lunes, 30 de marzo de 2015

Mariana Grajales Cuello: Símbolo de las mujeres cubanas (I)



El 12 de julio de 2015 se cumplen doscientos años del nacimiento
de esa  gran patriota  Orígenes, primeros tiempos, matrimonio.

Por: Argentina Jiménez

¡Qué halo rodearía a Mariana Grajales Cuello para haber inspirado a José Martí, el Héroe Nacional de la independencia de Cuba,  a escribir tantas bellas y  sentidas páginas y epítetos elogiosos!
  La nombran La Madre de los Maceo,  La Madre de todos los cubanos, La Madre de la patria, La madre de la nación y Martí la llamó Mariana Maceo, apellido de hombres valientes, corajudos, inscritos para siempre
en la historia; mas, Mariana Grajales Cuello brilla con luz propia.
 Cuando vino al mundo distaba mucho la fecha de la abolición de la esclavitud en Cuba, pero ella nació libre, porque sus padres,Teresa Cuello Zayas y José Grajales Matos, mulatos, lo eran,  y
ni siquiera habían sufrido ese flagelo.
  Procedían de la isla de Santo de Domingo,  de donde llegaron en una de las oleadas de franceses, mestizos y negros que emigraron o huyeron cuando la sublevación de los esclavos en Haití.
  La mayoría de los biógrafos de la familia Maceo Grajales dan como fecha de nacimiento de Mariana el 26 de junio de 1808, pero según consta en su partida de nacimiento conservada en el Archivo de la parroquia de Santo Tomás Apóstol en Santiago de Cuba, capital oriental de la Isla -la ciudad natal- , y por la memoria oral de muchos de sus descendientes,  vio la luz primera el 12 de julio de 1815.
 Todo parece indicar que solo recibió educación mínima en el hogar , pues en aquellos tiempos estaba vedada para los mulatos y pobres una instrucción mayor. Algunos consideran estudió las primeras letras (la cartilla), pero aún persisten dudas sobre si sabía
leer y escribir. Unos afirman que sí, otros lo contrario.
  Lo más cierto parece ser, de acuerdo con el historiador Eduardo Torres Cuevas, que en el hogar paterno se nutrió como alimento espiritual de las fuerzas morales que lo  sustentaban.
 También contribuyeron a la formación de su carácter las  labores en el campo en la finca propiedad de su progenitor, próxima a la ciudad donde residía la familia. A medida que crecía, se fue convirtiendo en  una mujer recia, de principios inflexibles, trabajadora incansable y con una inteligencia natural, vivaz y ágil.
  No  lejos de su casa había  una prisión de cimarrones (esclavos que huían de los azotes y otros maltratos físicos de los amos blancos) y,  según han escrito,  la pequeña tuvo conocimiento  de esos lugares  y también  de los palenques (sitios intrincados
de Oriente donde ellos se escondían y vivían en libertad).
  Lógico es pensar que conoció de tan inhumana situación afrontada por los esclavos en Santo Domingo por relatos de sus padres, y lo que escuchaba en su entorno.  Eso fue calando en su conciencia y desarrollando, por un lado, un sentimiento de repulsa hacia el
régimen colonialista español imperante, y por otro,  sus ideas libertarias.  
 Aunque poco se sabe de la niñez y adolescencia de Mariana resulta dable imaginar la influencia ejercida en ella por su padre, porque, dada su condición de mulato libre y humilde, y haber conocido la esclavitud en su tierra natal, sentía vergüenza por ese hecho aborrecible y la discriminación de su raza en la Isla.
 Ella, muy joven, contrajo nupcias el 21 de marzo de 1831 con un mestizo también libre, Fructuoso Regüeiferos Hechavarría, con quien tuvo sus primeros cuatro hijos varones.
  Por las circunstancias en que estos terminaron sus vidas,  puede deducirse que el marido ansiaba la libertad de Cuba, influyó en  sus descendientes y sembró la semilla de un mayor
desarrollo posterior de las ideas independentistas de Mariana y comportamiento con  sus hijos.
  Regüeiferos falleció el 5 de julio de 1840. Viuda, sola y  pobre,  tuvo que  volver a la  casa de sus padres.




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