Por:
Argentina Jiménez
Cuatro
letras nacieron siendo símbolo. Símbolo del amor, la esperanza, la fidelidad. Recién
estrenado el 2015, el 6 de enero, un alumbramiento devino detonador de una
inmensa alegría, no solo de sus padres, sino de millones de cubanos y de amigos
de otras latitudes. Gema es la niña de todos aquellos que sufrían como propia
la incertidumbre de si se haría realidad el sueño de Adriana y Gerardo de
formar una familia. Al llegar al mundo,
a la pequeña le brotaron tíos, abuelos, primos… como germinan
plantas y abren las flores en primavera. Quienes ayudaron al tránsito de la polinización estarán
también colmados de gozo; les creció la familia, para algunos lejana, pero unida por lazos que no se rompen por la
distancia. Segura estoy de que sonrieron emocionados, como tantos, al
contemplar las imágenes de Gema en los brazos de papá Gerardo, bajo la mirada
arrebolada de Adriana para quien la sonrisa parece habérsele congelado en los
labios desde el día que sintió de nuevo el calor del abrazo del compañero tras
tantos años de ausencia física. Se me ocurre pensar que si la sonrisa de
Monalisa es famosa por su magnetismo, la de Adriana ha devenido la de la felicidad. La historia de
Gerardo y Adriana, propia para una
película, comenzó una nueva etapa el 17 de diciembre de 2014, cuando una
indescriptible emoción conmovió a las personas buenas: ¡Volvieron Antonio,
Ramón y Gerardo! Ya los Cinco estaban en Cuba.
Desde entonces la vida de la amorosa pareja formada por Gerardo
Hernández Nordelo y Adriana Pérez O´Connor cambió radicalmente. Ahora,
constituida en familia con la llegada de su hija, alcanzó la dimensión siempre
soñada. Infinidad de corazones henchidos de emoción latieron al
unísono al conocer la noticia: Nació Gema.
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