lunes, 20 de julio de 2015

Aniversario 62 del Moncada:: Abel Santamaría Cuadrado .





Quienes lo conocieron, recuerdan a Abel como un niño común, pero dotado de una gran sensibilidad. Respetuoso, atento, estudioso; sus ojos escrutaban el mundo que lo rodeaba, y se formaba un concepto. Un rasgo que lo distinguiría era su honradez a toda prueba. Abel no miente, no engaña, y sobresale entre sus amigos por su tenacidad.
 Había nacido el 20 de octubre de 1927, en Encrucijada, antigua provincia de Las Villas, hoy Villa Clara. Es el hijo menor de una familia formada por Benigno y Joaquina, quienes inculcan a sus hijos principios morales elevados. Él -que cuentan usaba espejuelos-  y la hermana mayor estarán unidos en las ideas y sentimientos. Por eso, cuando viaja a La Habana en busca de mayores posibilidades y trabajos, se hace acompañar al poco tiempo por Haydée, Yeyé, como cariñosamente le decía. Juntos viven en un pequeño apartamento del Vedado, sito en 25 y O; allí le sorprende el artero golpe militar del 10 de marzo de 1952.
   Por entonces, Abel ya milita en la Juventud del Partido Ortodoxo. Al conocer de la infausta noticia, se traslada a las oficinas del Partido, en Prado 109. De allí va a Palacio, y después a la Universidad. Es de los jóvenes cubanos que al anochecer bajaron desalentados la escalinata, al comprobar que las armas ofrecidas por el presidente derrocado –Carlos Prío Socarrás- era una farsa.
En carta en que conmina al Partido a que actúe en consecuencia con el ejemplo que nos legaron quienes iniciaron nuestra gesta independentista, le expresa: Una revolución no se hace en un día pero se comienza en un segundo.
Con Jesús Montané, Raúl Gómez García; Martínez Tinguao, Haydée, EIda Pérez y Melba Hernández, constituye un núcleo que decide actuar. Surge así, Son los mismos, una publicación mimeografiada en la que inician el combate contra el régimen.
 El primero de mayo de 1952, ante la tumba del obrero ortodoxo Carlos Rodríguez, en el cementerio de Colón, en La Habana, conoce al joven abogado Fidel Castro Ruz. Se inicia entre ellos una indestructible amistad, sellada por una identificación total sobre la única manera de derrocar a la dictadura y construir una nueva sociedad: la lucha armada.
 Para el joven Abel, soltero, de tez blanca, de origen social obrero, estudiante de tercer año de bachillerato y trabajador de la agencia de automóviles Pontiac, se inicia una intensa actividad patriótica que lo convertirá en el segundo jefe de la revolución y en el alma del nuevo movimiento revolucionario. Recluta compañeros, hace prácticas de tiro, atiende la compra de armas y de otros pertrechos necesarios para el asalto. Viaja a Santiago de Cuba, y alquila y dirige el enmascaramiento de la granjita Siboney, finquita que servirá de cuartel general para concentrar a los futuros asaltantes y partir hacia el Moncada. Allí se ocupa de todo, espera, y el 25 de julio de 1953, dirige personalmente junto a Renato Guitart, el único santiaguero del grupo, el traslado y la atención de los combatientes seleccionados para participar en las acciones del 26 de julio en Santiago de Cuba.
 Cuando por fin llega la hora de salir, viste su uniforme. Acata disciplinadamente la decisión de Fidel de que él dirigirá la toma del Hospital Civil Saturnino Lora. Allí combatirá hasta la última bala, con generosidad e hidalguía. Su gran preocupación es que Fidel pueda retirarse con vida, porque eso garantizaría la continuidad de la Revolución.
 Cuando se ha agotado el parque y se imposibilita la retirada, consuela a su hermana y a Melba, les infunde confianza, y las conmina a mantener una postura digna. Por ello, cuando Haydée le reclama una orden, le dice: “Sí, hay que dar una orden: hay que saber morir, y aquí, el que sepa morir, va a vivir".
 Luego de su captura por las hordas sedientas de sangre del ejército batistiano, resultó torturado salvajemente y finalmente asesinado en el propio cuartel Moncada donde había sido trasladado vivo y sin heridas en calidad de prisionero. Aquel día, Abel se encontraba a solo 86 días de cumplir los 26 años de edad, aniversario que sus verdugos le impidieron celebrar.

sábado, 18 de julio de 2015

Aniversario 62 del Moncada. Jovellar 107: símbolo de la rebeldía nacional




 Por: Argentina Jiménez  
Reinaba el silencio en el edificio. Nuevo. Aún no llegaba a la década de construido ni Fulgencio Batista llevaba un año en la silla presidencial usurpada el 10 de marzo de 1952.
Una noche, al abrir la puerta de su apartamento, el D del tercer piso, Melba Hernández quedó sorprendida. Había más de cien jóvenes en su interior, pero podía escucharse el vuelo de una mosca. Habían acudido allí ante un llamado de Fidel Castro no solo los de La Habana, sino también de Pinar del Río y Matanzas.
   Esa noche marcó un hito importante en la historia el lugar del encuentro: Jovellar 107 en el municipio habanero de Centro Habana. Buena parte de quienes se encontraban en el lugar recorrerían un camino empezado a desbrozar por Martí, en silencio, como disciplinadamente los encontró Melba, y serían conocidos no mucho después como la Generación del Centenario. Corrían los finales de 1952 y ya conspiraban en esa vivienda, la cual desempeñó un papel de primer orden antes y después del 26 de julio de 1953.
   Todo empezó un día de mayo del 52 cuando Melba se vincula al movimiento liderado por Fidel tras escucharlo hablar de sus planes revolucionarios en el apartamento de Abel y Haydée Santamaría, en 25 y O. Sus padres, Manuel           Hernández y Elena Rodríguez del Rey, la secundaron en sus ideas y pusieron su hogar a disposición de Fidel y los muchachos procedentes de lo más radical de la juventud ortodoxa que lo seguían en sus concepciones y vía para alcanzar la libertad de Cuba: la lucha armada.
   El lugar fue sede de reuniones, entrevistas, trabajos organizativos… En él  prepararon parte de las antorchas que alumbrarían la marcha por el centenario del natalicio del Apóstol el 28 de enero de enero de 1953.
   Más adelante le confiaron a Elena la responsabilidad de recibir las armas, balas, etc. que le llevarían a su casa y la de confeccionar las corbatas y uniformes militares de caqui amarillo que vestirían los jóvenes involucrados en una acción que ninguno de ellos sabía qué era y dónde sería En la hechura de la vestimenta la ayudaron otras compañeras con los mismos motivos de  acabar con la tiranía.      
  Allí acudían asiduamente jóvenes de varios municipios de la entonces Habana Campo, además de los de Habana Ciudad –la capital-, que en inmensa mayoría cayeron en el Moncada o en el cuartel Carlos Manuel de Céspedes, asesinados; después de Alegría de Pío- el bautismo de fuego de los expedicionarios del yate Granma-, en combate en la Sierra Maestra o asesinados por la dictadura en la lucha en el llano.
   Días antes del 26  de julio del 53 en una de las habitaciones de Jovellar 107, Pedro Miret  limpió y engrasó las armas que utilizarían en el asalto; de allí salieron con las maletas llenas de armas para la granjita Siboney Haydée el día 22 y Melba el 23 de ese mes; así como los uniformes y gorras, la enseña nacional y un paquete de banderas del 4 de septiembre*, que utilizarían para facilitar la sorpresa en la acción.
   También lo hicieron Fidel y Ernesto Tizol en la madrugada del 24 después de dar instrucciones y dinero a los jefes de grupo que desde ese sitio o de otros de la capital se dirigieron a la cita con la Patria.
  Tras conocerse la noticia de los hechos del Moncada comenzaron en el apartamento D de Jovellar 107 los registros de la policía, el Buró de Investigaciones y el Servicio de Inteligencia Militar. Nada encontraron que pudiera delatar lo sucedido allí.
SEGUNDA TEMPORADA
El 20 de febrero de 1954 Haydée y Melba salen de la prisión. Desde el presidio en Isla de Pinos Fidel les da la encomienda de reagrupar las fuerzas que se prepararon para las acciones del 26 de Julio del 53 y no pudieron participar por falta de armas, además de incrementarlas, y de dedicar los esfuerzos a la divulgación de los hechos del Moncada, a los motivos que condujeron a ellos y al pensamiento de los jóvenes de la Generación del Centenario.
  Y como aspecto esencial en la propaganda, la edición de su alegato en el juicio de la Causa 37 conocido como La historia me absolverá. Entonces  Haydée estableció en Jovellar 107 la dirección provisional del Movimiento 26 de Julio. No resultó fácil y sí titánica la tarea de recoger el dinero para costear la impresión del documento, en cuya transcripción y mecanografía desempeñaron un rol particular Melba y su padre.
  Lo orientado dio lugar a visitas y reuniones cada vez más frecuentes de miembros del Movimiento; al mismo tiempo, de los registros policíacos. Al salir liberados los moncadistas, Fidel tomó el apartamento como centro de sus actividades y al irse para México  en julio de 1955 siguió siendo la sede del M-26-7 -nombre ya adoptado oficialmente- y lo siguió siendo cuando Melba partió hacia ese país en octubre del mismo año.
Era el lugar para recibir la recaudación de dinero destinado a los preparativos del Granma y de otras misiones relacionadas con el desembarco. A finales de julio de 1956 se hizo insostenible la situación allí por los constantes registros de los cuerpos represivos y porque peligraba la vida de muchos combatientes, entre ellos la de Haydée.
 Desde otra casa en La Habana continuaron los padres de Melba en función de cuanto pudiera ayudar a los planes de Fidel de cumplir su promesa de Ser libres o mártires ese año, pero Jovellar 107 permanece como un símbolo de la rebeldía nacional.



lunes, 22 de junio de 2015

José de la Luz y Caballero. Legado imperecedero




  Por: Argentina Jiménez
                 
La influencia religiosa recibida en el hogar y en particular de su  
tío y maestro  José  Agustín Caballero, de quien fue un alumno
brillante, perduró toda la existencia de José de la Luz y Caballero (11-7-1800/22-6-1862.
No obstante, a los veinte años abandonó la idea de hacerse
religioso y se decidió por la enseñanza, en la que sentó cátedra,
porque fue un maestro consciente del papel de los educadores
en la sociedad.
 En dos ocasiones visitó varios países y al decir del patriota  Manuel Sanguily, más que un viajero curioso, “fue un estudiante
observador infatigable  (…) y se informó con su acostumbrado celo y con patrióticas miras del estado y circunstancias de las escuelas
 americanas e inglesas…”.  Cuando supo en París que se le
acusaba en la Conspiración  de la Escalera, regresó a Cuba
y se presentó a los tribunales, porque estaba limpio de culpa.
  Absuelto tras dos años de interrogatorios, volvió de nuevo a
la enseñanza.
    Hombre  de pensamiento profundo y vasta cultura,  inteligente,
de un amor profundo por su patria, amaba la justicia, la verdad,
 la honradez y la cultura. Por ello necesariamente tuvo que chocar
 con la realidad colonial que le tocó vivir. El respeto y cariño que
le profesaban y su actitud respetuosa impidieron que el gobierno
español  lo deportara.
  Aunque de carácter apacible y sereno, su entereza de espíritu,
sus prédicas morales, estaban tan en contradicción con el medio
colonial, que influyeron notablemente en los alumnos del Colegio
El Salvador, fundado por él,  quienes devinieron verdaderos
revolucionarios. Por eso dicen que las aulas de ese centro fueron
 la antesala de la revolución de 1868.
Abundantes aforismos dejó para la posteridad, que han sido
utilizados en consignas por el pueblo, como el siguiente: “Educar
 no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para la vida”.  
Tal como lo escribió lo puso en práctica y es un   legado
imperecedero.


sábado, 20 de junio de 2015

DIA DE LOS PADRES



!FELICIDADES!

"AMIGOS FRATERNALES SON LOS PADRES (...) FUSTA RECOGERÁ QUIEN SIEMBRA FUSTA, BESOS RECOGERÁ QUIEN SIEMBRA BESOS".
                                                                                                José Martí

martes, 16 de junio de 2015

Máximo Gómez Báez siempre amó y sirvió a Cuba



       
 
   El Generalísimo  lo prometió al abandonar la  Isla al concluir la Guerra de los Diez Años -de1868 a1878- y lo cumplió. Con motivo del aniversario 110 de su muerte el 17 de junio de 1905, nada mejor que sus propias palabras para conocerlo en  facetas específicas de su vida que las escritas por él en su Diario de Campaña durante la llamada Guerra Grande.





Por: Argentina Jiménez
 
Al dominicano solidario con la vecina Cuba,  jefe insobornable que luchó  por su independencia, unido a sus hazañas militares le caracterizaba una alta espiritualidad.  .  
Su Diario de Campaña*  constituye un inigualable testimonio de cuanto hizo por su patria adoptiva durante la llamada  Guerra Grande, en la de1895, junto a José Martí,  a quien secundó en sus ideas libertarias, y en su posición frente a los intereses intervencionistas de los Estados Unidos, a partir de 1898.
 Sufrió en silencio la pérdida de dos de sus hijos durante la campaña del 68 y los rigores de la contienda en la manigua, adonde lo acompañaba su esposa en circunstancias desventajosas para una mujer por la vida en los campamentos, rústicos, a veces a la intemperie, con frío, hambre, además de las largas caminatas y el  hostigamiento de las fuerzas  españolas.

Genial estratega
  Suman innumerables las victorias del Generalísimo en la Guerra de los Diez Años. Con la inteligencia de un militar curtido  incrementaba el parque recogiendo las balas dejadas por las tropas enemigas, práctica seguida por las  guerrillas para obtener suministros siempre que les escaseaban. De tal procedimiento abundan las anécdotas. Por ejemplo, en los inicios de la contienda, en su acuartelamiento de Palmarito lo atacaban casi a diario:  rechazó a quienes lo asediaban y se mantuvo y pudo sostenerse  con las cápsulas abandonadas por los españoles .
   Hombre recto y honesto no aceptaba determinadas costumbres ni siquiera del Gobierno de la República en Armas, como cuando le solicitaba soldados para buscar comida. Se negaba y alegaba que no era tarea propia de ellos, sino había que llevarlos “por un camino donde todos los servicios y trabajos de campaña vayan sellados con la gloria y el prestigio”.
Dos años después de iniciada la Guerra escribió: “(…) en todo el tiempo transcurrido he sufrido mucho, física y moralmente”. El término sufrir es una constante en sus anotaciones en   las 409 páginas  del Diario…, donde volcaba el General sus emociones, alegres o tristes. El 11 de junio 1873 escribió: “El mayor general Ignacio Agramonte: murió en el combate de Jimaguayú. Perdió Cuba uno de sus más esforzados hijos y el Ejército uno de sus más entendidos y valientes soldados”.
  Sus divisas: ser respetuoso, franco,  sincero y justo para la crítica o el elogio.   Sus convicciones las defendió a lo largo de toda su vida.
   Del mando español  recibió Gómez en la guerra proposiciones “por cierto, bien indecorosas” y “que viera si mediante una cantidad de dinero ofrecida me comprometía a respetar los ingenios y además si estamos dispuestos a firmar la paz bajo las bases de la autonomía. Las proposiciones fueron rechazadas”.

Reacio a la intromisión
   Máximo Gómez, conocedor de la idiosincrasia de los cubanos y las condiciones que enfrentaban los insurrectos en los años finales de la conflagración del 68 –divergencias entre jefes revolucionarios-  y ante planes de algunos de ellos sobre cómo llevarla a cabo, ya en  los finales de mayo de 1875 dejó escrito su criterio al respecto y precisaba que en tales asuntos “yo me propongo no tomar  absolutamente parte alguna”. Así fue siempre:
daba su opinión si se lo pedían, pero no se inmiscuía en sus decisiones internas.
En los últimos meses de 1977 estaba consciente de la imposibilidad de ganar la guerra. Decide que la familia se presente a los españoles para ver si logra embarcarse para Jamaica. Escribió: “Día terrible para mí, mi corazón se destroza de dolor pues tengo que separarme de mi esposa y mis hijos. Yo quedo aquí cumpliendo lo decretado por fatal destino”. Se refería a la firma de la paz por el Departamento de Camaguey.  “Hay dolores que se sienten pero no se pueden explicar”, termina  las observaciones ese día.
   Acude  a ver al mayor general  Antonio Maceo el 18 de enero de 1878. Le informan   de lo ocurrido y pactado por el CamagÜey, y ante una pregunta del jefe oriental  le responde que consideraba perdida la revolución en el Camaguey, Las Tunas y hasta Las Villas, y que precisamente por esa razón saldría del país, “pero  no quería hacerlo sin verlo primero a él  para que supiera la verdad de las cosas y no  contara sino con sus propios elementos”.
   Aunque Máximo Gómez no ofreció opinión alguna al intento de los cubanos de firmar la paz con sus contrarios, el general Arsenio Martínez Campos, jefe del ejército español, deseó encontrarse con él, le ofreció dinero y trabajos importantes para que no se marchara. Los rechaza y le exijió  ”como derecho mío un vapor- pues así está estipulado en el Convenio- para que me transporte a Jamaica”. 
   Un mediodía soleado del mes de marzo de 1878 zarpa la nave que conduce a Máximo Gómez lejos de la Isla. Van con él cinco cubanos.
 “Son las 6 de la tarde y vamos a perder a Cuba de vista, quizás para siempre -¿cuál será mi destino después que he sufrido tanto y tanto en esta tierra en pos de la realización de un ideal que ha costado tanta sangre y tantas lágrimas? ¡Adiós Cuba, cuenta siempre conmigo mientras respire – tú guardas las cenizas de mi Madre y de mis hijos- y siempre te amaré y te serviré!”

Cumplió lo prometido
El viejo general delgado y enérgico, que no había nacido en Cuba, pero tampoco había dejado de batallar y de soñar un solo día con su libertad, fue consecuente con su compromiso hasta el final.
  Defendió en todo momento  la  idea de la plena soberanía y  vio con desconfianza la intervención imperialista de los Estados Unidos. Percibió enseguida las ambiciones imperiales y la ausencia de patriotismo en algunos cubanos. Discrepancias con  la Asamblea de Representantes ocasiona  que esta lo destituya como jefe del Ejército Libertador. 
   Decepcionado, desolado, se encerró en su vivienda en la Quinta de los Molinos, en La Habana, donde dejó de existir el 17 de junio de 1905, hace ciento diez años quien sacrificó todo por Cuba a cambio de nada. Siempre la amó y sirvió, como le prometió al abandonarla  al concluir la Guerra de los Diez Años.  
  
  * Se respeta el estilo y la ortografía original.

martes, 19 de mayo de 2015

LOS CINCO ENTIERROS DE JOSÉ MARTÍ: UNA NECESIDAD, NO UN INSULTO A SU MEMORIA.



Por Carlos Manuel Marchante Castellanos.
Profesor Universidad de La Habana

            Para todos los que de una manera u otra, nos hemos acercado o dedicado al estudio de la vida y la obra de José Martí, una invariable interrogante nos vemos obligados a responder a quienes participan en un recorrido por una de las instalaciones martianas, cuando impartimos una clase, o cuando dictamos una conferencia: ¿Es verdad que a Martí lo enterraron cinco veces?
           
El solo hecho de la formulación de la pregunta, en la mayor parte de los casos, se desplaza desde un hecho que resulta insólito para muchos, hasta algo que parece un insulto a la memoria del Apóstol, para otros.

Acerca del tema, se han escrito diversos artículos de prensa, y elaborado pequeños folletos como el confeccionado por el profesor Francisco Javier Ibarra Martínez, quien fuera tesorero de la Comisión Por una Tumba digna de José Martí, en Santiago de Cuba, que a pesar de tener algunas apreciaciones incorrectas en su contenido, resulta hasta hoy el que con mayor cientificidad lo aborda, y el que a pesar de su modesta tirada, es popularmente conocido.  

No se encuentra el asunto que nos ocupa, entre los temas de interés investigativo al que nos hemos dedicado; preferimos estudiar y promover el ideario martiano y todo aquello que contribuya a la formación de valores, y a perfeccionar el trabajo docente educativo con las nuevas generaciones de cubanos. Sin embargo, nos parece un deber ineludible esclarecer algunos aspectos que contribuyan a desmistificar estos cinco entierros y posibilitar que los mismos puedan ser correctamente valorados por nuestro pueblo.

EL PRIMER ENTIERRO:

El primero de estos entierros se produce en el cementerio de Remanganagua el día 20 de mayo en horas de la tarde, siendo arrojado el cadáver de Martí, sin ataúd, a una fosa de tierra, lo que para muchos resulta una muestra del desprecio del coronel Ximénez de Sandoval, jefe de la columna española que dio muerte al Delegado del PRC.

En nuestra opinión, si bien Sandoval hace evidente ese desprecio en carta que envía a sus superiores días después, resulta imprescindible valorar que el eufórico coronel conocía del interés que mostraban las tropas del generalísimo Máximo Gómez por rescatar al Maestro, vivo, o muerto; que habían transcurrido poco más de 24 horas del combate de Dos Ríos, y que por presentar su cuerpo tres heridas de bala y los traumatismos producidos por su caída del caballo y su traslado hasta ese lugar, su inanimado cuerpo podía haber comenzado a descomponerse lo que imponía proceder a su inmediato enterramiento, sin esperar que un residente del poblado, algo alejado del cementerio, pudiera construir un rústico ataúd.




EL SEGUNDO ENTIERRO:

Al percatarse de la trascendencia política que tendría la caída en combate del Apóstol, el mando español decidió comprobar con certeza, si el occiso realmente era José Martí, y decidió exhumarlo para realizar la autopsia. El 23 de mayo el doctor Pablo Aurelio Valencia Forns, realizó el examen médico forense, acondicionó su cuerpo para trasladarlos a Santiago de Cuba, y sus restos mortales fueron depositados en un rústico ataúd de madera construido por un campesino de Remanganagua. De inmediato la columna española se puso en camino hacia la ciudad, donde su cuerpo sería exhibido públicamente, para que la población apreciara como terminarían los cabecillas insurrectos, práctica usual del ejército español desde la guerra iniciada en 1868. 

Cumplidas ambas ordenanzas militares, el 27 de mayo de 1895, en el nicho 134 de la galería sur, del cementerio de Santa Ifigenia de Santiago de Cuba, se ordenó realizar su enterramiento. En esta ocasión el propio coronel Ximénez de Sandoval, con todo respeto, pronunció la oración fúnebre, luego de percatarse que no se encontraba allí presente, ningún amigo o familiar de José Martí 

Este proceder, si bien cumplía sus fines propagandísticos para intentar atemorizar a los patriotas y resaltar la superioridad de las tropas españolas, posibilitó identificar el cadáver del mayor general José Martí, obtener una primera versión médica de las heridas que le causaron la muerte, y que sus restos pudiesen preservarse para la posteridad, ya que al ser depositados en uno de los nichos de la necrópolis de la ciudad de Santiago de Cuba, se  hacía mucho más difícil que los mismos pudieran desaparecer, como ocurrió con los del Mayor, Ignacio Agramonte.

EL TERCER ENTIERRO:

Este tendría lugar el 27 de febrero de 1907, mientras la patria se encontraba ocupada militarmente por segunda vez, por el gobierno imperialista de los Estados Unidos. El Ayuntamiento de la ciudad de Santiago de Cuba, había decidido por una disposición sanitaria, demoler los nueve nichos de la galería sur del Cementerio General, dado el avanzado estado de deterioro que presentaban y entre ellos el identificado con el número 134, contenía los restos de José Martí.

En atención a ello el coronel del Ejército Libertador Federico Pérez Carbó, Gobernador Civil de esa localidad, concibió y promovió la idea de respetar aquel nicho y construir en el lugar un modesto monumento hasta que pasasen los aciagos días que vivía la República y su pueblo agradecido pudiese erigirle un mausoleo digno a su memoria.

Para acometer dicha obra, debía procederse a la exhumación de su cuerpo para depositar su osamenta en una urna metálica que la conservaría a perpetuidad. Quienes asistieran al cortejo podrían observar los remanentes de su organismo, contenido en el ataúd y serían testigos del más solemne y emotivo homenaje en su memoria.

Ante la más valiosa reliquia del patrimonio martiano y de la nación, los hijos de su tierra amada le rendían el homenaje que se le debía desde aquel 19 de mayo de 1895, y procedían a depositar sus restos en la caja de plomo, junto a una copia del acta escrita en pergamino, que aislada dentro de un tubo de cristal con la leyenda “MARTÏ”, quedaron sellados herméticamente, depositándose luego dentro de un arca de caoba con igual inscripción.

A partir de aquella fecha y hasta el día 21 de octubre de ese propio año, se levantaría  alrededor del nicho 134, el primer monumento ante su tumba. El modesto mausoleo de estilo jónico, combinaría el aspecto sencillo y elegante, que en su interior, llevaría como póstumo recuerdo un ramo de flores y una bandera.

EL CUARTO ENTIERRO:

La inconformidad de un pueblo expresado en la voluntad de un selectivo grupo de martianos, por tan modesto monumento erigido al Maestro al pie de sus restos mortales, y los daños ocasionados por las intensas lluvias al panteón donde descansaban los restos del Apóstol, dio lugar a que en 1947, se constituyera el Comité: Por una Tumba Digna del Apóstol Martí, promovido por el Club Rotario de Santiago de Cuba.

 Ante la necesidad de erigir dicho obelisco preservando el lugar exacto donde se encontraban depositados sus restos mortales, se impuso la necesidad de trasladar provisionalmente el osario hacia el Retablo de los Héroes, lugar donde descansan los mayores generales, Moncada, José Maceo y Flor Crombet, entre otros heroicos mambises.

Con la solemnidad correspondiente a su alto rango y de manera sencilla, el 8 de septiembre de 1947, eran depositados en aquel lugar, hasta tanto culminaran las obras del nuevo monumento.

EL QUINTO ENTIERRO:

Culminadas las obras en Santa Ifigenia, a las dos de la tarde del 29 de junio de 1951, era extraído el osario con los restos de José Martí, del Retablo de los Héroes.  Luego de la comprobación de rigor, sus restos fueron transferidos de la vieja caja donde habían sido colocados en 1907, y depositados en el interior de una urna de bronce, elaborada al efecto, y ante el público asistente, fue sellada con una soldadura autógena para que se  conservarán a perpetuidad.
Terminado dicho acto, en reverente peregrinación, sus restos fueron trasladados al Salón del Gobierno Provincial de Oriente, donde colmado de coronas de flores, se le rendirían Guardias de Honor por las más altas figuras de la nación, sin distinción de credo o filiación política, desde las dos de la tarde del día 29 hasta el día 30, a las tres de la tarde, que se trasladaría la urna cubierta con la enseña nacional en un armón de artillería, hasta su definitiva tumba erigida en Santa Ifigenia.

Una solemne y emotiva ceremonia encabezada por el Presidente de la República, doctor Carlos Prío Socarrás, marchaba detrás del armón, acompañado por Hortensia, Alia y Aquiles, hijos de Amelia Martí Pérez, hermana del Apóstol  y otros integrantes del gobierno, seguidos de unas cincuenta mil personas, mientras las mujeres santiagueras colocadas en ambas aceras, desde el Gobierno Provincial  hasta Santa Ifigenia, arrojaban pétalos de rosas al paso de los restos del más grande de los cubanos.
En medio de un silencio sepulcral, una batería colocada a la entrada de la necrópolis santiaguera, disparaba una salva de 21 cañonazos, en honor al Mayor General y Delegado del Partido Revolucionario Cubano, muerto en campaña, mientras en brazos del presidente de la nación, el tesoro más valioso del patrimonio martiano, era depositado en una hermosa cripta en la descansaría para siempre.

Cuba-EEUU: Contexto apropiado para avanzar al restablecimiento de relaciones, afirma Cancillería




18 mayo 2015 | 19 |
 La justa decisión del Presidente Obama de excluir a Cuba de la lista de países patrocinadores del terrorismo internacional, que debe hacerse efectiva el 29 de mayo, y los progresos en las gestiones para reanudar los servicios bancarios de la Sección de Intereses de Cuba en los Estados Unidos, pueden crear un contexto bilateral y regional apropiado para avanzar hacia el restablecimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países y la apertura de las respectivas embajadas“, afirmó en La Habana un alto funcionario de la Cancillería.
Gustavo Machín, subdirector general de Estados Unidos del Ministerio de Relaciones Exteriores cubano, subrayó que el jueves 21 de mayo, como se ha anunciado, tendrá lugar en Washington la tercera ronda de conversaciones entre Cuba y Estados Unidos sobre el restablecimiento de sus relaciones diplomáticas y la apertura de embajadas.
En esta ronda, las delegaciones de Cuba y EEUU deben intercambiar sobre aspectos relativos a las relaciones diplomáticas y al comportamiento de sus funcionarios en ambas capitales.  Estos temas ya se han abordado en las conversiones anteriores, precisó el diplomático en declaraciones a un grupo de periodistas.
La delegación de la isla caribeña estará presidida por la directora general de Estados Unidos de la Cancillería, Josefina Vidal, mientras que por la parte norteamericana la encabezará la Subsecretaria de Estado Roberta Jacobson, como en oportunidades anteriores.
Este encuentro dará continuidad a las reuniones previas, efectuadas el 22 de enero en La Habana y el 27 de febrero en Washington, así como a una cita de seguimiento celebrada en la capital cubana el 16 de marzo.
Cuba va a insistir en la observancia de los principios del derecho internacional, refrendados en la Carta de las Naciones Unidas y de las normas establecidas por las Convenciones de Viena sobre las relaciones diplomáticas y consulares, dijo Machín.
Estas, añadió, deben ser la base de los vínculos bilaterales y del funcionamiento de las respectivas misiones.
Sobre las negociaciones para restablecer los servicios bancarios de la Oficina de Intereses de Cuba en Washington -no existen desde hace un año-, aseguró que “hemos tenido progresos significativos en las conversaciones con un banco norteamericano, y pensamos que en el corto plazo esta situación quede solucionada”.
Cuba y Estados Unidos dialogan para concretar su acercamiento diplomático, anunciado el 17 de diciembre de 2014 por los mandatarios Raúl Castro y Barack Obama, y reiterados en el encuentro que ambos sostuvieron en la Cumbre de las Américas, en Panamá.
Ambas naciones rompieron relaciones diplomáticas luego del Triunfo de la Revolución cubana. En 1962, la Casa Blanca decretó -y aún se mantiene- un bloqueo económico, comercial y financiero contra Cuba, que provoca daños económicos al país por más de un billón 112 000 millones de dólares.
Después que se restablezcan las relaciones diplomáticas, aseguró el Subdirector General de Estados Unidos de la Cancillería, se iniciará un proceso más complejo de importancia para ambos países, que permitiría avanzar hacia la normalización de esas relaciones.
Para Cuba, aseguró, debe iniciarse con el levantamiento del bloqueo, a la par de otros temas de interés como el cierre de la Base Naval de Guantánamo, el fin de las transmisiones ilegales hacia la Isla desde territorio estadounidense, la suspensión de los programas del cambio de régimen, y la discusión de la compensación al pueblo cubano por daños económicos y humanos.
Consideró que el ambiente de las pláticas sobre el restablecimiento de relaciones entre ambos gobiernos “ha sido muy profesional… y en todas estas conversaciones hemos ido avanzando”.