martes, 22 de abril de 2014

Respeto a los derechos humanos: una constante desde siempre



                                                              Quiñones Clavelo

Argentina Jiménez
Foto: Agustín Borrego
“Lo primero que yo quisiera que usted nos contestara es qué trato ha recibido usted desde el momento en que se entregó, o fue descubierto”, preguntó el periodista a José Miró Torra, uno de los mercenarios, durante el interrogatorio, a lo cual contestó: “¿Se refiere usted al trato que me dio la Milicia y el Ejército Rebelde? El trato ha sido magnífico; desde el momento de mi detención, que nos entregamos, hasta este momento, han sido atenciones de todas clases. No nos ha faltado nada en ningún momento, y todo ha sido amabilidad por los miembros de las Milicias y el Ejército Rebelde”. “¿Ese trato ha sido con usted, o usted lo ha visto que se trata de un trato generalizado a todos los prisioneros?, inquirió el reportero. “Completamente generalizado a todos los prisioneros”, respondió. (1)
Justamente, sobre el trato a los prisioneros de la Brigada 2506 que fueron vencidos en Playa Girón en abril de 1961, disertó un  protagonista excepcional de ese acontecimiento histórico: Manuel Quiñones Clavelo, a propósito del aniversario 53 de la primera derrota del imperialismo en América.
Precisó que en aquellos momentos era el jefe de  la Sección de Información del Estado Mayor de las FAR, pero no conocía de los antecedentes de la invasión, Fidel sí. No se sabía por dónde ni cuándo, pero sí que la habría. Él fue el artífice de la derrota de la Brigada 2506.
 El comandante Pedro Luis Rodríguez, como lo conocen,  agregó que la Sección dirigida por él no participó en los combates, la misión que le encargaron  fue el traslado e interrogatorio de los prisioneros, y que no podía pasarles nada ni recibir el más mínimo rasguño. Esa fuerza era de 1 500 hombres –no todos lograron desembarcar-, pero poderosa. Pensaban que el pueblo se les uniría  y contaban también con el apoyo de los Estados Unidos. Nuestra misión consistía en interrogar a los prisioneros, sobre todo a los jefes. A eso nos dedicamos, además de custodiarlos.
 Los trajeron para la Ciudad Deportiva, entonces Palacio de los Deportes, donde empezaron los interrogatorios. Después los trasladaron para el hospital Naval a medio construir. Allí no había rejas, ni cadenas., y Pedro Luis con miedo de que se escaparan los prisioneros. Le dieron un batallón de milicianos  quienes no los podían tocar ni que se les escaparan. Semanas después los trasladaron para el Castillo del Príncipe.
EL HUMANISMO DE FIDEL
Más adelante habla Quiñones Clavelo de una prueba más del respeto del Comandante a la dignidad humana, al relatar el caso de un mercenario de 18 años, quien padecía de hepatitis y él planteó salvarlo; orientó mandarlo para el sanatorio de San Miguel de los Baños, en Matanzas, de donde se escapó, pero lo capturamos. Lo mandamos de nuevo para ese lugar, volvió a escaparse y se asiló en la embajada de Ecuador.
Otro gesto humanitario del Jefe de la Revolución, añade, fue disponer que las familias debían ver a los prisioneros y no haber ninguna incidencia con los escoltas. Cuenta que una señora, una provocadora, empieza a azuzarlos diciendo que aquello era un crimen. Hablamos con ellos y les planteamos que aquella señora iba a impedir con su comportamiento que sus familias no pudieran volver a visitarlos. Los propios presos se encargaron de neutralizarla. Establecimos formalmente las visitas, las organizamos.  
“Fidel conversaba todos los días con los prisioneros. ¿Conversaba de qué?  De la propiedad privada, el comunismo…, con ellos conversaba horas”, y Pedro Luis se pregunta si hay algún caso en el mundo donde un Primer Ministro converse con prisioneros, traidores. Y nunca acaeció problema alguno.
ORIGEN DE LOS MERCENARIOS
 Casi todos declararon, asevera, y eso permitió conocer la composición social de la Brigada. La procedencia de unos 800, de familias acomodadas; ex militares del ejército de Fulgencio Batista, lumpen o gente desclasada. Y curas. Entre estos el cura Lugo (Ismael de Lugo, de origen español), de la jefatura de la Brigada, quien estuvo en el ejército  fascista de Francisco Franco. “Eran curas malos”.
En la Ciudad Deportiva había 1 205, según sus cálculos. Cinco asesinos no fueron para el Naval. Menciona a Ramón Calviño Insua; Emilio Soler Puig, el Muerto; al chino King, Jorge King Yun;  Antonio Valentín Padrón y Roberto Pérez Cruzata, a quienes llevaron para Santa Clara y meses después fueron juzgados y fusilados. Otros siete los condenaron a 30 años de prisión.
Manuel Quiñones Clavelo, comandante del Ejército Rebelde, tiene escrito un libro, sin publicar, sobre sus vivencias con los prisioneros de Playa Girón.
 Los testimonios ofrecidos corroboran, de nuevo, que a pesar de las mentiras y acusaciones contra Cuba, son fehacientes las muestras de respeto a los derechos humanos en la Isla desde el triunfo de la Revolución, el primero de enero de 1959.

(1)Playa Girón. Derrota del imperialismo. Tomo cuatro. Pág. 92-93.































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