miércoles, 17 de octubre de 2012

No me grites…


                                              
Por Argentina Jiménez

que no por eso vale más lo que tu dices… Elocuente esta letra de una canción para llamar la atención sobre el  tema violencia verbal.
Ningún tipo de violencia conduce a resultados positivos; en cualquier tipo de relaciones interpersonales  manifestarse de tal manera ejerce una influencia nociva para amas partes involucradas. Hasta los animales reaccionan negativamente si se sienten agredidos así.
Algunos consideran que al elevar los decibelios de la voz ganan en autoridad, y es todo lo contrario dañan su imagen ante los demás; vociferar es, ante todo, sinónimo de mala educación; la persona que no sabe controlar sus impulsos debe aprender a hacerlo para evitar males mayores
Este tipo de fenómeno tiene varias maneras de manifestarse: una mirada iracunda, un gesto hostil, una frase irónica, hablar o responde de mala forma, tirar algo en momentos críticos, todos son muestras de agresividad extrema.
Si el perjudicado es un menor, esa acción violenta despertará en él sentimientos contradictorios, al no poder discernir el porqué de una actitud semejante: gritarle en vez de hablarle a la hora de bañarse, hacer la tarea o comer, y si mira al interlocutor como preguntándole por qué, recibir un ¿qué miras?, tirarle del brazo al caminar para que lo haga al mismo ritmo de un mayor de piernas más largas que las suyas.
También padece de ese mal un chofer que no  detiene el ómnibus en una parada llena de gente porque ese día amaneció con el “moño virado” y le importa un comino quienes esperan por ese servicio, o el nieto que contesta bravuconerías a la abuela y el padre lo reprime en mala forma.
La gritería y las ofensas no logran, generalmente, el efecto deseado y sí herir sensibilidades, crear roces, rechazo, resentimiento, alejar a las personas…, en fin, afectan las relaciones familiares, conyugales, de amistad, y si sucede algo parecido en los centros docentes, incidirá negativamente en el aprendizaje, el rendimiento  escolar, el buen comportamiento del alumno y hasta su deserción. La violencia verbal puede conducir a  situaciones extremas, incluso la agresión física.
Para lograr reacciones positivas en momentos coyunturales difíciles, en particular con niños y jóvenes, converse, explique, convenza con argumentos sólidos y creíbles, conserve la calma, no la pierda jamás, recuerde que la paciencia es ilimitada si usted se lo propone y existen suficientes razones para impedir los exabruptos y encaminar  una discusión por el camino adecuado.
Cuánto agradecería el ser humano ser tratado como tal.


Abel Santamaría martiano y fidelista



Ochenta y cinco años cumple el 20 de octubre quien devino símbolo de la vanguardia revolucionaria de los jóvenes de la Generación del Centenario, que en 1953 llevó a cabo el asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, en el oriente cubano: Abel Santamaría Cuadrado.
El joven que por sus cualidades excepcionales llegó a ser el segundo al mando del  ataque a esa fortaleza militar,  nació ese día de 1927 en Encrucijada, antigua provincia de Las Villas –actualmente denominada Villa Clara-,  de donde se trasladó  a La Habana en 1947 en busca de mejores condiciones de vida y con la idea de proseguir estudios.
De espíritu patriótico, desde pequeño -en primaria ganó un premio por una composición en la que exponía sus ideas sobre las prédicas de José Martí y las figuras del mayor general  Antonio Maceo y el general en jefe del Ejército Libertador de Cuba, en la segunda mitad del siglo XVIII, Máximo Gómez-, Abel cultivó el hábito de la lectura y  tenía como libros  de cabecera obras de Martí y de los clásicos del marxismo leninismo; después de conocer a Fidel Castro, en 1952, el líder revolucionario le sugeriría cómo estudiar esos textos.
Desde su primer encuentro afloró la empatía entre  ambos jóvenes  que los unió para siempre y Abel lo secundó en sus ideas de llevar adelante un movimiento revolucionario dirigido a liberar a la patria. Con ese objetivo desarrollaron juntos  disímiles tareas.
Él y un grupo de compañeros identificados con el pensamiento de Fidel, determinaron actuar en acciones clandestinas, y su vivienda de la calle 25 y O, en el Vedado, en la capital,  pasa a ser el sitio donde se reúne la Dirección del Movimiento. Con la colaboración de un primo suyo publican un periódico para hacer llegar las ideas revolucionarias al pueblo, lo denominaron Son los mismos;  posteriormente, a sugerencia de Fidel, lo llamaron El acusador;   pocos meses después por una delación  los agentes del Servicio de Inteligencia Militar (SIM) irrumpieron en la imprenta donde lo hacían  y se llevaron detenidos a sus editores.
Cuentan que era serio,  estudioso, jovial, preocupado por sus compañeros, en particular de su hermana Haydée, a quien llevó a vivir con él, y de Melba Hernández -ambas, posteriormente, participantes y  Heroínas del Moncada-,  todos los que visitaban la casa de 25 y 0 conformaban una tropa muy unida en la vida cotidiana y en la lucha.
Fueron  meses de intenso ajetreo en los preparativos de la acción del Moncada –que el resto de los compañeros desconoció hasta el mismo día del histórico hecho-: entrenamiento, precisión de planes, acopio de armas, uniformes, y todo lo necesario para llevar a cabo el propósito perseguido, durante los cuales sobresalió siempre Abel por su extraordinaria visión política y su permanente optimismo. Con estricto sentido de la disciplina acataba las orientaciones de Fidel, a quien fue leal hasta el último hálito de vida.
Llega el momento de la verdad y parte para Santiago de Cuba,  se hace cargo de la  granjita Siboney –lugar donde se concentrarían los combatientes que asaltarían el cuartel Moncada-, alquilada a su nombre por Renato Guitart –revolucionario santiaguero-, quien aparecería  como socio suyo -el fungiría como administrador-, en el negocio de pollos. Enseguida traba relaciones amistosas  con los pocos vecinos del área, lo que le serviría de fachada para los verdaderos propósitos del Movimiento.
Paralelamente, él y Renato cumplían otras tareas en la capital oriental: chequeo de las postas del Moncada, los recorridos de las guardias, del hospital Saturnino Lora, alquilar locales para albergues, prepararlos, hacerse de armas y cartuchos, ser anfitriones de algunos compañeros que iban desde La Habana a cumplir determinada misión y también recibir y guardar en lugares apropiados lo que llegaba a Santiago destinado para la operación.
De incesante movimiento fueron los dos días previos al ataque a la segunda fortaleza más importante de la tiranía de Fulgencio Batista, pero en medio del fragor revolucionario encontró tiempo para llevar a pasear a los vecinos de frente a la granjita -la familia de Ángel Núñez, ya mayores-, lo que denota su carácter afable y humanitario. Ese fue el último paseo de Abel en su corta existencia.
La  madrugada del 26 de julio de 1953, al distribuir Fidel las tareas, el joven es designado para comandar el  grupo que tomaría el hospital civil Saturnino Lora, para desde allí disparar hacia el enclave militar, al igual que haría el grupo que iría al Palacio de Justicia, en apoyo al asalto.  Él quería ir en el de la vanguardia a fin de preservar a Fidel, pero el jefe revolucionario lo convenció: “Mi puesto está al frente de los combatientes. No puedo estar en otra parte. Pero tú, Abel, es preciso que vivas. Si yo muero, tú me sustituirás”. Tal era la confianza depositada en él por el líder del Movimiento..
Al ser detenido, los jenízaros se ensañaron con él y cómo lo defendió  Fidel en el juicio por el asalto al Moncada, cuando le dijeron que había extraído dinero de la casa donde trabajaba para engrosar los fondos de la Revolución:
“Esa es una calumnia infame; la memoria de Abel no la pueden manchar. Había que conocerlo, Abel era el más valiente, el más recto; era honesto. No puede pensarse nada deshonesto de su persona...” ,
De él también dijo que era “el más generoso, querido  e intrépido de nuestros jóvenes, cuya gloriosa resistencia lo inmortaliza ante la historia de Cuba”.




Crisis de Octubre o de Los Misiles. Antes y después.



                                    (V)
Por Argentina Jiménez
 El Presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy,  se dirigió a  su país y a todo el mundo,  el 22 de octubre de 1962,  para informar sobre su decisión  de llevar a cabo un bloqueo naval alrededor de Cuba,  al cual nombró cuarentena, para encubrir el carácter prepotente y guerrerista de esa medida.
 Las llamadas “fuerzas de tarea”, encargadas de hacer efectivo el bloqueo, incluyeron 238 buques, ocho portaviones, dos cruceros, 118 destructores, 13 submarinos, 65 buques anfibios y 32 auxiliares.
El gobierno norteamericano también  orientó ese día evacuar a todo  el personal civil de la base naval de Guantánamo, que usurpa en el extremo oriental de Cuba, mientras la Junta de Jefes de Estados Mayores impartió directivas, desde el Pentágono, a la Flota del Atlántico. Comenzaron a desconcentrarse los bombarderos B-27 del Comando Aéreo Estratégico de 40 aeropuertos civiles de los EE. UU,    cada uno de esos bombarderos con sus respectivas cargas nucleares. Los aviones quedaron listos para despegar en quince minutos.
Al mismo tiempo, quedó decretado el estado de máxima alerta para las tropas norteamericanas situadas en Europa Occidental y en el Lejano Oriente, lo que hicieron también los aliados yanquis de la OTAN.
Ante la decisión del Presidente de los Estados Unidos de  aplicar el bloqueo naval alrededor de  Cuba, por la instalación de cohetes de alcance medio en la Isla, el Comandante en Jefe Fidel Castro puso en estado de alerta de combate a las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), el mismo   22 de octubre, y dos horas después decretó ese estado en todo el país.
Al día siguiente,  el  gobierno soviético emitió una declaración en la que condenaba y  rechazaba los actos de fuerza del gobierno norteamericano. Manifestaba, del mismo modo, el respaldo incondicional de la URSS  a la Revolución cubana y su disposición a defenderla, así como  daba instrucciones .al mariscal Malinovski, ministro  de Defensa, para poner urgentemente  a las fuerzas armadas soviéticas en completa disposición combativa.
Además, hizo pública una declaración  en la que condenaba el establecimiento del bloqueo, la intercepción y el registro de los buques con destino a Cuba y prevenía al gobierno de los Estados Unidos sobre los riesgos de realizar las medidas anunciadas por el Presidente Kennedy. Similar  posición de la Unión Soviética adoptaron los restantes países del Pacto de Varsovia.
En igual fecha -23 de octubre-,  el Primer Ministro del Gobierno Revolucionario de Cuba, Fidel Castro, compareció ante la radio y la televisión para responder al agresivo discurso de John F. Kennedy,  denunciar el ensañamiento de los Estados Unidos contra la Isla  e informar al pueblo sobre la grave situación que enfrentaba el país.
Advirtió que Cuba resistiría el bloqueo imperialista, no se desarmaría, enfrentaría con serenidad la amenaza nuclear y que quien pretendiera inspeccionar  el territorio nacional tendría que venir en zafarrancho de combate.
Y afirmó :
“Si frente al más elemental interés de la humanidad, los imperialistas forzaran las cosas hasta el punto de desatar una guerra, dolorosísima  para la humanidad, también la responsabilidad histórica será suya. Y sobre sus hombros –mejor dicho, sobre sus cenizas-, tendrá que cargar la tremenda y aplastante responsabilidad del daño que puedan ocasionarle al mundo.”

Palabras clave: Estados Unidos/Presidente/bloqueo naval/Cuba/  /máxima estado  de alerta/FuerzaArmadas/FidelCastro/discurso/UniónSoviética/declaración.

Crisis de Octubre o de los Misiles. Antes y después



                                    (IV)
Por Argentina Jiménez


Antes de declarar el bloqueo naval,  durante varios días integrantes del Comité Ejecutivo del Consejo de Seguridad Nacional de Estados Unidos,  expresaron sus criterios sobre qué medidas adoptar contra Cuba por haber  permitido instalar armas estratégicas en su territorio, tan próximo a esa nación. 
 Uno se pronunció por el ataque aéreo limitado,  dirigido, solo,  a la destrucción de los emplazamientos coheteriles: otro,  por el golpe aéreo amplio y sorpresivo, pero el hermano del Presidente, Robert Kennedy,  se opuso, pues alegó que eso dañaría la moral de su país en lo interno y en el exterior.
 Eso sucedió el 18 de octubre de 1962; al final primó como mejor solución, aunque no definitiva, el bloqueo naval, pues todos sabían que no  era ilegal que la Unión Soviética tuviera cohetes en la Isla y, además, como dijo Theodore Sorensen, asesor de John F Kennedy:  “Los soviéticos tenían perfecto derecho a hacer lo que hicieron, siempre que el Gobierno cubano estuviese de acuerdo. Kennedy estaba preocupado de que los soviéticos apelaran  a la opinión pública mundial,  invocando la ley internacional” , según escribió  Rubén J. Jiménez Gómez en un artículo aparecido en el periódico Granma el 21 de julio de 2012.
Sin embargo, ese mismo día, los integrantes de la Junta de Jefes de Estados Mayores, abogaron, en una parte de las sesiones del referido Comité Ejecutivo ,por un ataque militar rápido, porque, arguyeron,  un bloqueo naval podría no ser efectivo.
Varias fechas se valoraron para llevar a cabo las acciones contra la Isla: el 21 de ese mes, primero, y el  23, después, para el ataque aéreo, y para comenzar la invasión, el 28, en primera instancia, o mejor el 30. Los debates en tal sentido continuaron el 19.
Refiere Jiménez Gómez que a las cinco de la tarde del 18, se entrevistaron el Presidente Kennedy y el ministro de Relaciones Exteriores de la Unión Soviética, Andrei Gromyko; este último  le dijo que la ayuda de la URSS a Cuba tenía como objetivo incrementar su capacidad defensiva y para ello estaba entrenando a los cubanos  en el manejo de armas defensivas, así como contribuir a su desarrollo.
Kennedy, por su parte, le leyó una declaración en la que subrayaba lo peligroso que resultaría que los soviéticos situaran en el cercano país cohetes o armas ofensivas. En la conversación ninguno de los dos aludió a los cohetes instalados en la Isla.
Tras debatir durante largo tiempo, el 20 el Presidente norteamericano tomó la decisión de aplicar el bloqueo
El Gobierno norteamericano inició el día 21, la concentración de aviones y barcos de guerra en el área de La Florida, lo cual fue denunciado por la prensa internacional como preparativos de una agresión contra Cuba., y llevó a cabo un amplio movimiento de sus diferentes armas. Al mismo  tiempo, reforzó la base naval de Guantánamo, incrementando sus efectivos al doble –de ocho mil a 16 mil- y realizando trabajos ingenieros urgentes.   También se filtró a los medios de difusión masiva que se avecinaba una inminente crisis.

Palabras clave: Agresión a Cuba/ Variantes/ Debates/ Presidente Kennedy/ Aprueba  bloqueo naval/ Incrementa movimiento  tropas/


Crisis de Octubre o de los Misiles. Antes y después



                                       III
Por: Argentina Jiménez

“Anadir”, como se llamó  la operación relacionada con la Crisis de Octubre, fue la respuesta cubano-soviética a las amenazas de Estados Unidos de agredir a la Isla. En su contexto,  Cuba recibió de la URRS, desde el sexto mes de 1962,  diferentes equipos de combate y sus respectivas dotaciones, y miles de efectivos de  infantería.
Asimismo, los primeros cohetes R-2 de más de dos mil kilómetros de alcance,  llegaron desde la lejana nación a la Mayor de las Antillas el 9 de septiembre. El 16 y 22 de ese mes, arribaron  otros buques con carga similar, y  posteriormente, los días 2, 6 y 16 de octubre, ya los de ese tipo estaban en  suelo cubano.
El 16, cuando John F. Kennedy ve las fotos aéreas que muestran los emplazamientos de cohetes de alcance medio en territorio nacional cubano y  ordena incrementar los vuelos de reconocimiento sobre la Isla, además de  tomar otras medidas, sumaban 42  los cohetes estratégicos R-2 repartidos en diversos sitios de la provincia de Las Villas –actual Villa Clara- y del occidente cubano, con sus  emplazamientos listos.
Mientras así se desarrollaban los acontecimientos en Cuba,  el vecino del Norte, como parte de la Operación Mangosta, que según analistas contemplaba la posibilidad de un ataque militar contra la isla caribeña,  precisamente para octubre, agrupaba un número significativo de fuerzas  próximas a la Isla, con el pretexto de  llevar a cabo  ejercicios y maniobras militares.
Al segundo día de haber sido descubiertos los emplazamientos de cohetes en San Cristóbal, Pinar del Río –el 15 de octubre-,  dio inicio el ejercicio PHIBRILEX 62, considerado uno de los más importantes y peligrosos para Cuba.
El teniente coronel ® y fundador de las Tropas Coheteriles cubanas, Rubén G. Jiménez,  señaló al respecto que “se desarrollaría hasta el 30 de octubre con la participación de más de cuarenta buques, 20 mil marinos y cuatro mil infantes de marina, e incluía la realización del asalto anfibio de la isla de Vieques, en Puerto Rico, convertida en la ficticia “República de Vieques”,  para derrocar al imaginario tirano “Ortsac”, que es el apellido de Castro al revés. No había que hacer un gran esfuerzo para descifrar el objetivo oculto de la maniobra”.
 Unido a lo anterior, continuaban las agresiones contra la pequeña nación antillana. El día 9  del mismo mes, el Ministerio de las Fuerzas Armadas de la Isla denunció que un avión  estadounidense  efectuó .nuevos disparos  de cohetes sobre la zona  ubicada al sur de Mata Abajo, poblado al oeste de la base naval de Guantánamo, y el 13, volvió a hacer  otra cuando una lancha pirata tipo P-T, procedente de Estados Unidos, abrió fuego contra una embarcación deportiva cubana en la que viajaban cuatro ciudadanos de esta nacionalidad, en las cercanías de Cayo Blanco, al norte de la provincia de Matanzas.
Solamente dos de los que iban en la nave regresaron. Luego se supo que los dos desaparecidos: los milicianos Filiberto Suárez Lima y Miguel Cao Medina,  habían sido secuestrados gravemente heridos y llevados a Miami.
Volviendo a las armas estratégicas procedentes de la URSS, de acuerdo con informaciones de un protagonista de la parte cubana,  estaba previsto  el arribo de cohetes R-4, con un alcance de cuatro mil kilómetros; sin embargo, al desencadenarse la crisis, Nikita Jruschov,  Primer Ministro de la Unión Soviética,  después de conversar con el presidente norteamericano, con desconocimiento del Gobierno Revolucionario de Cuba,  ordenó su regreso. Ya la administración norteamericana había impuesto el bloqueo naval contra la Isla.
.Pasados unos cuantos años, el líder revolucionario Fidel Castro aludió a errores tácticos y militares de los soviéticos en aquellas circunstancias, y mencionó, por ejemplo, instalar los cohetes y no usarlos,  haber permitido los vuelos de exploración de los aviones norteamericanos y no proteger de estos los emplazamientos militares estratégicos. De haber sucedido lo contrario,  el U-2 espía  que detectó  los cohetes no hubiera podido hacerlo.
Palabras clave
Operación Anadir/ respuesta cubano-soviética/ llegada de equipos militares pesados/ cohetes R-2/ los detectan/ informan a Kennedy/ más agresiones/ retornan cohetes R-4/ Fidel Castro/valoración.

Crisis de Octubre o de los Misiles. Antes y después



Por Argentina Jiménez
                                          II
Mucho antes de septiembre de 1962, el Gobierno Revolucionario de Cuba conocía las amenazas que se cernían sobre la Isla;  los planes de invadirla estaban elaborados desde febrero de  ese año. La Administración estadounidense no podía aceptar su derrota en Playa Girón y desde entonces comenzó a urdir una agresión directa de sus fuerzas terrestres, aéreas y navales.
Los soviéticos tuvieron conocimiento de ese plan – se conocieron en detalle veinte años después-, se lo comunicaron a la Dirección de la Revolución cubana, y, como evidentemente la URSS deseaba lograr una mejoría en la correlación de fuerzas con Estados Unidos,  le propuso, para garantizar la defensa de Cuba,  la instalación de un mínimo de proyectiles de alcance medio en el país
El Primer Ministro Fidel Castro calificaría de  colosal el esfuerzo tanto de los soviéticos para trasladar en el mayor secreto y en breve tiempo las armas nucleares estratégicas y ubicarlas en el territorio nacional, como de los cubanos para preparar las condiciones desde todo punto de vista para recibirlas e instalarlas, puertos por donde  desembarcarlas, escoger el personal idóneo, los lugares de  emplazamiento y de las vías para llegar hasta allí, de protección de los cohetes y las unidades, entre otras, todo dentro de la más absoluta discreción, algo harto difícil, en medio de un  movimiento de la envergadura como el que había que realizar.
 Nada detectaron los norteamericanos en los pocos meses que duró la operación.  Lo supieron por una confidencia de un coronel miembro  de los servicios de información secretos  de la Unión Soviética, quien les proporcionó  el emplazamiento exacto de las baterías de cohetes tierra-aire, que después detectó un avión espía U-2 entre el 14 y 15 de octubre, siete días antes del inicio de la Crisis.
Volviendo a  los primeros días de ese mes, los Estados Unidos concentraron fuerzas militares en zonas cercanas a la Isla  con el pretexto de realizar, en el área del Caribe, las maniobras Phibruglex 1/62. Ciento cincuenta mil reservistas  estadounidense son llamados a filas. Varias divisiones militares, integradas por más de cien mil efectivos de infantería y fuerzas blindadas son reagrupadas en la Florida y Texas.  Los vuelos espías de los U-2 sobre Cuba se incrementan considerablemente ( ya habían aumentado desde septiembre).
El 2 de octubre, “con el fin de deshacerse del régimen de Castro y de la influencia comunista soviética en Cuba”,  comienza en Washington la denominada Conferencia Hemisférica, que convocada por el Secretario de Estado de los EE.UU., persigue que los gobiernos latinoamericanos allí reunidos aprueben un plan con ese objetivo.
Dos días después, el 4, el  Congreso de la nación norteña aprueba una resolución que recomienda conseguir de la Organización de Estados Americanos, OEA,  un acuerdo de apoyo incondicional a los planes agresivos del gobierno estadounidense contra la Isla.

Palabras clave: Cuba/ Estados Unidos/ planes invasión a Cuba/ EE.UU moviliza fuerzas militares/ propuesta soviética/ traslado de  los misiles / aviones espías/ vuelos / detectan emplazamiento de cohetes.

Crisis de octubre o de los misiles. Antes y después




Datos de momentos cruciales de  aquellos días de 1962, cuando el mundo estuvo al borde de una conflagración nuclear,  y  los cubanos se movilizaron en defensa de su Revolución, les ofrecemos  a los internautas, por ser ilustrativos del desarrollo de los acontecimientos de entonces y de la posición de la Isla ante la nueva agresión de los Estados Unidos.

Argentina Jiménez

Desde los inicios del triunfo de la Revolución cubana, el primero de enero de 1959,  los gobernantes estadounidenses y sus servidores de otros países, y la contrarrevolución interna y externa,  comenzaron a perpetrar agresiones de todo tipo con el objetivo de destruirla o acabar con la vida de  su líder Fidel Castro.
 Dos de las  más significativas hasta 1962 fueron la invasión  por Playa Girón, en abril de 1961, donde los imperialistas yanquis sufrieron la primera derrota militar en América, y la Crisis de octubre o de los misiles, cuyo climax  comenzó el 22 de octubre de 1962 .
El 18 de septiembre de  ese año, en Ministerio de las Fuerzas Armadas de la Isla denunció las violaciones del espacio aéreo cubano por aviones militares de EE.UU, en diferentes lugares del país.
 El 27, el Congreso de la nación norteña  aprobó la Resolución Conjunta No. 230, la cual otorgaba al Presidente John F. Kennedy la facultad   de emplear las armas contra Cuba, alegando falsas acciones agresivas  de la Mayor de las Antillas en el hemisferio occidental y con la finalidad de impedir  la instauración o el uso por la Isla de una capacidad militar  que pusiera en peligro la seguridad de los Estados Unidos. También reafirmaba el apoyo a los enemigos de la Revolución en el territorio nacional en sus  acciones contra los poderes del Estado.
 El Consejo de Ministros de Cuba, en una  reunión el 29 para considerar dicha Resolución, que amenazaba a la Isla con una agresión armada, en una
declaración al respecto denunciaba tales propósitos del gobierno estadounidense y advertía al mundo acerca de la gravedad de la situación que se estaba  creando por esa causa. Al mismo tiempo ratificaba la política de principios de la Revolución Cubana y sus anhelos de vivir en paz con todos.
 La declaración finalizaba indicando: “El Congreso de Estados Unidos puede dictar normas dentro de las fronteras de su país; pero en cuanto a nosotros concierne, su Resolución tiene tanto valor como un papel en el cesto, con destino al basurero de la historia”.