martes, 27 de diciembre de 2016

60 años después: Vivencias de los expedicionarios del yate Grama en diciembre de 1956 (XVI y final)



Días 30 y 31. Siguen avanzando los guerrilleros por un tupido monte. Nuevo campamento. Aún más intrincado. Frío, humedad. El 31 duermen bajo techo. Llegan noticias: desde Estrada Palma avanzan contingentes de guardias. Otros tres merodean por la zona donde están Fidel y sus compañeros. Resumen del destino de los expedicionarios.
 
Por: Argentina Jiménez
 
Domingo 30. Parte la tropa comandada por Fidel hacia  lugares más abruptos de la Sierra Maestra, por dentro de espesos bosques. Llueve finito, pero se cuela entre el follaje de los árboles. Los guerrilleros sienten el frío y la humedad por encima de la ropa. Escribe Raúl: “Nunca creí que en Cuba existiera una niebla tan densa. Seguimos avanzado en medio de la niebla, que a 30 metros no se veía nada. Acampamos en una montaña boscosa, batida por el aire.” Paran a cuatro kilómetros del anterior campamento de La Catalina en espera de la llegada de la noche para continuar. Lo hacen por una pendiente  descampada para, después de una  pradera, arribar al sitio previsto con anterioridad: la casa de Juan Marrero, encima de una ladera. Crescencio Pérez se adelanta y le informa de la inminente llegada de los restantes compañeros. A las 10 p.m., jadeantes y helados, allí les esperan con una comida  que los reconforta: arroz con gallina y viandas.
Con más ánimo y mejor temperatura corporal, dos horas después vuelven a emprender el camino. Bajan un tramo, cruzan entre dos elevadas montañas, doblan al Este. Por una vertiente ascienden en dirección a un  monte denominado La cotuntera. Describe Raúl en su diario: “Partimos a un bosque cercano y casi impenetrable, donde acampamos. Con tres compañeros más, me encargué de las guardias nocturnas, donde por violar las normas de fumar de noche, me puse a fumar un cigarro debajo de la colcha, me quedé dormido y se me quemó la camisa del uniforme, la de lana, la camiseta, y ya me estaba quemando cuando desperté”.
Lunes 31. Penetran más en el bosque. Pasan la mañana sin comer nada, porque Marrero no los encontró al llevarles el desayuno.  Al mediodía, junto con su hijo Anguelo, sí da con ellos y al fin pueden ingerir  el almuerzo llevado por los solidarios campesinos. Como están a la intemperie, los castigan la llovizna y el frío. Ante tales  condiciones, el jefe determina ir,  cuando  haya llegado el crepúsculo, a  una vivienda próxima, fuera del monte, donde vive Inocencio Jordán. Dice Che en su diario: “El último día  del año pasó en instrucción de los nuevos reclutas, leyendo algo y haciendo las pequeñas cosas de la guerra. Por la noche dormimos en un bohío donde festejamos la noche buena durmiendo a la sombra”.
Cerca de la medianoche reciben al hijo de Ramón Marrero, quien, proveniente de la casa de Mongo Pérez, les trae lo que han pedido los combatientes y noticias.  Contingentes  de tropas de Estrada Palma se desplazan hacia la Sierra y rondan la zona  tres guardias. Raúl apunta: “Con relación a la noticia de que están metiendo tropas por varios lugares de la Sierra, tomé hoy especiales medidas en las guardias nocturnas, y yo mismo permanecí despierto toda la noche distribuyéndolas.
“La noche, hermosa y estrellada, fuerte brisa batía el bohío, que presentaba una magnífica atalaya nocturna, por la parte de atrás, subiendo un poco y como a unos 200 metros, estaba el bosque. En una barbacoa durmieron tres compañeros, el resto distribuido bajo el techo de la barbacoa, donde había un lugarcito sin paredes, con excepción de la que pegaba a la casa, y en el pequeño cuarto y salita con que cuentan casi todos los bohíos. Los que estábamos de guardia, al dar las doce de la noche, estábamos hirviendo una calabaza con algunas malanguitas que nos trajo el diminuto, bueno y trabajador Chencho (Inocencio Jordán).”
Para Fidel y sus hombres, así terminó1956, un año decisivo para el desarrollo de la última etapa de liberación  en Cuba. Dos años después se hacía realidad la máxima del Comandante en Jefe: “Si salgo, llego; si llego, entro, y si entro triunfo”.
(Fuente Diario de la guerra. Diciembre de 1956…)

Resumen del destino de los expedicionarios

Caídos  (c ) o asesinados (a) entre el 5 y 16 de diciembre de 1956: 21
 (Luis Arcos Bergnes (a), René Bedias Morales (a), Miguel Cabañas Perojo (a), Israel Cabrera Rodríguez (c), Noelio Capote Figueroa (a), Félix J. Elmuza  Agaisse (a), Cándido González Morales (a),  Santiago L. Hirzel González (a), Humberto Lamothe Coronado (c),Antonio –Ñico- López Fernández (a), Andrés Luján Vázquez (a), Juan Manuel Márquez Rodríguez (a), José R. Martínez Álvarez (a), Armando Mestre Martínez (a),René O. Reiné García (a), Eduardo P. Reyes Canto (a), Oscar Rodríguez Delgado  (c), Tomas D. Royo Valdés (a), Miguel José R. Smith Comas (a), Raúl Suárez Martínez (a). Saavedra Pérez (a)
Reagrupados entre el los días 16 y  27: 20.
Fidel Castro, Raúl Castro, Juan Almeida, Efigenio Ameijeiras, Reynaldo Benítez, Carlos Bermúdez, Camilo Cienfuegos, Luis Crespo, Rafael Chao, Julio Díaz,  Calixto García, Francisco González, Ernesto Guevara, Calixto Morales, Faustino Pérez, Ciro Redondo, René Rodríguez, Armando Rodríguez, Universo Sánchez,  Ramiro Valdés.
Capturados por fuerzas de la tiranía: 21.
Enrique Cámara, Norberto Collado, Jaime Costa, Arturo Chaumont, Francisco Chicola, Manuel Echevarría, José Fuentes, Mario Fuentes,  Gilberto García, Norberto Godoy, César Gómez,  Mario Hidalgo, Pablo Hurtado, Antonio Darío López,  Jesús Montané, Evaristo Montes de Oca, Arnaldo Pérez, José Ponce, Roberto Roque, Rolando Santana, Guillén Zelaya.
Lograron escapar a la persecución: 20
Emilio Albentosa, Enrique Cuélez,  Mario Chanes, Pablo Díaz, Raúl Díaz, Gino Donne, Ernesto Fernández, Arsenio García, Gabriel Gil, Jesús Gómez, Armando Huau, Ramón Mejías, José Morán, Rolando Moya, Onelio Pino, Jesús Reyes, Horacio Rodríguez, Fernando Sánchez—Amaya, Esteban Sotolongo, Pedro Sotto.
Reincorporados al Ejército Rebelde en 1957:7:
Raúl Díaz, Arsenio García, Gabriel Gil, José Morán, Horacio Rodríguez, Esteban Sotolongo, Pedro Sotto.

Fuente: De Tuxpan a la Plata Sección de Historia de la Dirección Política de las FAR).





60 años después: Vivencias de los expedicionarios del yate Grama en diciembre de 1956 (XV)

Días del 27 al 29. Mudan el campamento hacia una zona súper intrincada en una elevación. Solo una persona conoce el caminito para llegar hasta allí. Che asa una vaca al estilo argentino. Aumenta la tropa: 24 combatientes, 19 de ellos expedicionarios y el resto campesinos. Les llega más parque desde Manzanillo.

Por Argentina Jiménez

Jueves 27. En una elevación  llena de bosque,  prácticamente inalcanzable, nombrada La  Catalina,  al inicio  del arroyo Los Negros, radica ahora el campamento de los hombres de Fidel. Desde allí pueden divisar el  pico del Café, cercano, en el firme de la Sierra Maestra. Es una zona fría y más en diciembre. El Che sugiere asar al estilo de las pampas argentinas una ternera comprada por Alejo Piña a petición de Crescencio, quien le dio el dinero y la trajo al mediodía. Mientras descueran la res, la abren y  colocan entera sobre una parrilla hecha con varas, la cual afincan en la tierra, inclinada, otros echan leña debajo para el fuego.
No podían faltar  las anotaciones de Raúl al respecto: “Ya tarde en la noche, como a las once, estuvo medio asada la res, y comimos algo. Estando de posta entre 12 y 1 y 30 de la madrugada, el silbido de clave me anunció la llegada de gente amiga. Era J (Julián Piña, un campesino de Manacal) con los dos Carlitos. Se repitió una vez más el regocijo de dos compañeros combatientes que se han creído mutuamente que el otro está muerto. Es la más grande de las alegrías.” Carlos Bermúdez viene en muy malas condiciones de salud. Lo traen casi cargado. El resto de la noche casi nadie duerme entre el gozo y la satisfacción de la llegada de estos expedicionarios  y la algarabía y bromas sobre la  res preparada por el Che, quien en tal sentido escribió: “El día de la fecha transcurrió casi sin novedad asando solamente una vaca a la argentina, que salió buena, pero tardó mucho”.
El viernes 28 llegan seis compañeros y nuevas sorpresas. Burlando al enemigo ya están entre la tropa los expedicionarios Julito Diaz, Luis Crespo y José Morán; los campesinos Sergio Acuña, de Purial;  Manuel Fajardo, de Niquero, quien junto con Guillermo García ha estado buscando armas, y este último ha traído un fusil Johnson, revistas, periódicos e informaciones. Poco después  emprende el regreso en cumplimiento de otras tareas  orientadas por Fidel. Sin contar a Guillermo y a Bermúdez,  sin posibilidades físicas de seguir la marcha, la cifra de combatientes alcanza los 24, de ellos 19 de los sobrevivientes del Granma. Fragmentos de lo redactado por Raúl acerca de una alarma en esa jornada:
“Hoy empezamos a organizarnos en forma más estricta. De almuerzo tuvimos algunas viandas y un caldo hecho de panza, corazón, etc., todavía queda algo del asado del Che. Un rato después de almorzar se  sintió un disparo cerca, inmediatamente todo el mundo a las armas, cuando en eso un compañero, C García, palanqueando su rifle, se le escapó otro disparo en medio del campamento. Hubo compañeros que sin saber de dónde venía, ya habían emprendido el camino de la montaña, en retirada desorganizada. Hay algunos que todavía no actúan con serenidad en el momento de los tiros.  Nos retiramos para donde estábamos asando el torete, se mandó a investigar y fue que en una de las postas, había uno de los compañeros incorporados hoy que no estaba muy ducho en el manejo de las armas y se le escapó un tiro. Se investiga que por suerte la topografía del terreno no permitió que los disparos se escucharan muy lejos”.
Por tanto, Fidel decidió quedarse en el mismo  lugar, antes  de penetrar más en las lomas, en espera de los compañeros procedentes de Manzanillo.  Sobre criterios alrededor de la vaca cocinada por el Che, unos lo halagaban, otros no. Por un lado quedó  cruda, y al tercer día, con naranja agria y plátanos hervidos, se la comieron,  solo quedaban los huesos. Como dijo Raúl, “¿Quién ha visto a un guerrillero hambriento respetar una carne pestilente?
 En la mañana del sábado 29  Fidel valora con Raúl y Crescencio  atacar por sorpresa a los guardaespaldas de un terrateniente,  para  realizar alguna acción  a fin de que no creyeran derrotados a los expedicionarios,  mas desisten debido a la escasez de parque y la carencia de armas para quienes están por llegar. En su diario anota Raúl: “Se tomaron algunas disposiciones sobre la organización futura del nuevo destacamento: los campesinos que se nos han unido irán engrosando  una nueva escuadra dirigida por G. García, que tan útil nos ha sido, salvando a compañeros y algunas armas que habían abandonado. La mayoría de las que contamos hoy, las encontró él y su gente”.
El mismo día en horas de la noche arribaron de Manzanillo, de nuevo,  los enlaces Escalona y Eugenia Verdecia. Ella, en una faja debajo de su falda, trajo 16 fulminantes más y cartuchos de dinamita, más mecha,  cuatro peines para las ametralladoras, dos de ellos cargados y ocho granadas de mano. Precisa Raúl: “Con heroínas anónimas como estas que imitan en todo a las mambisas del pasado, no puede haber causa perdida”. Por ellos supieron de la muerte de Cándido, no se acordaban del apellido. “Ojalá estén equivocados, porque de ser cierto, sería entonces el querido y valioso compañero Cándido González”, plasmó Raúl en su diario, y agregó:” De Ñico (López) tampoco se sabe nada. ¡Cómo han muerto compañeros buenos y útiles!”.

(Fuente Diario de la guerra. Diciembre de 1956…)

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