jueves, 12 de febrero de 2015

Memoria de prisión y de vida




Por: Argentina Jiménez

Un canto a la amistad, al amor y la solidaridad es el tema central del libro Decidme lo que es un árbol, memoria de la prisión y la vida, de Marcos Ana, comunista español condenado a muerte, pena conmutada por la de 60 años de cautiverio en cárceles de la dictadura franquista.

 De los 23 años que estuvo preso, cuenta innumerables experiencias de cómo transcurría la existencia de los presos políticos y cómo los comunistas estaban organizados clandestinamente incluso en aquellos terribles y primeros tiempos cuando la más pequeña delación podía suponer la tortura o la muerte.

 El relato de quien se hizo poeta en la prisión lo preceden dos prólogos, uno a la edición cubana, del doctor Armando Hart, y el de José Saramago, quien califica el volumen de “una lección a la Humanidad” Y agrega el destacado escritor que Marcos Ana examina y describe con sutil bisturí y un estilo seguro de sus recursos, la vida en la cárcel, sus heroísmos y sus desfallecimientos, la solidaridad convertida en instinto, la valentía como un hábito, sin las que no sería posible sobrevivir al infierno de los días y las noches, de larga espera de una libertad que para muchos nunca llegó.

 Marcos Ana la obtuvo gracias a un decreto del dictador Francisco Franco, quien anunció la libertad para todos los presos políticos que llevaran más de 20 años encarcelados de manera ininterrumpida. Era noviembre de 1961 y de los 465 que había solo en el penal de Burgos, él fue el único que cumplía ese requisito.

Decidme… consta de 179 páginas, estructurado en siete capítulos y aspectos. Esta entrega de la Editorial Ciencias Sociales deja constancia de las ideas de Marcos Ana, expresadas en el siguiente párrafo:

Yo no soy un poeta cultivado, solo un hombre que escribió versos, un poeta necesario, cuyos poemas se extendieron por el mundo y se tradujeron hasta el japonés, no por su valor literario, sino porque era mi voz la voz de muchos, una voz encarcelada, un testimonio vivo que contribuyó a la defensa y a la libertad de mis hermanos”.

En una carta enviada a él por Pablo Neruda, en la cual le daba la bienvenida a su libertad, le decía: Tú  eres el rostro que esperábamos, resurrecto, resplandeciente, como si en ti volvieran a vivir luchando los que cayeron”.