Texto
y fotos: Argentina Jiménez
Comparto
con ustedes unas instantáneas tomadas al
cielo de la isla caribeña en el ocaso de
dos tardes del verano, en la occidental provincia de Matanzas, cuando el Sol se
encaprichó en vestirse de colores y exhibirse a plenitud, antes de dejarnos e
ir a alumbrar a otros, unas horas, para volver amarillo al amanecer y comenzar
a lanzar sus rayos poco a poco, mientras se va adueñando del punto más alto de
la esfera azul.
Cuando se dio cuenta de mi interés por captar su figura se esmeró más
para brindar el hermoso espectáculo que pueden observar en
las fotos.
Quienes
disfrutamos de ese techo celeste que nos cobija casi siempre nos
sentimos muy regocijados al verlo tan coqueto. Recuerdo una canción que llama a
la mujer amada cielito lindo, y lo
despedí en aquellas dos ocasiones del sexto mes del año, dedicándole esas dos
palabras, con miradas amorosas de eterno agradecimiento por los minutos que
alegró mi espíritu.
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