Día 4. Llegan informaciones
de que movilizan fuerzas de la dictadura de Batista para encontrarlos y que la guardia les han tendido un cerco. Aparece Luis Crespo con la noticia de
que Juan Manuel Márquez está a salvo. Continúan los vuelos de los aviones sobre
la zona donde suponen estén. Llegan a Alegría de Pío.
Por Argentina Jiménez
Martes 4. La noche del día 3 para el 4 reinó la intranquilidad entre los expedicionarios.
Saben que ya los guardias de la tiranía andan tras ellos; además, desconocen el
destino de nueve compañeros. Al escuchar
disparos piensan si no habrán caído en una emboscada. Al amanecer conocen por Crespo que el grupo de Juan
Manuel Márquez está a salvo en la casa de un campesino. Este les dice que cerca
hay una bodega y hasta allá varios encaminan
los pasos y compran algunos alimentos. Los demás esperan la llegada de Juan
Manuel. Inmensa la alegría al encontrarse. Alrededor de las 8:00 a.m.. Fidel
ordena continuar la marcha.
Recoge el diario de Raúl:
“Partimos en fila india todo el destacamento. Íbamos por un camino que después
se convirtió en vereda. En poco tiempo tuvimos que ocultarnos más de 30 veces
de los aviones.” Arriban a la vivienda
de dos campesinos. De nuevo hay comida: arroz, bacalao, yuca, papas y un
pedazo de chivo comprado esa misma mañana. Calman el hambre y la sed, por el
momento. Comienza a oscurecer y emprenden la marcha, siempre hacia el Este.
En una bodega al final del bosque adquieren
galletas, chorizos y cigarros. Se internan en los cañaverales de la New Niquero
Sugar Company. Poco después despiden a dos campesinos que les habían servido de
guías, y un rato más tarde, para despistar, se desvían hacia un lugar que ya
conocían. Reseña Raúl: “Consistía en ir
por las guardarrayas a la izquierda y el lindero del bosque a la derecha, y
desde ahora caminaríamos siempre de noche y dormiríamos de día. Cuando
hubiéramos dejado atrás esa zona, doblaríamos hacia el noreste y cruzaríamos un
llano de cañaverales como de 30 kilómetros. A Las doce de la noche nos
acostamos: dormimos en el cañaveral”.
En las notas del diario del Che
de ese día se lee: ”Empezamos la marcha con paso lento. (…)
Salimos por la noche y caminamos hasta las 12:30. Hacemos un alto en un
cañaveral tres horas. Se come mucha caña, se dejan rastros, caminamos hasta el
amanecer.” Habían llegado a las cañas de Alegría de Pío.
(Fuente Diario de la guerra. Diciembre de 1956…)
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