Día 7. Sigue el cerco sobre
el cañaveral donde están Fidel, Faustino Pérez y Universo Sánchez. Sus
músculos sufren por la inmovilidad
debajo de la paja. Si se mueven pueden delatar su presencia. Ignoran el destino
del resto del contingente. La aviación ha amainado. La sed y el hambre son la
constante para todos los sobrevivientes. Asesinan a once combatientes en
distintos lugares.
Por Argentina Jiménez
Viernes 7. Los soldados
siguen dando vueltas alrededor del cañaveral donde están Fidel, Faustino Pérez
y Universo Sánchez. Ellos inmóviles. Si se mueven el ruido y el agitar de las hojas
de las cañas pueden delatarlos. El líder del Movimiento 26 de Julio piensa en sus
compañeros. ¿Los habrán capturado, asesinado, cuántos habrán podido escapar…?
Para llegar a la Sierra Maestra faltan por atravesar muchos kilómetros
de campos llenos de peligro.
Sabe que el mayor trofeo
para la dictadura de Fulgencio Batista es él. Está consciente que el enemigo ha
puesto todos sus recursos en la búsqueda
de los expedicionarios, sobre todo en los lugares de acceso a la montaña. No
obstante la adversidad, la idea de subir
hasta esa ansiada meta está en su mente y lo hará aunque sean solo tres hombres
y dos armas. Por ello arrostrará cualquier sacrificio. Por el momento,
agotados, acalambrados, sedientos, hambrientos permanecerán bajo la paja. De
esa manera, los contrarios creerán que serán fácil presa.
No muy lejos, Raúl y sus
acompañantes esperan el acabe del acoso de la aviación y el cerco para
proseguir el avance. Continúan dentro
del bosque, que los protege, y relativamente cerca de los campos de caña, única
vía de conseguir algo para ingerir y calmar el hambre y la sed. Han tomado las
medidas necesarias para no ser sorprendidos por los guardias, que, al parecer,
deben estar por la orilla de donde ellos se encuentran.
A las ocho de la mañana
escribe: “De los aviones que esperábamos, que a estas horas ya estarían dando
vueltas, nada. Estábamos acostumbrados a la bulla de los aviones y a sus
ráfagas, que la tranquilidad de hoy nos mete miedo”
. Muestra de su sentido del
humor hasta en los peores momentos, anota: “ Anoche un cangrejo me despertó,
mientras me comía los pelos de la coronilla de mi cabeza. Si me los sigue
comiendo hoy parecería un cura.” (…) Hoy
como a las seis a..m., llegamos al cañaveral, tres nos cubrieron la retirada y
en operación rápida los otros tres arrancaron algunas cañas; esa será nuestra
comida de hoy.” Y más tarde: “ Ya nos comimos nuestra ración de caña, bastante
mala y escasa, pero es peligroso volver al cañaveral. (…) Hoy por la mañana
sentí un ligero y pasajero mareo, debe ser debilidad, ya son muchos días sin
comer.”
Almeida y su grupo
prosiguieron andando sobre el diente de perro y otros obstáculos del monte. Al
Che es a quien más afecta la sed, porque
ha perdido mucha sangre por la herida en el cuello. Utiliza la bombita del
nebulizador antiasmático para sacar algunas gotas de agua corrompida de
los agujeritos de una piedra, que solo
sirve a los compañeros para mojarse los labios. Pasan el día en blanco,
mientras el estómago y su estado de extenuación
se los recuerda. Apunta el argentino que después sería también cubano:
“Nos internamos en la selva rumbo al Este.
Tomando agua en los huecos de los arrecifes de coral (…) No comimos nada.”
(Fuente Diario de la guerra. Diciembre de 1956…)
Nota: Este día son asesinados once
combatientes: Miguel Saavedra Pérez, en Alegría de Pío; René Bedia
Morales y Eduardo P Reyes Canto, en Pozo
Empalado; y. en Boca del Toro, por el
sanguinario Julio Laurent, del Servicio
de Inteligencia Naval, y fuerzas bajo su
mando: Miguel Cabañas Perojo, Noelio Capote Figueroa, Cándido
González Morales, Antonio –Ñico- López
Fernández, René O Reiné García, Tomás D
Royo Valdés, José R Smith Comas y Raúl Suárez Martínez. (Fuente: De Tuxpan a La Plata. Sección de
Historia de la Dirección Política de las FAR).
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