miércoles, 26 de febrero de 2014

Un mundo de fantasía





Argentina Jiménez

Mucho de poesía hay en la prosa de Nercys Felipe, Premio Nacional de Literatura, en su libro Corazón de Libélula (y otros duendes y duendas).

Agasajada en la Feria Internacional del Libro Cuba 2013, en cada línea de esa entrega suya encuentra el lector, niño o adulto, derrame de ternura: (“Este es el cuento de  Cariño y Belén –viejitas ellas-”); amistad: (“De ahí en adelante, el unicornio y el potro anduvieron siempre juntos”); altruismo: (“Haremos realidad tu mejor sueño (…)!Y se llenó de destellos de oro la saleta, porque la niña no había pedido nada para sí!”); amor: (“y mientras compartían grosellas y masitas, decidieron vivir juntos, un tiempo en la playa y otro en el monte”; y en todos los cuentos (10), una enseñanza.

Navega por un mundo mágico, lleno de fantasías, con duendes y duendas invisibles a los ojos de quienes no miran con el corazón, de llamativos nombres; corceles alados, ríos, montes, montañas, rayos de sol convertidos en polvo de oro, nubes, flores, frutas, hechizos, colores…

En esa prosa poética, sencilla, nada edulcorada que caracteriza a Corazón de Libélula…, aflora la influencia martiana en la autora, en diferentes momentos como cuando Zumbete le dice a Monamí “A pesar de tus pecas y gorduras (…)Lo más bello tuyo/lo llevas dentro/adornándote el alma/radiante, bello (…) Lo más bello tuyo/tus sentimientos”.

Encabeza cada cuento un exergo, apropiado al texto, del Héroe Nacional de Cuba, Juan Ramón Jiménez y otros poetas, que dan una idea de su contenido esencial.

Al  navegar por las 74 páginas de lo que considero un tesoro para todas las edades, puede parecerles a los lectores estar soñando un sueño hermoso que los transporta a un lugar diferente en cada “puerto”, del cual no desean despertar, sino continuar soñando con el surgimiento de nuevas páginas para enternecerles el alma y hacerles ver la vida más bella.

Agradecer a la Colección Ismaelillo de Ediciones Unión, la publicación de Corazón de Libélula…, que suaviza el espíritu, y a Maritza Miara por sus magníficas ilustraciones.
































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