Argentina Jiménez
Dos libros nos dejó Luis Carlos García
Gutiérrez, llenos de vivencias, escritos con lenguaje sencillo, como él,
quien llegó a los 97 años sin sentirse viejo ni pensar en la muerte. Lo dijo
él. Tal era su manera de asumir la vida. Cuando estudió Estomatología-1937- ni
había soñado con lo que le depararía haber escogido esa especialidad, la cual
le reservó experiencias inigualables en su larga y fructífera existencia.
En La otra cara del combate -en su segunda edición ampliada y
corregida- y En torno al sillón. Apuntes de vida y batalla, ambas de carácter
testimonial, narra pasajes de su historia personal, de su país y de unos
cuantos de sus dirigentes, antes y después de 1959, quienes en virtud de su
trabajo de enmascaramiento quizás hasta le debieron la vida.
Las anécdotas contadas por Fisín, sobrenombre acuñado para siempre y por el
que fue más conocido, y las circunstancias o situaciones enfrentadas en su
quehacer revolucionario desde su ingreso en la Liga Juvenil Comunista, el
Partido Comunista con diferentes nombres en la neocolonia y después del triunfo
del primero de enero, de seguro las disfrutarán personas de cualquier edad.
. Algún tiempo después del primero de enero de 1959 pasó a trabajar en el Ministerio del Interior y en él a dirigir el Gabinete Nacional de
Identificación, a organizar el Laboratorio de Criminalística, y a desarrollar
la Técnica Canina. Le gustaba ese trabajo, de extrema presión, que apenas
le dejaba tiempo para el sueño, dijo en una ocasión.
Le sirvió como fachada para sus
tareas en el primer Partido Comunista y después en el Partido Socialista
Popular (PSP) -comunista-, ser dentista de la alta burguesía. A muchos militantes salvó de ser
apresados con su labor más conocida, el enmascaramiento. Para ello pasó al
trabajo clandestino en la Sección de Habilitación de su Comisión Militar del
Partido y se buscó el desprecio de quienes consideraban había traicionado los
ideales revolucionarios. No solo de la cara. También la apariencia del
cuerpo, y mucho más complejo cambiar
costumbres, manías… Hasta estos detalles es imprescindible insistir hasta
lograr cambiarlos, pues por ellos pueden ser reconocidas las personas. También,
falsificar documentos. En todos Fisín se hizo experto.
Altos dirigentes buscados
afanosamente por la Policía lograron pasar desapercibidos en tiempos azarosos
gracias a su pericia, entre ellos Blas Roca, secretario general del PSP.
Poco después del triunfo de la Revolución, le encargaron dirigir el
Gabinete Nacional de Identificación, organizar el Laboratorio de
Criminalística, y a desarrollar la Técnica Canina. Le gustaba ese trabajo, de extrema presión, que
apenas le dejaba tiempo para el sueño., afirmó en una ocasión.
Sin embargo, Fisín es más conocido por el enmascaramiento del Che, quien
burló a la CIA en virtud de esas labores que le hizo un ser tan grande por sus
hazañas y a la vez tan modesto.
De cuantos trabajos desarrollo desde
hacerse odontólogo, y con más amplitud de sus recuerdos de aquellos días junto
al Guerrillero Heroico en Dar-es-Salaan, Tanzania; Praga; Pinar del Río…,
contiene La otra cara del combate.
Leer
este y su otro libro permitirá conocer a un hombre excepcional, coronel del Minint,
donde cumplió duras misiones, de esas que laceran el espíritu, sin perder la
ecuanimidad, como la de identificar los cadáveres prácticamente calcinados de un grupo de cubanos fallecidos en el accidente aéreo en Perú, tras un difícil viaje a Lima.
Al dar el adiós final en los ùltimos meses de 2015, lo hizo como mismo vivió: con las botas
puestas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario