Argentina Jiménez
Estamos
en la temporada ciclónica -1ro. de junio al 30 de noviembre- y, como cada año,
en Cuba renuevan las medidas pertinentes a fin de evitar los estragos de
fenómenos meteorológicos que ocurren en esa etapa, pues el país se encuentra en el centro de las
Antillas, una de las seis zonas del mundo susceptibles de ser perjudicadas por
ellos.
Lo
que más afecta al territorio cubano son los ciclones tropicales o huracanes,
los cuales pueden alcanzar más de 200 kilómetros de
ancho y una velocidad de 250
km por hora.
Aquellos que azotan la región en julio,
agosto y septiembre se forman, en general, en el Atlántico, y los de junio,
octubre y noviembre, en el Mar Caribe occidental; estos revisten un grave
peligro para la Isla,
debido a la acción de los vientos y de las aguas; son estas últimas las
causantes de la mayor cantidad de víctimas.
Resulta de gran utilidad conocer qué es un
ciclón, y durante más de cuarenta años
en Cuba se ha venido preparando a la población
para enfrentar debidamente ese peligroso acontecimiento que aún
constituye un enigma para la ciencia, aunque han sido estudiados y
perfeccionados los mecanismos para detectarlos, seguir su trayectoria y
afrontarlos una vez que se desarrollan y entran en tierra firme.
Existen
dos aspectos esenciales a tener en cuenta ante su ocurrencia: el buen tiempo
anticiclónico que con frecuencia antecede en 30 ó 40 horas a la tormenta, y la
calma del vórtice en el medio del ciclón, pues pueden desorientar a mucha gente
y provocar pérdidas.
En
tal sentido, la Defensa
Civil -que hoy 31 de julio cumple años- el organismo que en
Cuba orienta y dirige las operaciones antes, durante y después del paso de un
suceso de ese tipo, actúa con celeridad en la preparación de la población y las
entidades encargadas de poner en práctica oportunamente las medidas
establecidas ante un peligro inminente. El trabajo desarrollado en tal sentido
ha permitido acumular una valiosa experiencia.
La
población sabe cómo proceder ante la fase informativa, la de alerta ciclónica y
la de emergencia –con un objetivo preventivo-, así como en la recuperativa
–cuya finalidad lo indica su nombre-, y son miles los ciudadanos cubanos
involucrados ante tales hechos en cada
una de las fases, particularmente cuando resulta necesario llevar a cabo la
evacuación, la que mayor nivel de capacidad organizativa y política requiere.
Cuando
las circunstancias lo exigen, esta medida es de riguroso cumplimiento, para
preservar la vida; por ello, desde antes y por todos los medios de difusión
masiva y directamente de ser necesario, se explica a las personas afectadas por
qué deben evacuarse y que sus viviendas y pertenencias serán adecuadamente
custodiada por miembros de las organizaciones de masas y las autoridades
locales.
De la Defensa Civil forman
partes casi todos los organismos del Estado, los cuales acometen tareas
específicas, y papel especial desempeñan las Fuerzas Armadas Revolucionarias y
el Ministerio del Interior en las labores de evacuación, salvamento y rescate y
en cuidar el orden interior.
Como
todos los años la Isla
está amenazada de ser azotada por ciclones. Siempre que se avecina dicha
temporada comienzan los preparativos y ejemplo de ello son los Ejercicios
Meteoro organizados por la
Defensa Civil –aunque durante los doce meses hay acciones al
respecto- y se activan las instrucciones que son efectivas en la misma medida que sean cumplidas organizadas y
disciplinadamente.
Para
protegerse de tales fenómenos atmosféricos
y evitar la pérdida de vidas humanas y materiales por la acción de las
aguas, los vientos, los accidentes y las epidemias, el pueblo cubano dispone de
los recursos que la nación pone a disposición de esa tarea.
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