martes, 18 de octubre de 2016

LAS PIADOSAS INTROMISIONES IMPERIALISTAS


Por Manuel E. Yepe
Exclusivo para el diario POR ESTO! de Mérida, México.
http://manuelyepe.wordpress.com/

¿Está Estados Unidos próximo a consagrar la intervención humanitaria
como principio fundamental de su diplomacia?

Tal es la pregunta con que comienza un interesante trabajo sobre la
política exterior estadounidense publicado el 3 de octubre por el
columnista del tanque pensante Foreign Policy In Focus, periodista
independiente y doctor en Antropología de la Universidad de
California, Conn Hallinan.

Mientras los medios de prensa de gran circulación se centran en la
carrera entre Hillary Clinton y Donald Trump por la presidencia de
Estados Unidos, otro debate no menos importante tiene lugar acerca del
curso futuro de la diplomacia de la superpotencia.

Actualmente, Washington libra guerras activas en Afganistán, Irak,
Siria, Yemen y Somalia. Ha desplegado tropas en la frontera con Rusia,
trata de cercar a China y amplía grandemente su presencia militar en
Asia.
Para Hallinan, no sería una exageración afirmar, como lo ha hecho el
ex Secretario de defensa estadounidense William Perry, que el mundo se
ha convertido hoy en un lugar más peligroso que durante los más
tiempos tirantes de la guerra fría.

Samantha Power, actual embajadora ante la ONU, es asesora clave en
política exterior del gobierno de Obama. Dado que se cree que ella
jugará un papel similar si Hillary Clinton resulta electa, se atribuye
mucho peso a sus puntos  de vista.

En un reciente artículo, Power opina cómo, a su juicio, debe actuar un
estadista en función de avanzar los intereses de la nación. Comienza
argumentando que la diplomacia estadounidense debe reflejar los
intereses nacionales pero razona que estos son indistinguibles de los
"valores morales" y “lo que suceda a la gente en otros países forma
parte de nuestra propia seguridad nacional".

Power, junto con Hillary y el ex presidente Bill Clinton, han sido
defensores de la “intervención humanitaria”, argumento con el que
Estados Unidos intervino en la guerra civil yugoslava y que, luego,
formalizado el término como “responsabilidad de proteger”, fue la
justificación para derrocar a Muammmar Gaddafi en Libia.

Hillary Clinton ha defendido la idea de establecer "zonas de exclusión
aérea" para bloquear a Siria y evitar que aviones rusos bombardeen a
los sediciosos de ese país que Washington controla.

Pero la señora Power propone algo distinto a una intervención
humanitaria. Sugiere elevar la responsabilidad de proteger al nivel de
la seguridad nacional, argumento obviamente inaceptable para países
cuyo sistema jurídico no sea idéntico al norteamericano.

Aunque Rusia, China y Venezuela están igualmente en la mira de
Washington, Samantha Power dedica más tiempo a Moscú y la actual
crisis en Ucrania. Washington acusa a Moscú de ocupar la Crimea y de
haber silenciado la noticia de la intervención rusa a su propio
pueblo, porque  "muchos rusos podrían oponerse a tal acción” pasando
por alto que han sido los medios de prensa rusos los que
principalmente han informado sobre la situación en Ucrania.

Según Hallinan, Power no presenta evidencia alguna que respalde esta
declaración porque no las hay. Al margen de lo que se piense del papel
de Moscú en Ucrania, la gran mayoría de los rusos no sólo está
consciente de ello, sino que apoya al Presidente Vladimir Putin
abrumadoramente en el tema.

Desde el punto de vista del ruso promedio, la OTAN ha estado
constantemente marchando hacia el este desde el final de la guerra de
Yugoslavia. Son los estadounidenses los que están desplegados en el
Báltico y Polonia, no los rusos sobre las fronteras de Canadá y
México. Los rusos son muy sensibles sobre cuestiones de fronteras,
habida cuenta las decenas de millones de ciudadanos que murieron en la
II Guerra Mundial, algo que Power parece ignorar.

A Power no parece preocuparle lo que los chinos y los rusos piensen de
Estados Unidos, aspecto que –según Conn Hallinan– constituye una
habilidad esencial en la diplomacia internacional porque es así como
un estadista determina si el oponente plantea una amenaza grave para
su seguridad nacional.

¿Es Rusia acaso -como dijo recientemente Obama en la ONU- quien
“intenta recuperar por la fuerza la gloria perdida” o es que Moscú
reacciona a lo que percibe como amenaza a su seguridad nacional? Rusia
no intervino en Ucrania hasta que Estados Unidos y sus aliados de la
OTAN apoyaron el golpe de estado contra el gobierno de esa nación y
abandonaron un acuerdo que había sido forjado entre la Unión Europea,
Moscú y Washington para resolver pacíficamente la crisis.

Hallinan concluye su trabajo con una cita del experto en temas
mediorientales Patrick Cockburn: “Estados Unidos sigue siendo una
superpotencia, pero ya no es tan poderoso como antes. Si bien aún
puede derrocar regímenes que no sean de su agrado, no puede reemplazar
lo que ha sido destruido”. El modelo de diplomacia de la señora Power
es una fórmula reiterativa de guerra e inestabilidad.

Octubre 13 de 2016.

¿El huracán pasó por Cuba?



Por Roxana Romero Rodríguez
“¿El huracán pasó por Cuba?”, me preguntó un seguidor austriaco desde el Facebook. “Pues claro – contesté- y a su paso dejó un panorama desolador”. Este hombre llevaba varios días offline y a su regreso, solo encontró contenidos de Matthew en Haití y Estados Unidos, como si no existiera el archipiélago cubano.
Me disculpan la crudeza del enunciado, pero como Cuba no aportó muertos sobre cuyas pérdidas montar el espectáculo sensacionalista, sencillamente no está en los grandes medios.
Haga la prueba en Google o cualquier otro metabuscador, rastree las tendencias en las redes sociales y las etiquetas de mayor posicionamiento. Solo la estremecedora desgracia del pueblo haitiano y el impacto en la Florida marcan la noticia.
Los noticiarios rojos y amarillos evaden a una Cuba que exhibe la gran victoria de no haber perdido ninguna vida humana. El sistema de alerta temprana funcionó, la población se evacuó y los Consejos de Defensa, junto al pueblo, garantizaron las condiciones mínimas indispensables para la protección.
Así que los enemigos internos de nuestro proceso político, y con ellos los periodistas autodenominados independientes, buscan afanados excusas para condenar el sistema de organización en casos de desastre.
Y han encontrado muchas, entre ellas, que el fondo habitacional de los municipios afectados no era bueno antes del paso del huracán. Eso es cierto.
En Maisí, como es tradición en los campos cubanos, abundan las viviendas de cubierta ligera y paredes de madera; el nivel adquisitivo no es alto en muchos poblados y las condiciones de vida distan de los estándares de calidad establecidos por la sociedad de consumo.
Más en la ciudad de Baracoa, donde el movimiento económico es mayor, un casco histórico de quinientos años tampoco resistió el embate ensañado de un Matthew categoría cuatro. La furia de la naturaleza no distingue entre más pobres y más ricos.
De modo que las agendas informativas rebuscan bajo cualquier piedra casos de construcciones deterioradas y trámites no resueltos antes del ciclón. Convierten esas historias en blanco de acusaciones contra Cuba y su dirección política.
No quito que sean historias ciertas en muchos casos, pero la realidad de los damnificados no son utilizadas por los medios contrarrevolucionarios para ayudar, sino como pretexto para hacer política al nivel más bajo.
Sí, el huracán pasó por Cuba, pero los territorios azotados por Matthew ya están inmersos en un proceso de reconstrucción donde se distribuyen, poco a poco y sin descanso, materiales de la construcción, alimentos y recursos básicos: eso no se ha dicho tampoco en los media, ni la prensa independiente financiada por la oposición. La desgracia ajena no debe ser pretexto político para una guerra de bandos.
En una batalla donde los alternativos somos nosotros, es casi imposible vencer la superioridad numérica, tecnológica, hegemónica y alcance territorial del enemigo. Es difícil también desmontar sus discursos, perfectamente articulados para desestabilizar a la población dentro de la isla aprovechando la tensión propia que generó la catástrofe.
Más allá de las posturas ideológicas, jugar limpio en estos casos es cuestión de ética, humanidad y decoro.
Sin poder usar las herramientas más efectivas de posicionamiento de contenidos en la web, sin poder competir con el ritmo de producción informativa de los grandes conglomerados mediáticos, sin acceso a la más moderna tecnología y sobre todo, desplazados nuestros contenidos por quienes pagan para que suceda esto; nos asiste a nosotros, a los que nos llaman oficiales, hacer lo que sabemos y saber bien lo que hacemos: construir nuestra propia realidad, que es la de un país entero apoyando en el proceso de recuperación.
A los que, como mi amigo austriaco en Facebook no saben qué pasó en suelo cubano, informo que superamos con creces la prueba de Matthew y ahora el huracán es de amistad y solidaridad desde el resto de Cuba y el mundo.
Tomado del periódico Venceremos