jueves, 7 de julio de 2016

Jovellar 107: Antes y después del Moncada




Argentina Jiménez
Una noche, al abrir la puerta de su apartamento, el D del tercer piso, Melba quedó sorprendida. Había más de cien jóvenes en su interior, pero podía escucharse el vuelo de una mosca. Acudieron allí ante una alarma de Fidel Castro no solo los de La Habana, sino también de Pinar del Río y Matanzas.
 Esa noche marcó un hito importante en la historia del lugar del encuentro: Jovellar 107 en el municipio habanero de Centro Habana. Buena parte de quienes se encontraban presentes serían conocidos no mucho después como la Generación del Centenario. Corrían los meses finales de 1952 y ya conspiraban contra Fulgencio Batista en esa vivienda, la cual desempeñó un papel de primer orden antes y después del 26 de julio de 1953.
   Un día de mayo del 52 Melba se vincula al movimiento liderado por Fidel, y sus padres, Manuel Hernández y Elena Rodríguez del Rey, la secundaron en sus ideas y pusieron su hogar a disposición del líder revolucionario y de quienes lo seguían en sus concepciones y vía para alcanzar la libertad de Cuba: la lucha armada.
   El lugar devino sede de reuniones, entrevistas, trabajos organizativos… Más adelante le confiaron a Elena la responsabilidad de recibir las armas, balas, etc. que le llevarían a su casa y la de confeccionar las corbatas y uniformes militares, los cuales vestirían los jóvenes involucrados en una acción que ninguno de ellos sabía qué era ni dónde sería. En la hechura de la vestimenta la ayudaron otras compañeras, motivadas, asimismo, por derrocar a la tiranía batistiana.      
  De los jóvenes concurrentes allí asiduamente, en inmensa mayoría cayeron asesinados en el Moncada y en el cuartel Carlos Manuel de Céspedes; después de Alegría de Pío tras el desembarco de los exedicionarios de yate Granma el 2 de diciembre de 1956; en combates en la Sierra Maestra, o asesinados por la dictadura.
   Días antes de la histórica fecha, en una de las habitaciones de Jovellar 107, Pedro Miret  limpió y engrasó las armas que utilizarían en el asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, y al Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, ambos en la región oriental de la Isla; buena parte de estos medios salieron de allí hacia la granjita Siboney, en Santiago, en las maletas de Haydée Santamaría, el día 22, y de Melba, el 23 de ese mes; así como los uniformes y gorras, la enseña nacional y un paquete de banderas del 4 de septiembre -del gobierno- que llevarían para facilitar la sorpresa en la acción.
   También lo hicieron Fidel y Ernesto Ernesto Tizol en la madrugada del 24, después de dar instrucciones y dinero a los jefes de grupos que desde ese sitio o de otros de la capital se dirigieron a la cita con la Patria.
  Tras conocerse la noticia de los hechos del Moncada, agentes de los cuerpos represivos comenzaron los registros en el apartamento D de Jovellar 107. Nada comprometedor encontraron que pudiera delatar lo sucedido en ese lugar.
                      ***
El 20 de febrero de 1954 Haydée y Melba salen de la prisión, adonde fueron encarceladas por participar en las acciones. Desde el presidio en Isla de Pinos Fidel les da la encomienda de reagrupar las fuerzas que se prepararon para las acciones del 26 de Julio del 53 y no pudieron participar por falta de armas -además de incrementarlas-, y de dedicar los esfuerzos a la propaganda, como aspecto esencial: la edición de La historia me absolverá. Entonces  Haydée estableció la dirección provisional del Movimiento 26 de Julio en Jovellar 107.
  Lo orientado dio lugar a visitas y reuniones cada vez más frecuentes de miembros del Movimiento y, al mismo tiempo, de periódicos registros policíacos. Al salir liberados los moncadistas, Fidel tomó el apartamento como centro de sus actividades y al irse para México  en julio de 1955 siguió siendo la sede del M-26-7 -nombre ya adoptado oficialmente en junio de ese año- y lo siguió siendo cuando Melba partió hacia ese país en octubre del mismo año.
 A finales de julio de 1956 se hizo insostenible la situación allí debido a la presencia  constante de los cuerpos represivos, y los padres de Melba decidieron mudarse. Desde otra casa en La Habana continuaron en función de cuanto pudiera ayudar a los planes de Fidel de cumplir su promesa de ser libres o mártires ese año. Sin embargo, Jovellar 107 permanece como un símbolo de la capital en la gesta del Moncada, porque  fue uno de los dos cuarteles generales donde se organizaron las acciones del 26 de julio.

miércoles, 22 de junio de 2016

Máximo Gómez Báez, incorruptible




Por: Argentina Jiménez
Dijo alguien, con mucha razón, que los muertos solo son muertos cuando los vivos los olvidan. En Cuba recordamos a los héroes y mártires con acciones concretas, transmitiendo sus experiencias e inculcando sus valores a jóvenes y adultos, en particular a las nuevas generaciones.
Por esa inveterada convicción está presente siempre el General en Jefe del Ejército Libertador Máximo Gómez Báez, fallecido en La Habana el 17 de junio de 1905. No solo  monumentos, bustos, fotos, impresión de sellos de correos, medallas conmemorativas, libros sobre su figura, centros que ostentan su nombre…, sino en enseñanzas suyas en las escuelas militares, porque fue   “el hombre que nos enseñó a  pelear y a vencer”,  por el papel desempeñado en la Guerra de los Diez Años -1868-1878- y en la de 1895.
Asimismo, su vida y obra por la libertad de la isla antillana son estudiadas en los centros docentes de distintos niveles; y cada vez que se hable de patriotismo, lealtad, sacrificio, valor y vergüenza acude a la mente con mayor fervor el protagonista de tantas batallas por la independencia de la isla que adoptó como su segunda patria este dominicano excepcional.
Aun cuando gran cantidad de sus escritos permanecen aún inéditos –en proceso de develar más datos acerca de su pensamiento político, militar e intelectual-,  son muchos los historiadores y otros escritores que han plasmado en letras reseñas ilustrativas de sus campañas libertarias: la de Guantánamo, Palo Seco, Las Guásimas, la invasión a Occidente, ¡tantas otras!; de su vida desde la llegada a El Dátil, poblado a dos leguas de Bayamo, lugar donde se instaló a su llegada al oriente cubano; de cómo se vinculó con quienes buscaban liberarse del dominio español.
A Gómez lo reclutó el poeta José Joaquín Palma en su propia finca y lo nombró Sargento 1º Máximo Gómez;  en su primera acción en Venta del Pino puso en práctica  su experiencia militar acumulaba por años de guerrear, al llamado de su gobierno en el Ejército de la isla vecina, en el cual alcanzó el grado de capitán; en esta batalla los peninsulares conocieron los efectos del machete mambí. Muy pronto Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria, le otorgó el grado de Mayor General del Ejército Libertador.
El destacado estratega confesó, según el Diario  de un soldado, del doctor Fermín Valdés Domínguez, que por sus negocios de madera y otros visitaba  distintos ingenios “y en uno vi cuando con un látigo se castigaba sin compasión a un pobre negro atado a un poste en el batey de la finca y delante de toda la dotación del ingenio. No pude dormir en toda aquella noche, me parecía que era aquel negro uno de los muchos a quienes aprendí a amar y a respetar al lado de mis padres en Santo Domingo”.
Y en otro pasaje, señala: “Yo fui a la guerra llevando aquellos recuerdos en el alma,  pelear por el negro esclavo y luego fue que comprendiendo que también había para justificar el deseo de independencia los cubanos (…) uní en mi voluntad las dos ideas y a ellas consagré mis esfuerzos; pero , a pesar de los años que han pasado, no puedo olvidar que acepté al principio la Revolución para buscar en ella la libertad redentora del negro esclavo, humillado por la trata que España sostuvo para degradar a Cuba”.
Con estoicismo a toda prueba, llevó a cabo esas ideas, aunque encontró escollos por extranjero y por desuniones e incomprensiones entre los cubanos combatientes, y   finalmente la ingratitud de los hombres, como le prometió José Martí al invitarlo a secundarlo en la Guerra Necesaria (la de 1895).
Máximo Gómez vivió en la Quinta de los Mollnos y murió en su casa de la calle 5ta. y D. en el Vedado capitalino, mas su estatura  ética prevalece,  porque como gran general pudo haberlo tenido todo y renunció a cuanto le ofrecieron, tanto al concluir la guerra del 68 como la del  95; no aceptó la candidatura para presidente al constituirse la República –mediatizada-. No  luchó por ambiciones personales, para él los principios morales estaban por encima; sufrió exilio, lejanía de su familia, hambre, pero supo transmitir a su hijos los mismos valores que lo caracterizaron y  marcaron su trayectoria  durante toda su existencia.
Cuba le debe y agradece mucho al Generalísimo. Su impronta se agiganta ante cada circunstancia adversa, porque sigue enseñándonos a ser un pueblo invencible.

lunes, 30 de mayo de 2016

La Habana, Maravilla del Mundo





Por: Argentina Jiménez
De plaza, fortalezas, iglesias y conventos, levantadas al unísono del crecimiento y desarrollo de la ciudad, en su tercer y definitivo asentamiento, cuenta Fermín Romero Alfau en su libro La noble Habana, instructiva lectura para estos días en que será declarada oficialmente Maravilla del Mundo.
 Una panorámica bien documentada ofrece el texto sobre el cuándo y cómo  aquel “diminuto caserío de yaguas y guano que se cree haya estado emplazado a lo largo de la orilla de la bahía desde donde hoy se encuentra la calle Tacón hasta la plaza de San Francisco” ha llegado a ser la esplendorosa Habana cuya fama trasciende allende los mares y le valieron el preciado reconocimiento en virtud de la encomiable labor de restauración de la Oficina del Historiador, empeñada en  quitarle arrugas y cicatrices.
Fechas y nombres varios, avances, retrocesos… en el diseño y conformación de las citadas instalaciones explica el autor, en cuyas líneas se observa la minuciosa investigación realizada para dejar a interesados o enamorados de esta urbe un legado invaluable sobre sus orígenes.
Conocida en sus tiempos fundacionales como La fidelísima Habana, la Antemural de las Indias Occidentales, La llave del Nuevo Mundo y con el nombre que da título a esta entrega de Romero Alfau, leer La noble Habana deviene recorrido imaginario por siglos de historia de la villa de San Cristóbal, a partir de 1519, fecha dada para su fundación.
  También, conocer sobre los avatares en la construcción, hasta la última traza, de las instalaciones citadas, como las vemos ahora, y sus diferentes  denominaciones; personajes, tradiciones y costumbres de otras épocas y de suntuosas edificaciones  habitadas por los pudientes de entonces muchas de ellas convertidas hoy en museos.
Declarada en 1982 Patrimonio  Cultural de la Humanidad, la actual Maravilla del Mundo seduce por ese halo de encanto que la caracteriza, y por su gente, y es parada inviolable de turistas foráneos o criollos, quienes disfrutan paseando por su calles adoquinadas o no, y de sus moradores, quienes, parodiando  a Fayad Jamis, la inventarían si no existiera.




martes, 12 de abril de 2016

Señor Barack Obama: ¿Podrían olvidar el pasado las mujeres cubanas?




Por: Argentina Jiménez
Usted ha reiterado en varias ocasiones olvidar el pasado. En el Gran Teatro de La Habana Alicia Alonso, excelsa mujer quien tuvo la gentileza de ir a ese lugar a escuchar su discurso, usted dijo, y cito:
 “Es hora ya de olvidarnos del pasado, dejemos el pasado, miremos el futuro, mirémoslo juntos, un futuro de esperanzas. Y no va a ser fácil, va a haber retos, y a esos vamos a darles tiempo; pero mi estadía aquí me da más esperanzas de lo que podemos hacer juntos como amigos, como familia, como vecinos juntos”.
Señor Obama, nuestro Héroe Nacional, José Martí, quien vivió en su país y le conoció sus entrañas,  escribió: “(…) ¡quién copió figuras de mujer sin ponerles en los ojos alma, y en los labios gracias y sonrisas!  Los buenos artistas la han pintado en toda su dimensión humana”. Sin embargo, ¡tanta gente mala con sus daños y agresiones le han eliminado las sonrisas a partir del luminoso primero de enero de 1959!
Interminable la lista de las cubanas que, además de heridas en el alma, les han dejado cicatrices en sus cuerpos, o perecieron víctimas del terrorismo contra nuestra Patria, dirigido, originado, sustentado en el Estado del cual usted es presidente.
Sí señor, aludo a algunos hechos ocurridos en el año en que usted nació, o cuando aún era un niño, los cuales  conoce, pero se los recuerdo, porque forman parte de la memoria que este pueblo no olvida. Mas, me refiero a otros muchos sucedidos cuando ya usted usaba pantalones largos y hacía gala de las esencias que históricamente han caracterizado a los dirigentes estadounidenses.
Todavía me indigna-  y de entonces a acá ha llovido mucho, como reza el refrán-,   aquel memorando, o carta,  del subsecretario de la Secretaría de Guerra de EE.UU., mister J.G. Breckenridge,  al teniente  general del ejército de USA, J.S.Miles, con las últimas instrucciones de cómo conducir la guerra en Cuba y Puerto Rico. Explicaba en una de sus partes: “La anexión de territorios a nuestra República, ha sido hasta ahora la de vastas regiones con muy escasa población y fue siempre precedida por la invasión pacífica de nuestros emigrantes, de modo tal que la absorción y amalgama de la población existente ha sido fácil y rápida”. Sigue con una observación acerca de que sus aspiraciones y la política que deben seguir  en cuanto a esas dos islas difieren. Y continúa: “Cuba con su territorio mayor, tiene una población mayor que Puerto Rico. Esta consiste en blancos, negros y asiáticos y sus mezclas. Los habitantes son generalmente indolentes y apáticos. Es evidente que la inminente anexión de estos elementos a nuestra propia Federación sería una locura y, antes de hacerlo, debemos limpiar al país, aun cuando eso sea por la aplicación de los mismos métodos que fueron aplicados por la Divina Providencia en las ciudades de Sodoma y Gomorra”.
Más adelante precisa: “Debemos concentrar nuestro bloqueo, de modo que el hambre y su eterna compañera, la peste, minen a la población civil y diezmen el ejército cubano (…) y entonces prestaremos nuestra ayuda a la oposición”.  Finalmente puntualizaba, entre muchas aseveraciones ofensivas e inescrupulosas respecto  al pueblo: “Resumiendo: nuestra política debe ser siempre  (el subrayado es mío) apoyar al más débil contra el más fuerte, hasta que hayamos obtenido el exterminio de ambos a fin de anexar a la Perla de las Antillas”.
Esto no pudieron lograrlo; sin embargo, por más de medio siglo hicieron de Cuba lo que convino a sus intereses de todo tipo, hasta que esa masa de “indolentes y apáticos”, les dio una patada por el trasero a los yanquis. Pero como esa espina en sus objetivos desde tiempos inmemoriales los hinca constantemente desde el primero de enero de 1959, su política para de cualquier modo lograr sus aspiraciones – diferentes, por supuesto, a las de 1898-, no ha cambiado, han ideado cuantas artimañas (léase agresiones ) y recurrido  a los más innobles, perversos y criminales métodos, incluido el bloqueo, tan añejo como perjudicial, con el que tampoco la población civil  ha  muerto de  hambre ni se ha diezmado el ejército cubano . Hoy está más fuerte que nunca.
No obstante, señor presidente, el propósito de estas líneas es  hablarle de cómo la política de su gobierno –como el de los anteriores- ha causado, y causa,  daños a las mujeres cubanas, quienes, como eternas Marianas*, jamás un dolor o pérdida las han logrado amilanar y junto a los hombres  que sí son como amigos, como familia, como vecinos, han llevado y siguen empeñadas en continuar empujando hacia adelante, hacia el futuro, contra dificultades e inconvenientes, y hasta errores, a la Revolución que las redimió.
.Señor Obama, poco antes de usted haber nacido, en gesto heroico murió Fe del Valle en el intencional incendio de la tienda El Encanto por elementos contrarrevolucionarios, el 13 de abril de 1961, vísperas de la invasión por Girón, a causa de cuyos bombardeos fue herida Nemesia, la niña que quiso tener unos zapaticos blancos (anhelo solo realizado gracias al triunfo de la Revolución) , quien perdió a la madre, como mismo murieron  muchos hombres,  mujeres y  niños de la Ciénaga de Zapata, calcinados por la metralla de aviones procedentes de allende los mares del norte, que lanzaban su mortífera carga contra camiones  donde eran evacuados civiles; otros quedaron  mutilados.
 Lo mismo sucedió a la familia Romero en la finca San José de Altamira en el Escambray. A Paula, de 14 años, a su hermana Teodora y a su madre las golpearon los bandidos, a quienes les suministraban pertrechos en paracaídas desde naves aéreas procedentes de los Estados Unidos de América. Después ultimaron al padre, a una hermana suya y a un sobrino. Esto, solo como una muestra de las atrocidades de estos criminales en disímiles hogares campesinos, expuestos a actos similares en varias regiones de la Isla.
 Más o menos quince años, como la edad de la menor de sus hijas, señor Obama, tenía Nancy Pavón Pavón  cuando una lancha pirata ametralló el caserío de Boca de Samá, en Banes, Holguín, el 12 de octubre de 1971, y dejó dos personas muertas y numerosos heridos. Ella diría en una ocasión: “Destrozaron mi juventud, nunca he podido ser feliz en mi vida por mi píe”. Se lo destruyeron los desalmados al servicio de la CIA.
Durante años organizaciones contrarrevolucionarias financiadas por las administraciones  estadounidenses han realizado todo tipo de acciones a fin de entorpecer o derrocar a la Revolución, incluso en el exterior. Un  ejemplo entre tantos, en varios países, incluso el suyo: el acaecido en la embajada cubana en Portugal, el 22 de abril de1976, donde cayeron víctima de uno de una bomba de alto poder explosivo Adriana Corcho y Efraín Monteagudo, ambos funcionarios de la legación.
Pocos meses después, el 6 de octubre, a varias mujeres en pleno disfrute de sus años  juveniles, con la cabeza llena de sueños, como Nancy Uranga, embarazada, les quitaron la existencia en el sabotaje a una nave de Cubana de Aviación en Barbados.  Regresaban felices junto a sus compañeros del equipo de esgrima, con las medallas de los primeros lugares ganadas en un torneo en Venezuela. Venían otras, en total 57 cubanos, 11 guyaneses y dos norcoreanos. 73 personas, desaparecidas en el mar por el vandálico ataque. Cuarenta y nueve años después, aún el eterno enemigo  de esta Isla abriga en sus calles al asesino mayor: Posada Carriles.
Todavía duele la muerte de 101 niños de 0 a 14 años, a causa del dengue hemorrágico, germen introducido en el país en 1981, que mató a 159 personas y afectó a 344 203. Madres, abuelas, tías…, no olvidan esas vidas de seres queridos tronchadas por la maldad de los ilusos yanquis, que no acaban de entender que jamás seremos una estrella en su bandera.
Libros podían escribirse de los sufrimientos padecidos por las mujeres de esta pequeña nación, contra la cual no cesan las agresiones del vecino del Norte desde el año de la liberación, aun cuando hoy viste nuevas formas (Usted, señor presidente, las conoce bien, habló de algunas de  ellas en el Gran Teatro), pero  con los intereses de todos los tiempos, sin mencionar los perjuicios derivados del bloqueo, que además de frenar el desarrollo económico,  asimismo lacera e impide, por solo mencionar un ejemplo, la cura de hijos aquejados de enfermedades requeridas de medicamentos existentes en Estados Unidos  y que no nos permiten su adquisición..
Y, aunque con un final feliz, ¡cuánto quebranto moral no  padecieron los familiares de los Cinco Héroes, presos injustamente durante 16 años, con condenas exorbitantes por la “justicia” de Estados Unidos! ¡Cuántas angustias, además, las de Antonio y  Ramón antes de conmutárseles las cadenas perpetuas, y el dolor y la incertidumbre sobre la situación de Gerardo! ¿Puede entenderse la pena de Olga y Adriana, impedidas de visitar a sus esposos porque el gobierno de EE.UU. les negó las visas?, mientras las madres de Ramón y Gerardo no tuvieron la dicha de disfrutar el abrazo a su regreso, ni pudieron conocer a Gema, la niña de todos aquellos que en Cuba y allende sus fronteras hicieron posible la sentencia de Fidel: ¡Volverán!
Señor presidente Barack Obama, este pueblo, a pesar de lo anterior y mucho más, lo recibió con respeto y cortesía, como merece un jefe de Estado. Lo escuchó disciplinadamente, lo saludó al pasar por las calles de La Habana, porque es un pueblo educado. Pero lo cortés no quita lo valiente. Sabe que usted puede hacer mucho más de cuanto ha hecho, aun en el corto tiempo que le queda en la silla presidencial. La Dirección de mi país lo ha explicado claro. Y nuestro pueblo no se deja engañar con las ofertas de ayuda dirigidas, fundamentalmente, a un segmento de la población.
 Su viaje a Cuba  trazó una línea de un antes y un después en las relaciones entre Cuba y Estados Unidos,  y ese gesto suyo es loable, contribuye a mejorarlas. Existen diferencias entre ambos, sobre estas se ha hablado bastante, mas debe tenerse en cuenta que los dedos de las manos no son todos iguales, pero ahí permanecen, no se molestan entre sí. Eso es lo necesario: convivir en paz, respetando las diversidades de opiniones, y en busca del bien común, sin interferencias en los asuntos internos de cada nación. 
Finalmente, presidente Obama, por favor, no pida que olvidemos el pasado. Nunca dejaremos secar nuestras raíces, que datan de siglos atrás, están profundamente adheridas a lo largo y ancho del archipiélago. Esas nos suministran  la savia que nos da la fuerza para seguir siendo cubanos, resistiendo y luchando por un futuro mejor.