A propósito del aniversario 37 de su desaparición física
Celia la del talento
extraordinario para apreciar las artes y hacer Patria en grandes obras y en
pequeños detalles. Celia entró a la eternidad como símbolo purísimo del pueblo
cubano en la época de Fidel. Ella inspiró el canto de los poetas. No podía ser
de otro modo. Celia era un ser todo poesía.
Adolfo Alfonso, artista
popular y repentista, escribió estas décimas para Celia:
Flor
autóctona, mujer
Hecha
de miel y de acero
Radiante
como un lucero
Que
baña el amanecer.
Tú
naciste para ser
Por la
historia perpetuada
Y
aunque la sierra empinada
Retumbó
por la bravura
Nunca
estuvo la ternura
Mejor
personificada.
¡Oh
paloma verde olivo!
Para
rendirte homenaje
Habrá
con otro lenguaje
que
inventar un adjetivo
¡Oh
corazón combativo
Con más
luz que el astro rey!
¡Oh
discípula de Hatuey!
Esta
dicha del presente
Es
fruto de tu simiente
Celia
Sánchez Mandulley.
El escritor y poeta
santiaguero Alberto Serret, es autor de uno de los más bellos poemas que
hallaron fuente de inspiración en nuestra Celia.
EN UN TREN DE ESPUMA
En un
tren de espuma
bajo el
aguacero
viaja
rumbo al monte
cuajado
de enero
aquella
muchacha
que he
visto en un sueño
con
tantas palomas
prendidas
al pelo,
rodeada
de luces
que
escalan el cuerpo
y
llenan sus manos
de
besos y besos.
Y, en
el ala inmensa,
viaja
su silencio,
rojas
esperanzas,
las
voces del viento
que
susurran: Celia…
Celia
de los fuegos
Celia
de las aguas
Celia
del aliento
Celia
de las noches
Celia
de los huertos
Celia,
Celia nuestra
¡Celia
de tu pueblo!
Nancy Morejón, una de las
voces más relevantes de la actual poesía cubana y de América Latina, escribió
este poema dedicado a quien fuera el alma de la lucha guerrillera en la Sierra
Maestra.
Celia
es ágil y fuerte
y
atraviesa una ruta
de
orquídeas, cada día.
Celia
es cubana y nuestra
como
los mantos de la Sierra.
Celia,
buena y sencilla,
entre
los pescadores de Niquero
y el
esplendor de la bahía.
Fusiles,
hachas, flechas,
piedras
del río condujo
hacia
el pico más puro.
Llega Fidel
de la montaña
y ella
deshierba helechos
y los
pone a sus pies
para
avivar el corazón del pueblo.
Como el
viento sutil de Media Luna,
Celia
es así, como era Celia,
sonrisa
y tempestad,
y con
ellas se marcha,
entre
mantos y orquídeas,
hacia
las puertas de la eternidad.
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