miércoles, 29 de enero de 2014

Como un baño de luz



Argentina Jiménez

Amor, ternura, consejos para la vida, palabras amistosas y mucho más y bueno encontrará el lector en la edición corregida  de Carta a jóvenes,  de José Martí, libro con selección, introducción, notas y apéndice del doctor Salvador Arias, graduado de Letras en la Universidad de La Habana y autor de varios títulos sobre temas cubanos y el Héroe Nacional de Cuba.
Como se dice en la contraportada: “como de un baño de luz se sale al leer estas cartas” dirigidas por el Maestro a María Mantilla –la mayoría- , a su hermana Amelia, a su amigo Gonzalo de Quesada y Aróstegui, a Francisco y a Máximo, hijos del Generalísimo Máximo Gómez;  a su descendiente José Martí y Zayas Bazán, a Carmen Miyares y otras personas cercanas.
 Cada misiva está antecedida de una nota explicativa que ayuda a la comprensión de los textos, todos los cuales parecen haber sido escritos con el corazón, por el hombre que amó y también sufrió  mucho.
No escatima frases aleccionadoras para todos los jóvenes, que ojalá fueran tomadas en cuenta en los tiempos actuales, como la que envía a su hermana Amelia: “El amor como el árbol ha de pasar de semilla, a arbolito, a flor, y a fruto. Toda la felicidad de la vida, Amelia, está en no confundir el ansia de amor que se siente a tus años con ese amor soberano,  hondo y dominador que no florece el alma sino después de largo examen”.
A Gonzalo de Quesada le señala que “(…) le he presentado como persona firme y discreta, según yo sé que es, y que a las estrellas, según dice el verso latino, no se sube por caminos llanos”.
“Pancho querido: Unas líneas pa. q. veas como no estás olvidado”, expresa en breve carta a Panchito Gómez Toro*, con quien desde que se conocieron se estableció una fuerte simpatía.
 A su Ismaelillo escribe en Montecristi el primero de  abril de 1895, antes de embarcarse hacia Cuba: “(…) Al salir, pienso en ti. Si desaparezco en el camino recibirás con esta carta la leontina que usó en vida tu padre. Adiós. Sé justo”.
Ya en tierra cubana escribe a Carmen Miyares y sus hijos: “Solo la luz es comparable a mi felicidad. Pero en todo instante le estoy viendo su rostro, piadoso y sereno, y acerco a mis labios la frente de las niñas, cuando amanece, cuando anochece, cuando me sale al paso una flor nueva (…) Ustedes me acompañan y rodean, las siento calladas y vigilantes, a mi alrededor (…) Y en la misma carta dedica las siguientes palabras a María Mantilla: “!Ah, María, si me vieras por esos caminos, contento  y pensando en ti, con un cariño más suave que nunca, queriendo coger para ti,  sin correos con que mandártelas, estas flores de estrella, moradas y blancas, que crecen aquí en el monte” y finaliza  como con un ruego: “Quieran a su Martí”.
Y es en su última carta a quien llamaba “su hijita”  donde afirma “Quien tiene mucho afuera, tiene poco adentro”.
Sensibilidad de poeta destilan las misivas seleccionadas por Arias, que con especial interés publicaron la Casa Editora Abril y el Centro de Estudios Martianos, que serán de mucha utilidad para las nuevas generaciones.

*Caído en combate al tratar de rescatar a su jefe, el mayor general Antonio Maceo, el 7 de diciembre de 1896.

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