jueves, 7 de marzo de 2013

LA HABANA, CUNA DE LA EPOPEYA DEL MONCADA


               LA               
Argentina Jiménez    

            La Habana atesora decenas de lugares  donde compartieron ideales, sueños esfuerzos y  sacrificios,  héroes, combatientes y mártires, valiosos compañeros que hoy no están físicamente, porque además de ofrecer todo cuanto podían por la causa revolucionaria, dieron su propia vida en las acciones que comenzaron la fase final del proceso de liberación nacional: el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes.
En los días de la organización y preparación de esas acciones, las calles y más de cien sitios de la capital cubana reverberaban con el entusiasmo de los jóvenes de la Generación del Centenario, como les llamó Raúl Gómez García, uno de los que se inmoló “en aras de la patria agradecida”, aquel 26 de Julio de 1953, quien tenía su domicilio en una vivienda de Santos Suárez, municipio de Diez de Octubre.
Estos espacios y muchos otros, eran casas natales o de estudio, centros de trabajo, hogares que sirvieron a los revolucionarios para establecer contactos, esconder a alguien perseguido,  hacer reuniones clandestinas  u otras  disímiles tareas relacionadas con los preparativos de la gran gesta.  
Se cuentan entre ellos, Prado 109, donde empezó a vertebrarse la unidad de esas fuerzas llenas de ilusiones;  la Universidad de La Habana y el local de la Federación Estudiantil Universitaria, devenido espacio de entrenamiento militar; el Parque Central bajo la mirada atenta del Héroe Nacional José Martí, a quien los futuros moncadistas no dejaron morir en el año de su centenario.
 Figuran también  el parque Trillo, desde donde partieron  para Santiago de Cuba, donde radicaba el Moncada, la segunda fortaleza militar del régimen batistiano, integrantes  de la célula –grupo- del Movimiento 26 de Julio en el barrio de Cayo Hueso, municipio de Centro Habana; el vara en tierra  situado  en la finca El Globo, en Calabazar, Boyeros, lugar escogido para  guardar algunos de los uniformes y las armas empleadas en el asalto, y también  en esa barriada, en una cañada muy cerca del domicilio del asaltante al Moncada, Pedro Trigo, se hicieron prácticas de tiro, al igual que en una casa  alquilada para el mismo propósito en San Francisco de Paula –actualmente municipio de San Miguel del Padrón-, que  aún conserva huellas de los impactos de bala en una pared del garaje.
Enclavada en un sitio céntrico del Vedado capitalino estaban la vivienda de Abel Santamaría y su hermana
Haydée, devenida cuartel general del naciente
 movimiento revolucionario, encabezado por  el
joven abogado  Fidel Castro, y la de Melba Hernández,
 y de sus padres, que tanto ayudaron a la lucha contra el tirano Batista.
Mucho se hizo allí para que viera la luz
 el alegato de autodefensa de  Fidel Castro en el juicio por los sucesos del Moncada,La historia me absolverá, y
 sirvió además como sitio de reuniones,
acuartelamientos, depósitos de armas, taller de
confección de uniformes y uno de los puntos de
concentración para partir hacia Santiago de Cuba y
Bayamo, ciudad también del oriente cubano, donde se encontraba el cuartel Carlos Manuel de Céspedes..
De la capital salieron la mayoría de los asaltantes al cuartel Moncada  y al Carlos Manuel de Céspedes; muchos de esos lugares  todavía existen en La Habana, una de las ciudades más vinculadas a los hechos ocurridos  el 26 de julio de 1953.

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