Día 6. Fidel preocupado por
sus compañeros. Estos por la suerte del jefe. Insiste en buscarlos y
reagruparse para seguir juntos hacia la Sierra Maestra. Faustino Pérez y
Universo Sánchez lo convencen de lo
inútil de hacerlo en tales circunstancias. Al mediodía son descubiertos por los
aviones. Comienzan a ametrallarlos.
Por Argentina Jiménez
Jueves 6. Faustino convence
a Fidel de volver a los cañaverales, porque allí, y no en el monte donde están,
encontrarán con que calmar la sed y el hambre. Ambos y Universo atraviesan
campos de caña. Son descubiertos por la aviación. Corren. Sobre el lugar donde
estaban, a cincuenta metros, cae la
metralla enemiga. Siguen corriendo hasta un cayo de la planta gramínea y se
cubren con paja. El sueño quiere vencer
al conductor del destacamento, quien antes de cerrárseles los ojos por
la falta de sueño, se coloca la punta del cañón del fusil debajo de la barbilla
y el dedo en el primero de los gatillos. Asegura que vivo no lo capturarán.
Duerme varias horas. Al hacerse de noche, emprenden la marcha hacia el
Este En un cañaveral más crecido, a un
kilómetro, vuelven a acostarse, con hambre y sed, tapados otra vez con la paja de las cañas.
El grupo de Raúl desconoce
que uno de los propósitos del
ametrallamiento que escucha es sobre Fidel y sus dos acompañantes. Sus
integrantes despertaron temprano y ese
día él escribe varias veces, en una dice:”Detienen el pequeño bombardeo y yo
sigo escribiendo y mientras esté con vida, que tal vez se acabe hoy o mañana,
seguiré reportando en mi diario, en el instante, si no estoy corriendo, las
cosas que vayan ocurriendo”. Más adelante anota: “Están ametrallando el bosque.
¡Bueno, esto es emocionante, peligroso y triste! En otra parte: “!Confío en que la naturaleza
nos proteja hasta que podamos salir de este cerco!”. La única comida de esa
jornada será una papa cruda para los seis y no tienen agua. ”Creo que esta
noche tendremos que alejarnos de aquí de todas formas, ya que tenemos cuatro
amenazas: los aviones, los soldados, el hambre y la sed, sin contar el
cansancio y la falta de dormir. Los aviones vuelan hasta el oscurecer”.
En el inhóspito sitio –diente
de perro- donde pernoctaron Almeida y quienes van con él es imposible seguir. Además,
casi no les queda agua y el único alimento para seis: una lata de leche
condensada que llevaba en un bolsillo Reynaldo Benítez, al sacarla estaba vacía. Sin darse cuenta la
había colocado boca abajo y casi toda se había derramado De día permanecen
ocultos y caminan de noche. Encuentran una cueva grande y allí se esconden. Para la posteridad, el
Che dejó las siguientes líneas sobre ese día: “Oímos ruido de combate a poca
distancia. Los aviones ametrallaban. Salimos a la noche orientándonos por la
Luna y la Estrella Polar hasta que se perdieron y dormimos”. Ignoraban que el
ruido de los ametrallamientos iba dirigido principalmente a Fidel.
(Fuente Diario de la guerra. Diciembre de 1956…)
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