miércoles, 27 de marzo de 2013

ESTAMPAS DE MI CIUDAD DE LA HABANA








Argentina Jiménez

Magia inexplicable: todo el que llega a la capital cubana se enamora de ella. De su arquitectura colonial en la parte antigua; de sus calles bulliciosas, siempre llenas de gente; de los niños jugando donde quiera sin peligro alguno. El lente fotográfico accionado a cada paso para llevarse el recuerdo de una foto en la escalinata del Capitolio Nacional, o junto al Caballero de París a la entrada del Convento de San Francisco de Asís, con su plazoleta salpicada de palomas, en La Habana Vieja, donde exhibe su belleza la bahía habanera, con su lanchita que la cruza en su ir y venir a Regla y Casablanca y  viceversa. En ese punto frente al mar puede observarse el Castillo de San Carlos de la Cabaña. Desde allí se escucha más cercano el cañonazo de las nueve disparado cada noche, en ceremonia inolvidable devenida  tradición.
  Si andan por  el Vedado se llevan imágenes de Don Quijote de la Mancha, en una visión fantasmagórica, como sus adorables locuras, en la intersección de las calles 23 y J, o el edifico más alto de Cuba, el FOCSA, próximo al Malecón, lugar preferido, aun en los días del invierno cubano, cuando una ola puede bañar a tantos que allí se atreven a ir a disfrutar  del entorno folclórico que ofrece –también en verano- acompañados   de la melodía subyugadora del mar chocando contra los arrecifes como telón de fondo. ..
Poetas, compositores, pintores, escritores le han dedicado jirones de su corazón  a la ciudad llave del nuevo mundo, como fue llamada siglos atrás; la que a pesar de magulladuras es destino inigualable de nacionales y foráneos que la visitan. Y no solo por su belleza y encantos, su cielo azul y el verdor de sus plantas, sino por su pueblo amable, alegre, solidario…
Es la cuna de José Martí, el Apóstol de la independencia de Cuba, cuya impronta se encuentra en muchos sitios de una urbe que alberga a más de dos millones de personas representativas del ajiaco criollo, como  llamó el ilustre Fernando Ortiz al conjunto de colores de la piel   de los cubanos, que viven orgullosos de vivir en La Habana, y al igual que  Fayad Jamis afirman:
Si viví un gran amor fue entre tus calles,/si vivo un gran amor tiene tu cara,/ciudad de los amores de mi vida,/mi mujer para siempre sin distancia./Si no existieras yo te inventaría,/mi ciudad de La Habana.
























No hay comentarios:

Publicar un comentario