Por:
Argentina Jiménez
Llamado de tantas maneras, todas elogiosas,
una de ellas lo perpetúa
en
la memoria de su pueblo: Bárbaro del ritmo. Su nombre: Bartolomé Maximiliano
Moré Gutiérrez, nacido el 24 de agosto de 1919 y de
cuya
desaparición física se cumplen 54 años este 19 de febrero.
Inscrito
en la historia de la composición musical y la cancionística como Benny Moré,
procede de las raíces más pobres y populares de su natal Santa Isabel de las
Lajas –pueblo al que dedicó una de sus
canciones-, al centro de Isla, y devino ídolo de multitudes. Han pasado 51 años
de estar ausente, y aún las canciones que inmortalizó con su inconfundible voz,
siguen escuchándose, y es un fenómeno cultural de referencia de músicos cubanos
y de extranjeros.
Autodidacto, sus primeras experiencias fueron
cantos y bailes de carácter rural y campesino , así como su conocimiento del
tres, el bongó, las claves y otros instrumentos de percusión
Con su guitarra y su voz comenzó su andar
artístico por bares y cafés habaneros, y
pasando después el sombrero, el llamado también Sonero Mayor. Muy pronto
fue descubierto por un integrante del
trío Matamoros, quien lo escuchó cantar
y, aunque fue por casualidad su incorporación a ese conjunto, en él permaneció
y viajó a México, donde ofreció su arte durante cinco años. A su regreso a Cuba
en 1950 ya vino con un aval y su fama continuó creciendo.
Hombre
de especial expresividad, incursionó en todos los géneros de la música cubana,
pero son inolvidables sus interpretaciones del son, el bolero y el mambo.
Ya
en 1954 era muy popular la Banda Gigante que
creó. Cuentan que sus 40 músicos lograron una organización melódica única, a
pesar de su tamaño, y hacía vibrar al público con sus improvisaciones, gracias
al talento de su director. Con su sombrero, bastón y su peculiar manera de bailar –era un bailador
nato- el Benny se ganó la simpatía de
cuantos acudieron a sus actuaciones dentro y fuera de la Isla, en el “rincón” que
lleva su nombre en La Habana
o lo siguieron por la televisión..
Bonito y
sabroso (mambo), Qué bueno baila usted (son montuno), Dolor y perdón (bolero), no faltan entre
los amantes de su música, o en un espacio radial de lunes a viernes en la emisora COCO de la capital habanera.
Incontables páginas quedan para la posteridad
de personas que lo conocieron y admiraron. Refieren que no fue un compositor
prolífico, pero sus obras son verdaderas joyas de los diferentes géneros que
cultivó. Una vez dijo: “Nunca he estudiado música, yo lo que tengo es un gran
oído y le pongo a las cosas el ritmo que me corre por la sangre”.
Su
arraigo al país que lo vio nacer lo demuestra, entre tantos otros hechos como
el de permanecer en su patria después del triunfo de la Revolución cubana, las
canciones a ciudades como Cienfuegos,
Santiago de Cuba, Manzanillo, Vertientes-Camaguey…
.
La impronta de Benny Moré no solo inunda el éter cuando se le escucha cantar,
sino aparece en una novela de una escritora cubana y devino inspiración para
una película de ficción sobre su vida. Todo ello acuña el gran artista que fue.
No hay comentarios:
Publicar un comentario