martes, 6 de enero de 2015

Celia Sánchez Manduley: La flor más autóctona de la Revolución cubana




Argentina Jiménez
Fervorosa martiana. Nació en  Media Luna, Manzanillo, región oriental de la Isla. En su temprana juventud,  junto a su padre, subió al Pico Turquino y participó en la colocación de un busto del Héroe Nacional de Cuba en la cima de esa montaña, la más alta del archipiélago cubano y escenario de las luchas por la definitiva independencia de la Isla.
Para Celia Sánchez Manduley, la Historia era una ciencia y su costumbre de guardar cada papelito relacionado  con la lucha armada en la Sierra Maestra o una orden o carta de Fidel Castro, el Comandante en Jefe, ayudó a  preservar importantes documentos, que después del triunfo del primero de enero de 1959 pasaron a engrosar los archivos de la Oficina de Asuntos Históricos del  Consejo de Estado, al igual que les grabó testimonios a los médicos que participaron en esa gesta. Lo mismo hizo con los combatientes del asalto al cuartel Moncada, lo que reviste gran valor en esta era de nuevas tecnologías y para  preservar la memoria  historica..
Sobresalía además por su gran capacidad de trabajo, su admiración por las mujeres africanas, de otros continentes, y  sobre todo de América, por ejemplo Manuela Sáenz, la libertadora de Simón Bolívar, así como por otras de países del área que combatieron contra el colonialismo español; en fin, admiraba a muchas mujeres valiosas del mundo.
Quiso ir a México para venir en la expedición del yate Granma, pero Fidel le dijo que ella era más útil aquí, como realmente fue su  ayuda cuando desembarcaron los combatientes, y después  para enviar combatientes para la Sierra Maestra, antes de ella subir definitivamente.
.Valiente y virtuosa, se destacaba  además porque era una mujer de detalles. En fin de año siempre les mandaba algún regalo a las guerrilleras..En una ocasión  envió a una de ellas  un par de botas y un pomo de perfume. Las botas, le decía, porque te hacen falta para el trabajo que estás realizando, y el perfume  porque una mujer no debe dejar de ser femenina.
Un compañero cercano a la Heroína narró que cuando murió la mamá de Fidel, él estaba en el Caney de las Mercedes – región sudoriental de Cuba- y le envió el pésame. ¡Qué exquisita sensibilidad la suya!.  
Una de las “hijas” de Celia –ella trajo para La Habana y crió a varios muchachos que perdieron a sus padres durante la guerra-, Eugenia Palomares, refiere que  estaba llena de parásitos  y no sabía bañarse y lavarse la cabeza y que en casa de ella aprendió muchas buenas costumbres. Le preguntó si sabía leer y cuando le dijo  que sí le dio un papel con un pensamiento de José Martí, Héroe de la independencia de Cuba,  y ella solo sabía deletrear. La mandó a una escuela y la pusieron en primer grado. La conserva en su memoria como una maestra y pedagoga.
Cuando Fidel  convocó para crear el contingente de educadores Manuel Ascunce, Eugenia no quería integrarlo, no quería ser maestra, y Celia le preguntó en cuál asignatura tenía más problemas; al contestarle que en Historia, le dijo, pues vas a ser maestra de Historia.
“Yo la veo como una madre, agregó. El castigo que nos ponía cuando nos portábamos mal era encerrarnos en el cuarto donde nos daba libros para leer. Como el tiempo le escaseaba para estar en la casa, a veces se comunicaba con nosotros a través de letreros pegados donde los viéramos: recuerden que hoy es el cumpleaños de fulano, Tony escribió desde Angola y les manda recuerdos… Así era ella”
Durante la Crisis de Octubre, en 1962,  otro combatiente conocido de ella, quien estuvó movilizado en la Cueva de Los Portales, en Pinar del Río, occidente cubano, comentó que al llegar allí cuando lo único que comían eran galletas. La primera en preocuparse por saber cómo se  alimentaban fue Celia, y mandó a que les llevaran comida de un restaurante que había abajo. “Nosotros estábamos en una montaña, eso evidencia  su valor humano”.
A 35 años de su desaparición fíisica, el 11 de enero de 1985, ¡tantas personas la quieren y recuerdan! Por su manera de ser, sencilla,  vive en la memoria de los cubanos “la flor más autóctona de la Revolución”, como la calificó en su despedida de duelo el doctor Armando Hart, miembro del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y jefe de la Oficina del Programa Martiano.
                                                Flor de la mariposa, preferida por Celia.

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