Argentina
Jiménez
Del
esbozo biográfico Una semilla en un surco
de fuego, que Raúl Roa, el Canciller de la Dignidad cubano, escribió
sobre Rubén Martínez Villena, en 1936,
escogimos el párrafo final para dedicárselo al Comandante Hugo Chávez Frías, en
el primer aniversario de su desaparición física, por la plena vigencia de esas
palabras:
“No
le fue dable caer, como lo anhelara, en la trinchera ni en la emboscada
alevosa. Pero había caído en su cama, que era todo, menos eso. En su cama, que
como el sillón de ruedas de José Carlos Mariátegui, quedará como símbolo
heroico de lo que es capaz una voluntad tensa al servicio de un ideal.”
Como
Villena, revolucionario íntegro, comunista, sentida poesía, abandonada por una
excelente y combativa prosa, como demandaba el momento entonces, avanzada la
enfermedad que nos privó de su presencia e intelecto, condujo la huelga general de 1933, y en su lecho de muerte echó las bases del trabajo organizativo del Cuarto Congreso
Obrero de Unida Sindical, el Comandante
Chávez sentó pautas para que la
Revolución bolivariana siguiera su curso aun sin él, en
alocución –devenida testamento político- en su penúltimo viaje a Caracas
mientras recibía tratamiento en La
Habana, cuando habló
claro al pueblo y le pidió votar por Nicolás Maduro en las elecciones, por ser el
hombre seguidor incansable y fiel de sus ideas, y desde su lecho de muerte
lideró los destinos de su pueblo hasta que ya no le fue posible continuar
haciéndolo.
Hoy Venezuela enfrenta una situación difícil,
y el legado de Chávez sirve de acicate al pueblo bolivariano para defender sus
conquistas y enfrentar a los opositores, respaldados por los Estados Unidos. El
camino es arduo, la situación internacional desfavorable, mas no debemos
olvidar que la última palabra la tienen
los pueblos. Pueblos ya cansados de tanta injusticia han dado un paso adelante
en América Latina; sin embargo, las fuerzas del mal no cesan de lanzar sus tentáculos
injerencistas para frenar la plena independencia y mantener su estatus
neocolonialista y neoliberal. Ante tal panorama, el estudio y la socialización
de las ideas del Presidente Chávez, las del líder histórico de la Revolución cubana Fidel
Castro, las alertas del General de Ejército y Presidente de la Isla caribeña, Raúl Castro,
demandan oídos receptivos, corazones comprometidos y unidad de acción. La sangre derramada por la libertad no debe
ser olvidada.
Siguiendo
en las coincidencias entre Rubén Martínez Villena y Hugo Chávez Frías en sus
últimos días sobre la Tierra,
también redactó Raúl Roa refiriéndose al sepelio del inolvidable intelectual
cubano:
“Miles de obreros y estudiantes escoltaron a
pie el cadáver envuelto en la roja bandera del Partido Comunista de Cuba. Era
el tributo obligado a su juventud arrebatada y generosa, a su sacrificio y a su
abnegación, a su vida que había sido hoguera y fontana.
“Sobre
su tumba llovieron las rosas, y la esperanza de un mundo nuevo, limpio de
injusticias y fealdades, flameó en los discursos”.
¿No
fue acaso un mar interminable de pueblo el que acompañó hasta el sitio donde
estuvo expuesto el cuerpo sin vida del Arañero, de sonrisa fácil, alegría contagiosa,
que supuraba amor por todos los poros, y fustigaba con su verbo claro y preciso
a la oligarquía y al imperialismo yanqui?
En
la presencia y dolor de quienes lo acompañaron tarde, noche, madrugada, mañana,
venezolanos, o no, jefes de Estado o Gobierno, ¿no había implícito el
compromiso de continuar luchando por “un mundo nuevo, limpio de injusticias y
fealdades”?
Villena
no está olvidado, ¡Chávez vive!
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