Argentina Jiménez
El
temor de la tiranía batistiana al influjo del pensamiento del Apóstol llegó al
extremo de prohibir llegaran libros suyos al preso Fidel Castro, para redactar
lo que diría al asumir su propia defensa –el 16 de octubre de 1953- en el
juicio por lo acaecido en el cuartel Moncada.
En
el mismo alegato expresó: “Parece que la censura de la prisión los consideró
demasiado subversivos”,* y eso que aún no había dicho que Martí era el autor
intelectual de la acción armada dirigida por él. La influencia del cubano del
siglo XIX más conocido en el mundo se hace patente, además, en varios planteamientos del líder
revolucionario en La historia me
absolverá.
A Martí lo juzgan en 1869 por defender sus
ideas independentistas, con firmeza, y contesta al fiscal de manera contundente
que lo deja sin argumentos, hasta convertirse de acusado en acusador. Igual
ocurre en 1953 cuando Fidel expone al tribunal que lo juzga por los hechos del
Moncada: “Sí, vinimos a combatir por la libertad de Cuba y no nos arrepentimos
de haberlo hecho”.
En La historia me absolverá no encontramos alusión directa al
imperialismo -yanqui, aunque están planteados los problemas acuciantes que
afectaban los intereses populares, derivados de la dependencia económica y
política de Estados Unidos; lo insinúa, pero de forma cuidadosa para no
provocar una reacción negativa del vecino del norte, aun cuando son mencionados
los monopolios y cuanto está en manos de los yanquis; sí plantea la
nacionalización de las compañías de electricidad y teléfonos por constituir
estas demandas populares.
Tampoco
aparece en los documentos oficiales del Partido Revolucionario Cubano una mención
tácita al imperialismo yanqui –le salían los primeros tentáculos-, si bien se
encuentran en muchas cartas y escritos del Héroe de Dos Ríos. Asimismo, Fidel
no se refiere de manera abierta al antiimperialismo, tal como hizo el ideólogo
de la guerra del 95, debido a que no existían las condiciones objetivas y subjetivas
y era bajo el nivel de conciencia política de las masas, por lo cual podían fracasar
sus propósitos. Por ello, como manifestó Martí a Manuel Mercado, hay cosas que
deben hacerse en silencio porque de promulgarse pueden ocasionar dificultades
insalvables para el logro del justo fin que se persigue.
Otro aspecto común en ambas figuras está
esbozado en La historia me absolverá:
el latinoamericanismo del Héroe Nacional, cuando Fidel habla de la política en
relación con América Latina.
El
sostén permanente y fructífero en la contienda de 1868 y en la de l895 lo
constituyeron, principalmente, los trabajadores, en grado sumo los de la
emigración, así como fueron una parte relevante de las filas del PRC. Las del
movimiento liderado por Fidel las engrosaron, en lo fundamental, personas procedentes
de la clase obrera, explotados, hambrientos, y de ellos provinieron los
recursos monetarios para adquirir armas y medios para comenzar la batalla.
En
aquella época, cuando prevalecía el sentimiento anticomunista, el líder
revolucionario no discriminó a nadie por su ideología política y propugnó en
todo momento la unidad entre quienes combatían al régimen dictatorial. En
disímiles ocasiones el Comandante en Jefe
ha reiterado los esfuerzos dirigidos
a alcanzar la unidad, a lo largo de la historia de Cuba, desde 1868, y
recordado lo plasmado por Martí sobre la
guerra de independencia: “más que el enemigo nos derrotaron las divisiones”.
Al
leer lo escrito por Fidel sobre el revés del 26 de Julio de 1953, calificado
por él como “victoria de la moral y la dignidad”, se piensa en las palabras del
Apóstol cuando frustraron el Plan de Fernandina, en enero de l895, y
contrario a quienes creyeron que todo había acabado y en muchos
anidó la falta de fe, el Maestro
aseguró: “(…)Yo no miro lo deshecho, sino a lo que hay que hacer”, y el
24 del mes siguiente estampaba su rúbrica en la orden de alzamiento, con la
cual desataba su último combate.
Lo
expuesto, y mucho más que queda por decir, ratifica por qué el Héroe de la
independencia de Cuba fue el autor intelectual del Moncada, como declaró Fidel
en el juicio.
La Generación del Centenario patentizó tres días antes del asalto,
en un Manifiesto público, que los jóvenes integrantes del movimiento no
perseguían “otro interés que no sea el decidido anhelo de honrar con sacrificio
y triunfo el sueño irrealizado de Martí”.
*Todas
las citas de Fidel han sido extraídas de La
historia me absolverá.
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