Carlos Manuel
Marchante*
“Y en las grandezas
de la patria y de
sus hijos, no es mentira decir que
se siente crecer el corazón”.
José Martí
UN HUMILLANTE
DECRETO.
El Año del Centenario de José Martí, se iniciaba con el pago
obligatorio del gravamen por la celebración del memorable aniversario impuesto
por el dictador Fulgencio Batista Zaldívar, a través del Decreto Ley 421/51
“Homenaje del Pueblo de Cuba a José Martí”, anunciado por la Comisión Organizadora
de los festejos.
De carácter obligatorio y sólo válido para el año 1953, correspondería
de acuerdo a lo establecido en esta ordenanza, entregar un día de haber a los empleados
públicos y privados; desembolsar cuotas preestablecidas a los profesionales
universitarios; realizar pagos de acuerdo a los resultados económicos logrados
a los diversos renglones de la producción mercantil fuese privada o estatal y a
cada niño que asistiera a una escuela pública o privada, el bochornoso impuesto
forzoso de un centavo.
La conmemoración no sería sufragada con el presupuesto nacional. Se
aprovechaba la ocasión del regocijo que despertaba la festividad, para
extraerle a los humildes una parte de su sustento económico; para que la
burguesía aparentara una falsa generosidad al ofrecer unas pocas limosnas de la
riqueza que robaba a diario a la nación y para que los gobernantes y políticos
corruptos, de manera sutil, aparecieran ante el pueblo como fervorosos
martianos mientras que en realidad, la mayor parte de esos ingresos se
utilizarían para engrosar sus cuentas bancarias con cantidades millonarias.
UNA DIGNA RESPUESTA
Sin embargo, para la generación del centenario, la importante celebración
se convertía en un motivo de inspiración y de lucha. La convocatoria librada a
todos los jóvenes del país el 12 de octubre de 1952, por más de trescientas
dirigentes juveniles para la celebración del Congreso Nacional por los Derechos
de la Juventud Cubana,
ya resultaba una contundente respuesta de quienes no se cruzarían de brazos ante la opresión y la
burla que ya se orquestaba por parte de la dictadura para conmemorar tan
significativa fecha.
Se iniciaban en todo el país los preparativos del magno evento que se
celebraría los días 26 y 27 de enero de 1953, en la Universidad de La Habana, entre cuyos
promotores y organizadores se encontraban Léster Rodríguez, Raúl Castro Ruz,
Temístocles Fuentes, Eduardo Curbelo y Orlando Benítez.
Como parte del
mencionado Congreso, el 17 de enero de enero de 1953, se iniciaría la “Travesía
de la Flor y la Bandera” con la salida de
un grupo de atletas con una bandera cubana y flores desde el cementerio de
Santa Ifigenia donde comenzaría un recorrido por todo el país que culminaría en
La Habana, el
28 de enero.
El advenimiento del
nuevo año, marcaba el momento culminante de las festividades por el centenario.
El día 14 de enero de 1953, Álvaro Barba, presidente de la FEU, de la casa de altos
estudios, anunciaba ante la prensa un vasto programa de actividades de la
organización, entre las que se encontraban la declaración de la Semana Martiana
del 25 al 31 de enero; la realización de un Maratón Martiano que recorrería la
isla desde Santiago de Cuba hasta la capital; la inauguración de un Rincón
Martiano en la Universidad
y la publicación de un folleto con cien pensamientos del Apóstol sobre la
libertad y la democracia que se entregaría gratuitamente a quienes firmaran el Libro
de Oro del Centenario Martiano, que estaría expuesto en la escalinata desde
el día 21.
La efeméride también
sería escogida por las destacadas revolucionarias Aida Pelayo, Carmen Castro
Porta y Olga Román Sánchez, para la constitución oficial del Frente Cívico
de Mujeres del Centenario Martiano, agrupación que luego de organizarse
como núcleo central a raíz del cuartelazo militar, anunciaría públicamente su
creación en honor a Martí en el Patio de
los Laureles, y el Salón de los Mártires de la FEU de la Universidad de La Habana, serviría de sede
para celebrar el acto fundacional al que asistirían más de 40 mujeres en
representación de las féminas de todo el país. Con el Frente Cívico de
Mujeres del Centenario Martiano, nacía la primera organización
revolucionaria de mujeres que llevaría el nombre de José Martí.
Un día después del
anuncio oficial por parte del dirigente estudiantil se producía el ultraje al
busto de Julio A. Mella que había sido colocado cinco días antes sobre un
pequeño pedestal erigido frente a la escalinata por el Comité 10 de enero,
lo que produjo una violenta y enérgica respuesta. En repudio a la infamia, el
estudiantado universitario se lanzó a la calle y decidió marchar ese mismo día
hacia el monumento que perpetúa la memoria de los 8 Estudiantes de Medicina,
manifestación que sería reprimida por la policía. A consecuencia de la golpiza
y los disparos efectuados contra los manifestantes, resultaban heridos varios
estudiantes, uno de ellos de gravedad, el alumno de arquitectura Rubén Batista
Rubio, de solo 22 años de edad, lo que daría a la conmemoración martiana una
connotación dramática, al extenderse durante 30 días la larga y penosa agonía
del joven Rubén, que luchaba infructuosamente contra la muerte.
A la agresividad
física, los cuerpos represivos adicionaban la negativa gubernamental de otorgar
permiso a la FEU
para la realización de actividades públicas de su programa conmemorativo, al
establecer el gobierno que sólo se admitirían como actos oficiales los
convocados por el llamado Bloque de Prensa, organizado por el régimen. La
prohibición impedía la feliz culminación el 28 de enero, en La Habana, del programado Desfile
de la Flor y la Bandera, maratón
martiano que procedente del oriente cubano, alcanzaría su colofón al entrar en
la capital, la ciudad natal de José Martí.
En respuesta a la
prohibición por la dictadura de impedir el paso triunfal del desfile por la
ciudad, se acordó por los organizadores del Congreso Martiano, realizar el 27
de enero, pasadas las 11 de la noche, la Marcha de Antorchas con un itinerario que se desplazaría desde la escalinata
universitaria hasta el Rincón Martiano de la Fragua, y el miércoles 28 a las 2 de la tarde
concluir las celebraciones con una manifestación que depositaría una ofrenda
floral ante la estatua del Maestro en el Parque Central. Las restricciones
oficiales no podrían detener a una juventud dispuesta a conmemorar con dignidad
el centenario de su Apóstol.
Víspera del memorable
día, y muy cerca de la medianoche, la ciudad contemplaba a una encrespada ola
juvenil que enarbolando consignas contra Batista y la dictadura, se desplazaba
desde la escalinata universitaria, antorcha en mano, en franco desafío a unas
autoridades que temerosas de la incontenible fuerza de aquella generación
enardecida, prefirieron no enfrentar, a pesar de que la misma no había sido
aprobada por la
Comisión Nacional Organizadora de los Actos y Ediciones del
Centenario y del Monumento a Martí, constituida por quienes habían usurpado el
10 de marzo de 1952 las riendas del Poder.
En la manifestación
encabezada por la máxima dirección de la
FEU, participaba un disciplinado contingente integrado por
cerca de mil jóvenes, que bajo la dirección del joven revolucionario Fidel
Castro Ruz, se organizaba y preparaba en silencio, para ofrecerle al Maestro
meses más tarde, el más digno de los homenajes. Minutos después, el Rincón
Martiano de la Fragua
Martiana era iluminado con las antorchas de la libertad y
airados discursos de dirigentes de la
FEU, que ratificaban ante el Apóstol, la decisión de la
juventud cubana, de luchar contra el régimen de oprobio establecido en el país,
al precio que fuese necesario.
Aquella marcha, no
pudo repetirse más en una república cuyos gobernantes eran incompatibles con el
ideario de José Martí, pero lo que la tiranía no podría impedir era que cinco
años, cinco meses, y cinco días después que un grupo de jóvenes derramaran su
sangre generosa en el Moncada para no dejar morir al Apóstol en el Año de su
Centenario, lo expulsara del poder y rescataran para siempre la memoria del más
grande de los cubanos.
ANTORCHAS DE LIBERTAD.
El enero victorioso
de 1959, coincidía con la conmemoración del aniversario 106 del natalicio del
Maestro. Tan significativa fecha no podía pasar inadvertida para la dirección
de la Revolución,
a pesar del convulso panorama político por el que atravesaba el país y
especialmente la capital de la república.
Para las nueve de la
noche del 27 de enero de 1959, el Movimiento 26 de Julio en coordinación con el
resto de las organizaciones revolucionarias, convocaba al pueblo de la ciudad,
para asistir a la Marcha
de las Antorchas que tendría lugar aquella noche, y que encabezaría esta vez,
el pelotón de mujeres guerrilleras del Ejército Rebelde, “Mariana Grajales”
entonando las notas de la
Marcha del 26.
El impresionante
desfile popular de homenaje a Martí en el Año de la Libertad, partiría en
esta ocasión del Anfiteatro de La
Habana y culminaría en el Rincón Martiano de la Fragua Martiana, y
en el acto harían uso de la palabra la heroína del Moncada, Haydee Santamaría y
los combatientes revolucionarios Armando
Hart Dávalos, Marcelo Fernández, Leonel Soto y Ricardo Alarcón. Participaban
además, el moncadista Agustín Díaz Cartaya y el poeta Jesús Orta Ruiz, el
“Indio Naborí”, autores de la “Marcha del 26” y de la “Marcha Triunfal del Ejército
Rebelde”.
En lo adelante la Marcha de las Antorchas se
convertiría en una de las más hermosas jornadas patrióticas y revolucionarias
del estudiantado cubano; en un símbolo de fidelidad de la juventud cubana al
Partido, a la Revolución,
Fidel y a Raúl, y en una de las más hermosas tradiciones combativas de la
capital y de todos los cubanos
*Profesor universitario e investigador
El 27 de enero próximo se cumplirán 60 años de la Marcha de las Antorchas, y
consideré oportuno publicar en mi blog este trabajo, que tanto informa sobre
aquella actividad desarrollada con motivo del centenario del Héroe Nacional de
Cuba José Martí.
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