paso mucho tiempo contemplándolas. Pero tener solo esto, y por tanto tiempo, es muy poco...
A su suegra y cuñada les escribiría en agosto de 1939: Díganle a mi querida Anita que la madre piensa mucho en ella y que todas las noches, al acostarse, imagina lo agradable que sería cogerle las manitas y besarle su delicioso rostro.
La última carta al esposo e hija la haría a principios de 1942, en el campo de concentración de Ravensbruk, la noche del viaje en ómnibus para su último destino. Esta llegaría a sus destinatarios muchos años después, cuando Prestes ya había sido liberado. A continuación lo dedicado a la pequeña:
 Es totalmente imposible para mí imaginar, hija querida, que no volveré a verte, que nunca más volveré a estrecharte entre mis brazos ansiosos. Quisiera poder peinarte, hacerte las trenzas -ah, no, te las cortaron, pero te queda mejor el pelo suelto un poco desaliñado. Ante todo voy a hacerte fuerte (...) Debes respetar a tu abuela y quererla por toda la vida, como tu padre y yo hacemos. Todas las mañanas haremos gimnasia...  ¿Ves?, ya vuelvo a soñar, como tantas noches y olvido que esta es mi despedida. Ahora cuando pienso en esto de nuevo, la idea de que nunca más podré estrechar tu cuerpo cálido es para mí como la muerte...
De ti aprendí, querido, cuánto significa la fuerza de voluntad (...). He luchado por lo justo, por lo bueno y por lo mejor del mundo. Te prometo ahora, al despedirme, que hasta el último instante no tendrán por qué avergonzarse de mí (...) Hasta el último momento me mantendré firme y con voluntad de vivir...

 




En la imagen la hija de los luchadores Olga Benario y Luiz Carlos

lunes, 7 de mayo de 2012

Respertarlo y defenderlo

Argentina Jiménez


Foto tomada de la Internet



Ilustres personalidades han dejado para la posteridad su impronta en trascendentales volúmenes escritos en idioma español, desde el emblemático El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, de Miguel de Cervantes Saavedra, en cuyo honor quedó instituido el 23 de abril –fecha de su muerte en 1616– como el Día Mundial de esa lengua, hablada por cerca de 500 millones de personas en más de 50 países.
Devino magnífica oportunidad para levantar la voz, de nuevo, en defensa de uno de los símbolos de nuestra identidad, tan maltratado, tanto, que cada vez suman más las personas amantes del buen uso del lenguaje, quienes elevan un sonoro S.O.S., con el propósito de sensibilizar a aquellos que no le dan el lugar y la atención que le corresponde.
Abogo por el cuidado en el uso correcto del idioma en el hogar, desde que los niños abren los ojos al mundo; en los centros docentes, donde se cimentan las bases y desarrollan las capacidades, habilidades y destrezas de niños, adolescentes y jóvenes; en los medios de comunicación masiva: escritos, radiales y televisivos, patrones de conducta para los receptores de todo tipo de mensaje; y por parte de cuantos su trabajo específico consiste en hablar o escribir para un público determinado o en general.
Cada uno tiene una cuota importante en relación con el empleo del vocabulario, a fin de conseguir, en especial en las nuevas generaciones, que se expresen adecuadamente y no ofendan al intelecto con faltas de ortografía.
Estas describen sin palabras las características de las personas, al igual que el mal uso del lenguaje y la chabacanería. Y se me ocurre parafrasear: Dime cómo hablas y escribes y te diré quién eres.
Aparte del estudio de la Gramática y la Ortografía, recién actualizadas, es vital leer, poniendo atención en cómo se escribe, y escoger buenos autores, aquellos que han sentado pauta en la literatura o el periodismo. El hábito de la lectura debía ser un vicio, pero, lamentablemente, según consideraciones de expertos en la materia, quienes más necesitan adquirirlo no les interesa.
Esa costumbre debe inculcarse desde edades tempranas; a los bebés hay que cantarles, cuando crecen un poquito hacerles cuentos infantiles, después enseñarles cuadernos para colorear con figuras y llamarlas por su nombre, mayorcitos, mostrarles un libro y leerles; de esa manera va infundiéndoseles ese hábito primordial hasta que ellos mismos puedan leer solos.
Si en los hogares donde disponen de computadora, los adultos consienten que los muchachos se pasen horas delante del monitor jugando, y descuidan lo logrado respecto al hábito de la lectura, involucionan y jamás disfrutarán de un buen libro; es más, les costará trabajo profundizar en los de texto propios del nivel educacional por el cual transiten.
No estoy en contra de esos juegos de la modernidad, independientemente de la relevancia de los tradicionales, que propician la colectividad; sin embargo, resulta imprescindible compartir el tiempo entre estos y otros entretenimientos, saludables para el cuerpo y el espíritu.
También, el 23 de abril se celebra, por acuerdo de la Conferencia General de la UNESCO, el Día Internacional del Libro en honor a Shakespeare y el Inca Garcilaso de la Vega, fallecidos, como Cervantes, el 23 de abril de 1616, y porque en igual día y mes nacieron –o murieron– otros escritores eminentes; ojalá tan simbólica fecha para la literatura universal haya servido al objetivo de estimular a todos, con énfasis a los más jóvenes, a descubrir el placer de la lectura y así contribuir al buen uso del español, idioma multinacional, tan rico, y merecedor de ser respetado y defendido por quienes lo hablamos.

El sueño de un colibrí





Hoy me propongo fundar un partido de sueños, como expresa en su hermosa canción el cantautor Silvio Rodriguez y por eso propongo este blog que llevará un mensaje a todos los que abran y compartan estas páginas. Y, como toda obra de fundación, regalo esta canción que me inspira: 


Alas de colibrí

Silvio Rodríguez
 
"Hoy me propongo fundar un partido de sueños
talleres donde reparar alas de colibríes.
Se admiten tarados, enfermos, gordos sin amor,
tullidos, enanos, vampiros y días sin sol.

Hoy voy a patrocinar el candor desahuciado,
esa crítica masa de Dios que no es pos ni moderna.
Se admiten proscritos, rabiosos, pueblos sin hogar,
desaparecidos deudores del banco mundial.

Por una calle
descascarada
por una mano
bien apretada.

Hoy voy a hacer asamblea de flores marchitas,
de deshechos de fiesta infantil, de piñatas usadas,
de sombras en pena -del reino de lo natural-
que otorgan licencia a cualquier artefacto de amar.

Por el levante,
por el poniente,
por el deseo,
por la simiente.

por tanta noche,
por el sol diario,
en compañía
y en solitario.

Ala de colibrí,
liviana y pura.
Ala de colibrí

Gracias a todos por este inicio de compartir.
 Argentina