martes, 29 de noviembre de 2016

Mariana Grajales Cuello: Símbolo de las mujeres cubanas



Pesar de José Martí por el fallecimiento de la insigne patriota el  28 de noviembre de 1893..  
Argentina Jiménez
 Profundo tocaron las fibras más íntimas  del mayor general  Antonio Maceo las
líneas de condolencia enviadas a él por José Martí, con fecha 15 de diciembre de 1893,  cuando supo del fallecimiento de Mariana, a quien tanto admiró:
  “En Patria digo lo que me sacó del corazón la noticia de su muerte:
 lo escribí en el ferrocarril, viniendo de agenciar el modo de que le
 demos algún día libre sepultura, ya que no pudo  morir en su tierra
 libre: ese, ese oficio continuo por la idea que ella amó, es el mejor
 homenaje a su memoria.
  Vi a la anciana dos veces, y me acarició y miró como a hijo, y la
recordaré con amor toda mi vida.”
   Otro artículo en Patria le dedicó el 12 de diciembre de 1893. En
 este expresa:
 “Con su pañuelo de anciana a la cabeza, con los ojos de madre
amorosa para el cubano desconocido, con fuego inextinguible,
en la mirada y en el rostro todo, cuando se hablaba de las glorias
de ayer, y de las esperanzas de hoy, vio Patria, hace poco tiempo,
a la mujer de ochenta y cinco años que su pueblo entero,
de ricos y de pobres, de arrogantes y de humildes, de hijos de amo y
 de hijos de siervo, ha seguido a la tumba, a la tumba en tierra
extraña (…)
   “Los cubanos todos, dice una carta a Patria, acudieron al entierro,
porque no hay corazón de Cuba que deje de sentir todo lo que
 esa viejita querida, a esa viejita que le acariciaba a usted las manos
 con tanta ternura. (…)   
  “Recuerdo que cuando se hablaba de la guerra en los tiempos en
que parecía que no la volveríamos a hacer, se levantaba bruscamente,
 y se iba a pensar sola:   ¡y ella, tan buena, nos miraba como con
 rencor! muchas veces, si me hubiera olvidado de mi deber de hombre,
habría vuelto a él con el ejemplo de aquella mujer. (…)
  “Patria, en la corona que deja en la tumba de Mariana Maceo, pone
 una palabra: --¡Madre! ”
   Mas, tanto lo conmovió su partida definitiva que volvió a deslizar su
pluma y publicó el 6 de enero de 1894 otro artículo en la misma
publicación, que en su primer párrafo dice:
“¿Qué, sino la unidad del alma cubana, hecha en la guerra, explica
la ternura unánime y respetuosa, y los acentos de indudable emoción
y gratitud, con que cuantos tienen pluma y corazón han dado cuenta
de la muerte de Mariana Grajales, la madre de nuestros Maceo?
“¿Qué había en esa mujer, qué epopeya y misterio había en esa
humilde mujer, qué santidad y unción hubo en su seno de madre,
qué decoro y grandeza hubo en su sencilla vida, que cuando se
escribe de ella es como de la raíz del alma, con suavidad de hijo,
y como de entrañable afecto?”
   Y la menciona de nuevo  en una carta respuesta a Maceo desde
Nueva York,  el 20 de abril de 1894, para aclararle dudas respecto
a lo cual le han dicho  sobre su participación en la Guerra del 95.
Le puntualiza que él es imprescindible a Cuba, en cuyos campos
espera que pueda llamarlo hermano, y termina la misiva con las
siguientes palabras:
 “¿No me acarició su madre como a hijo? ¿No me ha llamado
públicamente su hijo?”


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