viernes, 10 de enero de 2014

EL MEJOR REGALO



       
Argentina Jiménez
Nunca antes había reinado tanta alegría en la gente  ni jamás una multitud había inundado las calles de la capital como aquel 8 de enero de 1959. Un pueblo feliz  esperaba ansioso a Fidel y a la Caravana de la Libertad, que desde Santiago de Cuba recorría las principales ciudades del país, con la antorcha triunfante que cubría de luz y paz a la Patria, después de dos años y veintinueve días de lucha armada.
A  lo largo del recorrido iban quedando organizados  el ejército y el pueblo como garantes de la nueva República.  Cuentan caravanistas que dondequiera que llegaban hombres, mujeres, niños se arremolinaban junto a Fidel para tocarlo, saludarlo, abrazarlo. Temían que algunos esbirros aún sueltos  quisieran dañarlo, pero él planteaba que tenía fe, confianza absoluta en el pueblo, en sus reservas morales. Él pueblo me cuida, decía.
  Ya en La Habana, donde cada acontecimiento cobra primordial importancia, después del apoteósico recibimiento a los barbudos y el discurso del Comandante en Jefe en la que fuera principal guarida del tirano Batista, el cuartel de Columbia, no cesó la lucha. Algunos creían que ya todo había terminado, sin percatarse de que a partir de entonces comenzaba la parte más dura del combate, llena de peligros y dificultades. Los últimos 55 años lo han demostrado.
Mientras el nombrado presidente (Urrutia) designaba funcionarios, ministros o embajadores, Fidel se entregaba a la creación y fortalecimiento de las Fuerzas Armadas Revolucionarias que hoy han convertido a Cuba en un bastión inexpugnable.
En los primeros días del triunfo la mayor preocupación de Fidel giraba en torno a tres aspectos, los mismos que ha enarbolado siempre: el pueblo, las armas y la unidad.
Cincuenta y  cinco años después esos baluartes siguen teniendo plena vigencia, porque el enemigo es el mismo, el imperialismo yanqui, con métodos más sofisticados en contra de la Revolución -que goza del reconocimiento mayoritario internacional, como se ha observado  en la ONU, durante los tantos años de votación contra el bloqueo impuesto  por los Estados Unidos contra Cuba-.
Las circunstancias actuales internas y externas obligan  a perfeccionar el socialismo cubano, camino por el  cual transita el país, y todos deben cerrar filas en torno al Partido Comunista y la Revolución para que, paulatinamente, se cumplan los Lineamientos Económicos y Sociales y así poder elevar el nivel de vida de la población. De todos depende lograrlo. Será el mejor regalo a nuestro Comandante en Jefe en más de medio siglo de su entrada triunfal a la capital.

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