miércoles, 5 de marzo de 2014

Dos héroes unidos en la historia



               




Argentina Jiménez

Del esbozo biográfico Una semilla en un surco de fuego, que Raúl Roa, el Canciller de la Dignidad cubano, escribió sobre Rubén Martínez Villena,  en 1936,  escogimos el párrafo final para dedicárselo al Comandante Hugo Chávez Frías, en el primer aniversario de su desaparición física, por la plena vigencia de esas palabras:
“No le fue dable caer, como lo anhelara, en la trinchera ni en la emboscada alevosa. Pero había caído en su cama, que era todo, menos eso. En su cama, que como el sillón de ruedas de José Carlos Mariátegui, quedará como símbolo heroico de lo que es capaz una voluntad tensa al servicio de un ideal.”
Como Villena, revolucionario íntegro, comunista, sentida poesía, abandonada por una excelente y combativa prosa, como demandaba el momento entonces, avanzada la enfermedad que nos privó de su presencia e intelecto, condujo  la huelga general de 1933,  y en su lecho de muerte echó las bases  del trabajo organizativo del Cuarto Congreso Obrero de Unida Sindical,  el Comandante Chávez sentó pautas para que la Revolución bolivariana siguiera su curso aun sin él, en alocución –devenida testamento político- en su penúltimo viaje a Caracas mientras recibía tratamiento en La Habana,  cuando habló claro al pueblo y le pidió votar por Nicolás  Maduro en las elecciones, por ser el hombre seguidor incansable y fiel de sus ideas, y desde su lecho de muerte lideró los destinos de su pueblo hasta que ya no le fue posible continuar haciéndolo.
  Hoy Venezuela enfrenta una situación difícil, y el legado de Chávez sirve de acicate al pueblo bolivariano para defender sus conquistas y enfrentar a los opositores, respaldados por los Estados Unidos. El camino es arduo, la situación internacional desfavorable, mas no debemos olvidar  que la última palabra la tienen los pueblos. Pueblos ya cansados de tanta injusticia han dado un paso adelante en América Latina; sin embargo, las fuerzas del mal no cesan de lanzar sus tentáculos injerencistas para frenar la plena independencia y mantener su estatus neocolonialista y neoliberal. Ante tal panorama, el estudio y la socialización de las ideas del Presidente Chávez, las del líder histórico de la Revolución cubana Fidel Castro, las alertas del General de Ejército y Presidente de la Isla caribeña, Raúl Castro, demandan oídos receptivos, corazones comprometidos y unidad de acción.  La sangre derramada por la libertad no debe ser olvidada.
Siguiendo en las coincidencias entre Rubén Martínez Villena y Hugo Chávez Frías en sus últimos días sobre la Tierra, también redactó Raúl Roa refiriéndose al sepelio del inolvidable intelectual cubano:
 “Miles de obreros y estudiantes escoltaron a pie el cadáver envuelto en la roja bandera del Partido Comunista de Cuba. Era el tributo obligado a su juventud arrebatada y generosa, a su sacrificio y a su abnegación, a su vida que había sido hoguera y fontana.
“Sobre su tumba llovieron las rosas, y la esperanza de un mundo nuevo, limpio de injusticias y fealdades, flameó en los discursos”.
¿No fue acaso un mar interminable de pueblo el que acompañó hasta el sitio donde estuvo expuesto el cuerpo sin vida del Arañero, de sonrisa fácil, alegría contagiosa, que supuraba amor por todos los poros, y fustigaba con su verbo claro y preciso a la oligarquía y al imperialismo yanqui?
En la presencia y dolor de quienes lo acompañaron tarde, noche, madrugada, mañana, venezolanos, o no, jefes de Estado o Gobierno, ¿no había implícito el compromiso de continuar luchando por “un mundo nuevo, limpio de injusticias y fealdades”?
Villena no está olvidado, ¡Chávez vive!

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