miércoles, 8 de octubre de 2014

TRAS LAS PRÉDICAS DEL MAESTRO



      




Argentina Jiménez

El temor de la tiranía batistiana al influjo del pensamiento del Apóstol llegó al extremo de prohibir llegaran libros suyos al preso Fidel Castro, para redactar lo que diría al asumir su propia defensa –el 16 de octubre de 1953- en el juicio por lo acaecido en el cuartel Moncada.
En el mismo alegato expresó: “Parece que la censura de la prisión los consideró demasiado subversivos”,* y eso que aún no había dicho que Martí era el autor intelectual de la acción armada dirigida por él. La influencia del cubano del siglo XIX más conocido en el mundo se hace patente, además,  en varios planteamientos del líder revolucionario en La historia me absolverá.
 A Martí lo juzgan en 1869 por defender sus ideas independentistas, con firmeza, y contesta al fiscal de manera contundente que lo deja sin argumentos, hasta convertirse de acusado en acusador. Igual ocurre en 1953 cuando Fidel expone al tribunal que lo juzga por los hechos del Moncada: “Sí, vinimos a combatir por la libertad de Cuba y no nos arrepentimos de haberlo hecho”.
En La historia me absolverá no encontramos alusión directa al imperialismo -yanqui, aunque están planteados los problemas acuciantes que afectaban los intereses populares, derivados de la dependencia económica y política de Estados Unidos; lo insinúa, pero de forma cuidadosa para no provocar una reacción negativa del vecino del norte, aun cuando son mencionados los monopolios y cuanto está en manos de los yanquis; sí plantea la nacionalización de las compañías de electricidad y teléfonos por constituir estas demandas populares.
Tampoco aparece en los documentos oficiales del Partido Revolucionario Cubano una mención tácita al imperialismo yanqui –le salían los primeros tentáculos-, si bien se encuentran en muchas cartas y escritos del Héroe de Dos Ríos. Asimismo, Fidel no se refiere de manera abierta al antiimperialismo, tal como hizo el ideólogo de la guerra del 95, debido a que no existían las condiciones objetivas y subjetivas y era bajo el nivel de conciencia política de las masas, por lo cual podían fracasar sus propósitos. Por ello, como manifestó Martí a Manuel Mercado, hay cosas que deben hacerse en silencio porque de promulgarse pueden ocasionar dificultades insalvables para el logro del justo fin que se persigue.
 Otro aspecto común en ambas figuras está esbozado en La historia me absolverá: el latinoamericanismo del Héroe Nacional, cuando Fidel habla de la política en relación con América Latina.
El sostén permanente y fructífero en la contienda de 1868 y en la de l895 lo constituyeron, principalmente, los trabajadores, en grado sumo los de la emigración, así como fueron una parte relevante de las filas del PRC. Las del movimiento liderado por Fidel las engrosaron, en lo fundamental, personas procedentes de la clase obrera, explotados, hambrientos, y de ellos provinieron los recursos monetarios para adquirir armas y medios para comenzar la batalla.
En aquella época, cuando prevalecía el sentimiento anticomunista, el líder revolucionario no discriminó a nadie por su ideología política y propugnó en todo momento la unidad entre quienes combatían al régimen dictatorial. En disímiles ocasiones el Comandante en Jefe  ha reiterado los esfuerzos dirigidos  a alcanzar la unidad, a lo largo de la historia de Cuba, desde 1868, y recordado lo plasmado por Martí  sobre la guerra de independencia: “más que el enemigo nos derrotaron las divisiones”.
Al leer lo escrito por Fidel sobre el revés del 26 de Julio de 1953, calificado por él como “victoria de la moral y la dignidad”, se piensa en las palabras del Apóstol cuando frustraron el Plan de Fernandina, en enero de l895, y contrario  a quienes  creyeron que todo había acabado y en muchos anidó la falta de fe, el Maestro  aseguró: “(…)Yo no miro lo deshecho, sino a lo que hay que hacer”, y el 24 del mes siguiente estampaba su rúbrica en la orden de alzamiento, con la cual desataba su último combate.
Lo expuesto, y mucho más que queda por decir, ratifica por qué el Héroe de la independencia de Cuba fue el autor intelectual del Moncada, como declaró Fidel en el juicio.
La Generación del Centenario patentizó tres días antes del asalto, en un Manifiesto público, que los jóvenes integrantes del movimiento no perseguían “otro interés que no sea el decidido anhelo de honrar con sacrificio y triunfo el sueño irrealizado de Martí”.


*Todas las citas de Fidel han sido extraídas de La historia me absolverá.

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