“(…) los días de
fiesta reponen
las fuerzas y suavizan
las iras”.
José Martí
Argentina
Jiménez
Muy
temprano en la mañana del primero de enero de 1959, una prima mía me despertó:
“Se fue Batista”, me dijo. Poco después salimos por el barrio. La algarabía
matizaba el ambiente en las calles habaneras.
Comenzaban
nuevos tiempos y así la posibilidad de participar todos los cubanos en un proyecto colectivo, que celebró este año
su cumpleaños cincuenta y cinco.
Aparecieron
enseguida los intentos del imperialismo yanqui para frustrar el triunfo
revolucionario. Contrario al pensamiento del Maestro, que preside este trabajo,
sus iras no se suavizaron, ni lo han hecho por más de cinco décadas y media.
Ha
sido una ya larga etapa de victorias y reveses; alegrías y aflicciones; a veces
retrocesos impuestos por las circunstancias, otras de reales avances; errores,
rectificaciones… Mas, siempre ha primado el espíritu de lucha, la esperanza,
las ansias de alcanzar una sociedad mejor.
Si
difíciles fueron los años iniciales, no menos
peliagudos son los actuales debido a la incertidumbre de los
acontecimientos que se desarrollan en el planeta. La búsqueda de alternativas
ha estado presente en la Dirección
del país en todo momento, teniendo como protagonista al pueblo que, libre y con
dignidad, ha hecho posible tantos logros, bajo la conducción de Fidel, estratega
de pensamiento profundo y coherente, y de Raúl.
Si
como bien afirmó el líder histórico de la Revolución cubana, treinta años después del
primero de enero de 1959, ese “(…) no solo fue el día de la victoria, fue
también un día de grandes decisiones, un día de grandes enseñanzas, un día de
gran aprendizaje, porque (…) no solo se alcanzó la victoria, sino que fue
necesario también defender la victoria…”.
Hoy,
en medio de tiempos diferentes, pero tan peligrosos como los primeros,
corresponde a las nuevas generaciones, unidas a los ya veteranos (los bisoños
de entonces), defender esa victoria y sus conquistas, y con estas el futuro de la Patria.
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