Por: Argentina Jiménez
Un canto a la amistad, al
amor y la solidaridad es el tema central del libro Decidme lo que es un árbol, memoria de la prisión y la vida, de
Marcos Ana, comunista español condenado a muerte, pena conmutada por la de 60
años de cautiverio en cárceles de la dictadura franquista.
De los 23 años que estuvo preso, cuenta
innumerables experiencias de cómo transcurría la existencia de los presos
políticos y cómo los comunistas estaban organizados clandestinamente incluso en
aquellos terribles y primeros tiempos cuando la más pequeña delación podía
suponer la tortura o la muerte.
El relato de quien se hizo poeta en la prisión
lo preceden dos prólogos, uno a la edición cubana, del doctor Armando Hart, y
el de José Saramago, quien califica el volumen de “una lección a la Humanidad” Y agrega el
destacado escritor que Marcos Ana examina y describe con sutil bisturí y un
estilo seguro de sus recursos, la vida en la cárcel, sus heroísmos y sus
desfallecimientos, la solidaridad convertida en instinto, la valentía como un
hábito, sin las que no sería posible sobrevivir al infierno de los días y las
noches, de larga espera de una libertad que para muchos nunca llegó.
Marcos Ana la obtuvo gracias a un decreto del dictador Francisco
Franco, quien anunció la libertad para todos los presos políticos que llevaran
más de 20 años encarcelados de manera ininterrumpida. Era noviembre de 1961 y
de los 465 que había solo en el penal de Burgos, él fue el único que cumplía
ese requisito.
Decidme… consta de 179 páginas, estructurado en siete capítulos y aspectos. Esta
entrega de la
Editorial Ciencias Sociales deja constancia de las ideas de
Marcos Ana, expresadas en el siguiente párrafo:
Yo no soy un poeta
cultivado, solo un hombre que escribió versos, un poeta necesario, cuyos poemas
se extendieron por el mundo y se tradujeron hasta el japonés, no por su valor
literario, sino porque era mi voz la voz de muchos, una voz encarcelada, un
testimonio vivo que contribuyó a la defensa y a la libertad de mis hermanos”.
En una carta enviada a él
por Pablo Neruda, en la cual le daba la bienvenida a su libertad, le decía:
Tú eres el rostro que esperábamos,
resurrecto, resplandeciente, como si en ti volvieran a vivir luchando los que
cayeron”.