Argentina Jiménez
Para tener calidad de vida, son disímiles
los aspectos que deben tenerse en cuenta. Suman muchas las informaciones al alcance de todos, por distintas vías, las
cuales ofrecen pautas a seguir, pero me
parece que la mayoría hace oídos sordos, sin querer darse cuenta que
contribuyen a cuidar la salud, y así impedir enfermedades o mejorar el estado físico.
Las
explicaciones para contrarrestar los llamados a seguir conductas en cuanto a la
alimentación, por ejemplo, varían, según
el grado de receptividad; es cierto,
implica sacrificios en muchos casos; sin embargo, ¿qué es mejor, sentirse
satisfechos un rato por comer lo que más
gusta y luego estar “muriéndose” de dolores de estómago, malas digestiones,
cólicos, diarreas…, o prescindir de aquello que sabemos hace daño?
Los
hábitos alimentarios deben inculcarse desde pequeños, pero si no ha sido así, de
adultos podemos cambiarlos. Todo depende de cómo queramos vivir.
Pondré
ejemplos de personas no receptivas, quienes están dañando su salud y al parecer no les
importa. No diré nombres, las señalaré por letras.
X
tiene problemas cardíacos y su correspondiente tratamiento, padece de
gastritis, alergia y está pasadita de peso. Sabe que la sal cruda es dañina,
pero se la echa a las ensaladas; toma café varias veces al día, viejo y frío; no toma medidas
al manipular objetos con polvo ni va al facultativo a ponerse un plan
–afortunadamente dejó el cigarro- e ingiere pan, dulces, refrescos, y su
ración simula un “buque”, como se dice
cuando es demasiada la comida que se sirve, incluso a horas tardías de la
noche. Las alertas en tan sentido las obvia.
A XI
le encanta freír bisté de puerco, con mucha cebolla y bastante grasa del propio
animal, y echársela encima al arroz con frijoles negros. No tiene hora fija
para ingerir almuerzo o comida, y
generalmente, esta última la come tarde en la noche y se acuesta a dormir
enseguida.
XII
sabe que la cerveza le cae mal, aunque solo tome una, mas no puede prescindir
cuando se la brindan. No le importa que horas después tenga que ir “corriendo”
para el baño.
Diabetes es la enfermedad de XIII, debe ser estricta en el cumplimiento de los
horarios, alimentos que puede ingerir y cantidad en cada momento. No se
priva de nada y siempre anda en crisis. Ya siente las consecuencias y el color
oscuro de sus pies preocupa a sus compañeros, menos a ella. Cuando tiene hambre, come
lo que sea.
Basta
de ejemplos, podrían añadirse muchos otros. Mas esta muestra es suficiente.
La
otra cara de esa moneda la sintetizo en un solo caso y no creo que sea el único:
A XIV lo enseñaron a comer de todo desde chiquitico, sobre todo verduras, y las
viandas, fundamentalmente hervidas.
Es
joven, no bebe nada con alcohol ni fuma y hace ejercicios. Su asma la tiene
controlada y hasta sabe cocinar. La abuela le ha ido enseñando cómo hacer
algunos platos. Ah, y ayuda en otros quehaceres de la casa, porque su mamá
llega tarde del trabajo y cansada. Y muy importante, por iniciativa propia.
Una nutrióloga plantea que comer proteína una sola vez al día, es suficiente para las necesidades del organismo. Por ejemplo, los frijoles son proteína vegetal; por tanto, lo más saludable, cuando están en la dieta, es no agregar carne, huevo, etc. Acompáñelos con arroz, vianda hervida, ensalada de verduras. ¿Sabía usted que la carne roja contiene mucha grasa? Lo comprobé al poner un poco de picadillo de res en el microwave cuatro minutos y ver cómo toda queda en el recipiente. Ah, y no pierde propiedades. Eh ahí una solución para que no dañe tanto la salud. Ya está informado. Y reduzca el consumo de azúcar. Esta, al final, se convierte en grasa. También muy importante: haga ejercicios. Evite el sedentarismo.
¿No
cree usted que vale la pena pensar en lo más conveniente para la salud?
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