Por
Argentina Jiménez
El
8 de noviembre de 1958 se escenificó en la capital cubana el combate armado más
grande de los luchadores clandestinos. Cayeron hasta tirar las últimas balas
Ángel Ameijeiras Delgado .–Machaco-, Rogelio Perea Suárez –Rogito- y Pedro.
Gutiérrez Hernández –Pedrito-.
Machaco,
Rogito y Pedrito no vieron sus ideales
de libertad y justicia hechos realidad. Machaco, jefe de Acción provincial del Movimiento 26 de Julio, no pudo conocer a su primer hijo, en esos momentos en el vientre de
Norma Porras, su esposa, quien salió herida, fue llevada a un hospital,
interrogada, vejada y después presa hasta el triunfo de la Revolución. Rogito no
materializó la ilusión de casarse con su novia y. Pedrito no logró despedirse de su hijita. Pensaba ir a verla
el día de su cumpleaños, el mismo día que le quitaron la vida.
¡Cuántos
sueños truncados! ¡Cuántas esperanzas rotas!
Ensañamiento
con los cadáveres. Tres días secuestrados
en el necrocomio de la necrópolis de Colón, custodiados por esbirros del
sanguinario coronel Esteban Ventura Novo. Ventura. A
través del funerario Armando Maulini Jordán se alquiló una bóveda. A los tres días cuando llegó con los carros
fúnebres y las respectivas cajas para recoger los cadáveres y velarlos en la
funeraria, donde esperaban los familiares y amigos, impidieron sacarlos del
cementerio. A estos les avisaron que ya
iban a enterrarlos y de prisa fueron para el campo santo. Ninguno pudo
participar en el sepelio. La policía lo impidió. Sin embargo, muy cerca del sepulcro llegó Ofelia
de la Fuente, viuda de Arístides Viera, otro
mártir, escabulléndose, oculta y en silencio, les dio el último adiós. Después fue a ver a Maulini
para conocer dónde estaba la bóveda.
Escasos días después ya todos sabían el sitio en el cual sepultaron a sus
muertos queridos, a quienes pudieron entonces visitar.
La
fecha del 8 de noviembre de 1958 quedó inscrita en la historia de Cuba, y en
especial en la capital, como una página heroica en la lucha por la libertad e independencia
de la Patria, al escenificarse en Goicuría y O´Farrill, en la Víbora, municipio
de Diez de Octubre, el mayor enfrentamiento armado de los clandestinos en La Habana.
En
el primer aniversario de su caída en combate, al inaugurarse en ese lugar una
tarja que los recuerda, el comandante Raúl Castro, afirmó: “Esos compañeros cayeron luchando en
La Habana, en la batalla clandestina, como tantos otros que cayeron cumpliendo
con su deber por los ideales de la Patria.
“Recuerdo
que con el compañero Efigenio (Ameijeiras)
les avisé que se fueran para el II Frente Frank País, advirtiéndoles que la
labor de sabotaje en la capital ya no podía dar más y que la lucha armada se
imponía, a lo que contestaron que su deber estaba aquí y que si abandonaban la
lucha en La Habana se podía pensar que la Sierra estaba débil y desorientarse
el pueblo. Así cayeron llenos de valor y fieles en el cumplimiento del deber
contraído”
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