Quiñones Clavelo
Argentina Jiménez
Foto: Agustín Borrego
“Lo primero que yo
quisiera que usted nos contestara es qué trato ha recibido usted desde el
momento en que se entregó, o fue descubierto”, preguntó el periodista a José
Miró Torra, uno de los mercenarios, durante el interrogatorio, a lo cual
contestó: “¿Se refiere usted al trato que me dio la Milicia y el Ejército
Rebelde? El trato ha sido magnífico; desde el momento de mi detención, que nos
entregamos, hasta este momento, han sido atenciones de todas clases. No nos ha
faltado nada en ningún momento, y todo ha sido amabilidad por los miembros de
las Milicias y el Ejército Rebelde”. “¿Ese trato ha sido con usted, o usted lo
ha visto que se trata de un trato generalizado a todos los prisioneros?,
inquirió el reportero. “Completamente generalizado a todos los prisioneros”,
respondió. (1)
Justamente, sobre el trato a los
prisioneros de la Brigada
2506 que fueron vencidos en Playa Girón en abril de 1961, disertó un protagonista excepcional de ese
acontecimiento histórico: Manuel Quiñones Clavelo, a propósito del aniversario
53 de la primera derrota del imperialismo en América.
Precisó
que en aquellos momentos era el jefe de
la Sección
de Información del Estado Mayor de las FAR, pero no conocía de los antecedentes
de la invasión, Fidel sí. No se sabía por dónde ni cuándo, pero sí que la
habría. Él fue el artífice de la derrota de la Brigada 2506.
El comandante Pedro Luis Rodríguez, como lo
conocen, agregó que la Sección dirigida por él no
participó en los combates, la misión que le encargaron fue el traslado e interrogatorio de los
prisioneros, y que no podía pasarles nada ni recibir el más mínimo rasguño. Esa
fuerza era de 1 500 hombres –no todos lograron desembarcar-, pero poderosa. Pensaban
que el pueblo se les uniría y contaban
también con el apoyo de los Estados Unidos. Nuestra misión consistía en
interrogar a los prisioneros, sobre todo a los jefes. A eso nos dedicamos,
además de custodiarlos.
Los trajeron para la Ciudad Deportiva, entonces
Palacio de los Deportes, donde empezaron los interrogatorios. Después los
trasladaron para el hospital Naval a medio construir. Allí no había rejas, ni
cadenas., y Pedro Luis con miedo de que se escaparan los prisioneros. Le dieron
un batallón de milicianos quienes no los
podían tocar ni que se les escaparan. Semanas después los trasladaron para el
Castillo del Príncipe.
EL
HUMANISMO DE FIDEL
Más adelante habla Quiñones Clavelo de
una prueba más del respeto del Comandante a la dignidad humana, al relatar el
caso de un mercenario de 18 años, quien padecía de hepatitis y él planteó
salvarlo; orientó mandarlo para el sanatorio de San Miguel de los Baños, en
Matanzas, de donde se escapó, pero lo capturamos. Lo mandamos de nuevo para ese
lugar, volvió a escaparse y se asiló en la embajada de Ecuador.
Otro gesto humanitario del Jefe de la Revolución, añade, fue disponer que las familias debían ver a los prisioneros y no haber ninguna
incidencia con los escoltas. Cuenta que una señora, una provocadora, empieza a
azuzarlos diciendo que aquello era un crimen. Hablamos con ellos y les planteamos
que aquella señora iba a impedir con su comportamiento que sus familias no
pudieran volver a visitarlos. Los propios presos se encargaron de
neutralizarla. Establecimos formalmente las visitas, las organizamos.
“Fidel conversaba todos los días con
los prisioneros. ¿Conversaba de qué? De
la propiedad privada, el comunismo…, con ellos conversaba horas”, y Pedro Luis
se pregunta si hay algún caso en el mundo donde un Primer Ministro converse con
prisioneros, traidores. Y nunca acaeció problema alguno.
ORIGEN DE
LOS MERCENARIOS
Casi todos declararon, asevera, y eso permitió
conocer la composición social de la Brigada.
La procedencia de unos 800, de familias acomodadas; ex
militares del ejército de Fulgencio Batista, lumpen o gente desclasada. Y
curas. Entre estos el cura Lugo (Ismael de Lugo, de origen español), de la
jefatura de la Brigada,
quien estuvo en el ejército fascista de
Francisco Franco. “Eran curas malos”.
En la Ciudad Deportiva había 1 205,
según sus cálculos. Cinco asesinos no fueron para el Naval. Menciona a Ramón
Calviño Insua; Emilio Soler Puig, el Muerto; al chino King, Jorge King
Yun; Antonio Valentín Padrón y Roberto
Pérez Cruzata, a quienes llevaron para Santa Clara y meses después fueron
juzgados y fusilados. Otros siete los condenaron a 30 años de prisión.
Manuel Quiñones Clavelo, comandante
del Ejército Rebelde, tiene escrito un libro, sin publicar, sobre sus vivencias
con los prisioneros de Playa Girón.
Los testimonios ofrecidos corroboran, de
nuevo, que a pesar de las mentiras y
acusaciones contra Cuba, son fehacientes las muestras de respeto a los derechos
humanos en la Isla
desde el triunfo de la
Revolución, el primero de enero de 1959.
(1)Playa Girón. Derrota del imperialismo. Tomo
cuatro. Pág. 92-93.
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