Argentina Jiménez
Amor, ternura, consejos para la vida,
palabras amistosas y mucho más y bueno encontrará el lector en la edición
corregida de Carta a jóvenes, de José Martí, libro con selección, introducción,
notas y apéndice del doctor Salvador Arias, graduado de Letras en la Universidad de La Habana y autor de varios
títulos sobre temas cubanos y el Héroe Nacional de Cuba.
Como se dice en la contraportada: “como de un
baño de luz se sale al leer estas cartas” dirigidas por el Maestro a María
Mantilla –la mayoría- , a su hermana Amelia, a su amigo Gonzalo de Quesada y
Aróstegui, a Francisco y a Máximo, hijos del Generalísimo Máximo Gómez; a su descendiente José Martí y Zayas Bazán, a
Carmen Miyares y otras personas cercanas.
Cada
misiva está antecedida de una nota explicativa que ayuda a la comprensión de
los textos, todos los cuales parecen haber sido escritos con el corazón, por el
hombre que amó y también sufrió mucho.
No escatima frases aleccionadoras para todos
los jóvenes, que ojalá fueran tomadas en cuenta en los tiempos actuales, como
la que envía a su hermana Amelia: “El amor como el árbol ha de pasar de
semilla, a arbolito, a flor, y a fruto. Toda la felicidad de la vida, Amelia,
está en no confundir el ansia de amor que se siente a tus años con ese amor
soberano, hondo y dominador que no
florece el alma sino después de largo examen”.
A Gonzalo de Quesada le señala que “(…) le he
presentado como persona firme y discreta, según yo sé que es, y que a las
estrellas, según dice el verso latino, no se sube por caminos llanos”.
“Pancho querido: Unas líneas pa. q. veas como
no estás olvidado”, expresa en breve carta a Panchito Gómez Toro*, con quien
desde que se conocieron se estableció una fuerte simpatía.
A su
Ismaelillo escribe en Montecristi el primero de
abril de 1895, antes de embarcarse hacia Cuba: “(…) Al salir, pienso en
ti. Si desaparezco en el camino recibirás con esta carta la leontina que usó en
vida tu padre. Adiós. Sé justo”.
Ya en tierra cubana escribe a Carmen Miyares
y sus hijos: “Solo la luz es comparable a mi felicidad. Pero en todo instante
le estoy viendo su rostro, piadoso y sereno, y acerco a mis labios la frente de
las niñas, cuando amanece, cuando anochece, cuando me sale al paso una flor
nueva (…) Ustedes me acompañan y rodean, las siento calladas y vigilantes, a mi
alrededor (…) Y en la misma carta dedica las siguientes palabras a María
Mantilla: “!Ah, María, si me vieras por esos caminos, contento y pensando en ti, con un cariño más suave que
nunca, queriendo coger para ti, sin
correos con que mandártelas, estas flores de estrella, moradas y blancas, que
crecen aquí en el monte” y finaliza como
con un ruego: “Quieran a su Martí”.
Y es en su última carta a quien llamaba “su
hijita” donde afirma “Quien tiene mucho
afuera, tiene poco adentro”.
Sensibilidad de poeta destilan las misivas
seleccionadas por Arias, que con especial interés publicaron la Casa Editora Abril y
el Centro de Estudios Martianos, que serán de mucha utilidad para las nuevas
generaciones.
*Caído en combate al tratar de rescatar a su jefe,
el mayor general Antonio Maceo, el 7 de diciembre de 1896.